Dos formas discordantes de resignificar la corrupción en el siglo XVIII: Ferguson y Turgot entre el comercio y la virtud

AutorPaloma de la Nuez, Isabel Wences
Páginas41-64
DOS FORMAS DISCORDANTES DE RESIGNIFICAR
LA CORRUPCIÓN EN EL SIGLOXVIII:
FERGUSON Y TURGOT ENTRE EL COMERCIO
Y LA VIRTUD*
Paloma de la nuez
Universidad Rey Juan Carlos
Isabel Wences
Universidad Carlos III de Madrid
La Historia de las ideas y la Teoría Política no han sido ajenas al creciente
interés por la corrupción de las últimas décadas. En realidad, en el pensamiento
político occidental la ref‌lexión sobre esta cuestión existe desde sus orígenes, pero
la proliferación de los fenómenos de corrupción también en las sociedades demo-
cráticas contemporáneas ha hecho necesario volver al estudio de la corrupción
política; de su def‌inición, evolución histórica, causas, consecuencias y posibles
remedios 1.
Sin embargo, al tratarse de un concepto político que es en gran medida una
construcción social que cambia con el tiempo y el lugar, el signif‌icado del térmi-
no no ha sido siempre el mismo. Por eso, los autores que más han tratado este
fenómeno suelen distinguir entre la corrupción clásica y la moderna (o proto-
liberal) 2.
* El presente trabajo se ha elaborado en el marco del Programa Interuniversitario en Cultura
de la Legalidad. Referencia «H2019/HUM-5699 (ON TRUST-CM), f‌inanciado por la Comunidad de
Madrid».
1 Del creciente interés por la historia intelectual de la corrupción política dan cuenta estos
ejemplos: M.barch aM, b.hindess y P.lar Mour (eds.), Corruption: Expanding the Focus, Aus-
tralia, ANU E. Press. 2012. B. buchan y l. hill, An Intellectual History of Political Corruption,
Nueva York, Palgrave.Mc Millan, 2014, y C. brioschi, Breve historia de la corrupción,Madrid:
Taurus, 2019.
2 L. hill, «Ideas of Corruption in the Eighteenth Century. The competing conceptions of Adam
Ferguson and Adam Smith», en M. barchaM, b. hindess y P. larMour (eds.), Corruption: Expanding
the Focus, Australia, ANU E. Press, 2012, pp.97-98.
42 PALOMA DE LA NUEZ - ISABEL WENCES
En los clásicos, como Aristóteles o Cicerón, la corrupción implica la dege-
neración de las relaciones y del carácter humano por la inf‌luencia negativa del
dinero y del lujo. Preocupa la decadencia y la degeneración de valores, mores y
principios y, por ello, se identif‌ica la corrupción con el debilitamiento de la virtud
política entendida como amor a la patria, austeridad, honestidad y dedicación
prioritaria a los intereses públicos frente a los privados. Se denuncia el patronaz-
go y el favoritismo y se insiste en cultivar la virtud.
Será el desafío que el desarrollo económico lanza a la sociedad tradicional
el que marcará el cambio y el paso de un tipo de corrupción a otro. Desde el
sigloxvii crece en gran parte del mundo occidental, sobre todo en Inglaterra, la
importancia del comercio y de la riqueza f‌inanciera. La «revolución del comer-
cio» conf‌igura ahora la sociedad y sus representaciones; transforma la naturaleza
del gobierno y de la sociedad en la que aparecen nuevas fuerzas inf‌luyentes, por
lo que ya no vale el proceder de acuerdo con un lenguaje político antiguo.
Quizás por todo ello, durante el sigloxviii la idea de corrupción ocupa un
lugar relevante en el pensamiento ilustrado. Fue uno de los conceptos más pro-
minentes del discurso político, aunque en aquel momento de lo que se trataba
fundamentalmente era de analizar si la virtud —como imperativo moral y políti-
co— y la riqueza eran compatibles; es decir, si cuando se dan condiciones favora-
bles al mercado se va alejando la virtud ciudadana.
A este respecto, unos autores son más pesimistas —como Montesquieu, que
cree que es una experiencia eterna que todo el que tiene poder tiende a abusar de
él y que es una especie de ley histórica que se produce en todas las épocas y todas
las sociedades o Rousseau, que no deja de denunciar las costumbres y la moral
corrompida de su tiempo—. Otros son más optimistas, como Smith, Condorcet y
Turgot, que creen que la corrupción irá desapareciendo con el progreso y que la
civilización comercial fortif‌ica las virtudes de la sociabilidad como, por ejemplo,
la honestidad. Y también los hay ambivalentes, como el propio Adam Ferguson.
Sea como fuere, en el sigloxviii, el concepto de corrupción comienza a trans-
formarse en un sentido que va más en consonancia con el que compartimos en la
actualidad. La palabra se asocia ahora con la compra de los representantes polí-
ticos, el soborno, la prevaricación o el robo. Es decir, comienza a verse como una
amenaza a la integridad del of‌icio público porque se subvierten los límites entre
lo público y lo privado, produciéndose el sometimiento del primero al segundo
buscando la ganancia privada a través del uso de lo público. La política no parece
depender ya tanto de la virtud del soberano y la corrupción se entiende como un
fallo moral colectivo. De ahí que la ref‌lexión sobre la corrupción vaya muchas ve-
ces unida a la voluntad de hacer reformas, de mejorar las constituciones, las leyes y
las instituciones y de ahí también que paradójicamente pueda animar el progreso 3.
En def‌initiva, de lo que se trata es de describir, analizar y ref‌lexionar sobre las
implicaciones morales del sistema económico que estaba reemplazando al anti-
3 R. chalMin, Lumières et corruption, Paris, H. Champion, 2010, p. 2. Este autor recuerda en
este artículo que en La Enciclopedia se def‌ine la corrupción como el estado por el que una cosa deja
ser lo que era.

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