Qué es el Parlamento abierto

AutorRafael Rubio Núñez, Ricardo Vela Navarro-Rubio
Páginas59-87
© Editorial UOC Capítulo III. Qué es el Parlamento abierto
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Capítulo III
Qué es el Parlamento abierto
Al término Parlamento abierto le ocurre como a la sociedad
red, a la ciberdemocracia, o al Gobierno abierto: se trata de un
concepto aún «en construcción», pendiente de definir y abierto al
debate (Carfi, 2014). El Parlamento abierto es el resultado de la
combinación de un contexto sociopolítico, dentro de la sociedad
de la información, con el impacto de los avances tecnológicos
sobre la institución parlamentaria.
El Parlamento —la institución representativa por excelencia—
se encuentra en el ojo del huracán de este cuestionamiento de los
principios democráticos que ha propiciado la deriva tecnológica.
Como explica Aguilar Nàcher (2013, pág. 326), estamos asistien-
do a protestas que configuran la imagen de un Parlamento que
es escenario físico de la reclamación de más y mejor democra-
cia. No es infrecuente encontrar a quienes ponen en duda que
el Parlamento, actualmente, sirve para el fin para el que ha sido
creado.1 Hans Kelsen (1934, pág. 50) en su ensayo Esencia y valor
de la democracia, de 1920, ya advertía de este peligro: «La existen-
cia de la democracia moderna depende de la cuestión de si el
1. Sirva como ejemplo el movimiento Rodea el Congreso, que fue anunciado
en el verano de 2012: «En España es habitual contemplar protestas de grupos
afectados por la legislación en trámite en el Congreso o en el Senado, aunque
en este caso, el movimiento Rodea el Congreso supuso una alusión mucho más
generalista, que se dirigía a un colectivo: los parlamentarios que no representan.
El concepto de representación está, sin duda, en el núcleo mismo del nuevo
activismo en España que demanda —y no es casualidad— una democracia real»
(Aguilar Nàcher, 2013, pág. 326).
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Parlamento es un instrumento útil para resolver las necesidades
sociales de nuestra era. Aunque la democracia y el parlamenta-
rismo no son idénticos, no cabe dudar en serio —puesto que la
democracia directa no es posible en el Estado moderno— que el
parlamentarismo es la única forma real en que puede plasmar la
idea de la democracia dentro de la realidad social presente. […]
Por ello, el fallo sobre el parlamentarismo es, a la vez, el fallo
sobre la democracia».
Es sobre este cuestionamiento de la representación, sobre
esta crisis del parlamentarismo, sobre la que «aterrizan» los
principios del Gobierno abierto para dar a luz el concepto de
Parlamento abierto. Si la adopción por parte del legislador de
los principios de transparencia, participación y colaboración
implican cambios relevantes y estructurales, que comportan
derechos y obligaciones, tanto para el ciudadano como para la
administración, resulta lógico pensar que el afán de construc-
ción de un dialogo transparente con la ciudadanía y el acceso
global a la información y los datos de las instituciones que
propugna el Gobierno abierto, son principios también válidos
para las cámaras de representantes. El Gobierno abierto, por lo
tanto, supone que haya parlamentos abiertos.
Los parlamentos se enfrentan a nuevos desafíos en este
nuevo entorno, en un contexto social, económico y político que
ha cambiado a un ritmo vertiginoso y al que deben adaptarse
con rapidez. Según el Informe Parlamentario Mundial de 2012
(Power; Shoot, 2002, pág. 4), los parlamentos se enfrentan a tres
presiones esenciales, que se pueden resumir en el deseo del públi-
co de: 1) obtener información e influir en el trabajo parlamen-
tario; 2) lograr una mayor rendición de cuentas y receptividad a
sus demandas; y 3) obtener servicios y resultados para satisfacer
necesidades concretas.

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