La corrupción estructural

AutorMarcelo H. Echevarría
Cargo del AutorAbogado (Universidad de Buenos Aires)
Páginas231-255
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Capítulo XI
LA CORRUPCIÓN ESTRUCTURAL
I. LA CORRUPCIÓN ESTRUCTURAL
En este capítulo me aparto del objetivo de la publicación, tal lo fue
el análisis del título XIX del Código Penal Español, y me referiré muy su-
cintamente a lo que en la Argentina representó la corrupción estructural
que padeció en los últimos años y las consecuencias que ello aparejó,
lo cual posee relación directa con el estudio de los delitos examinados
en esta obra.
No es nada gratificante y mucho menos en una publicación como la
presente que se edita en España, mencionar los hechos delictivos que
acontecieron en mi país, los cuales se encuentran actualmente en etapa
de investigación en el fuero criminal federal.
Sin perjuicio de ello, estoy convencido que es positivo incursionar en
el análisis y estudio de lo acontecido, teniendo como objetivo que la rea-
lidad social producto de la corrupción, sea evaluada en su integridad a fin
de que se tome dimensión de las consecuencias que aparejan estos gra-
ves delitos, como de igual manera del modus operandi montado a fin de
lograr consumar los ilícitos perpetrados desde el propio aparato estatal.
La finalidad que se persigue es que, a partir de estas nefastas expe-
riencias vividas por años y que el propio sistema se encargó de silenciar
durante el anterior gobierno argentino, todo interesado en el estudio de
esta temática, posea un conocimiento acabado de lo que sucede en un
país donde se enquista la corrupción de manera estructural.
Brindaré seguidamente una descripción muy sintética de los hechos
acaecidos, con el propósito que el lector evalúe las consecuencias noci-
vas que acarrean para la sociedad los actos de corrupción, a fin de culmi-
nar afirmando muy enfáticamente que la función pública es una activi-
Marcelo H. Echevarría
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dad que se realiza a fin de favorecer y servir a toda una comunidad y no
un trampolín para el enriquecimiento ilícito de quien accede a ella.
1. Neutralización de los órganos de control de los actos públicos y
de auditoría como antesala de un sistema corrupto
En un País donde la corrupción se encuentra enquistada, los
Órganos de control (auditorías, entes de contralor, entre otros) creados
para fiscalizar la labor de los funcionarios, se encuentran neutralizados
o silenciados.
En efecto, entre los primeros objetivos perseguidos por los funcio-
narios que utilizan sus cargos para delinquir, se encuentra el de silen-
ciar a los organismos de contralor administrativos, toda vez que, si és-
tos funcionaran correcta y óptimamente, difícilmente puedan lograr la
impunidad requerida para lograr su cometido.
El funcionario proclive a los actos de corrupción y cuya finalidad es la
perseguida al ingresar a la función pública, al ocupar el cargo al cual fue
propuesto en un organismo, debe poner en práctica las medidas necesa-
rias a fin de que pasen inadvertidos los actos de carácter irregulares y/o
ilícitos que son, justamente, los que deberían ser pasible de controles.
A tales fines, tal como sucedió en diversas oportunidades, comen-
zarán tratando de disuadir a los funcionarios técnicos de carrera que
poseen vasta experiencia (muchos de ellos han pasado sus vidas en el
Organismo realizando un trabajo de excelencia) a fin de cooptarlos bajo
el falso argumento de adaptarlos a los requerimientos de la nueva auto-
ridad y/o de la nueva gestión, entre muchas otras excusas de similares
características a la antedicha.
La mayoría de las veces, al comenzar la gestión, el funcionario pro-
clive a cometer irregularidades, comienza descalificando la metodología
y procedimientos de control que se llevaban a cabo hasta ese entonces,
bajo el argumento que constituyen sistemas administrativos primitivos,
arcaicos, entre otras manifestaciones de idéntico o similar tenor cuya
finalidad directa perseguida es la de bajar la autoestima del funcionario
de carrera que venía desarrollando eficazmente su labor e implementar
un sistema funcional acorde a sus necesidades u objetivos.

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