La ciudad rebelde

AutorJosé Manuel Bandrés
Páginas49-64
CAPÍTULO II
LA CIUDAD REBELDE
«¡Vivir la democracia local de forma plena!»
1. EL FUNDAMENTO DE LA IDEA DE CIUDAD COMO ESPACIO
DE REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Y DE LAS LIBERTADES DEMOCRÁTICAS Y LAS FUENTES
IDEOLÓGICAS DEL MUNICIPALISMO
La ciudad es un símbolo del espíritu y del compromiso democrático. Cons-
tituye un lugar de reivindicación de las libertades democráticas, un espacio
de resistencia ciudadana frente a la tiranía, la opresión, de lucha contra las
violaciones de los derechos humanos y el abuso de poder.
En el imaginario colectivo, el nombre de muchas ciudades del mundo se
asocia a las luchas por la libertad y por la consecución de una sociedad más
igualitaria, justa y fraternal.
Surge así la noción de «ciudades rebeldes», que sirve para designar aque-
llas ciudades que, en un momento histórico determinado, alzan su voz colec-
tiva interpelando a la movilización ciudadana contra la injusticia y en favor
del reconocimiento de los derechos civiles y políticos con tanta fuerza e inten-
sidad que modifican el curso de la historia de sus respectivas comunidades.
Ciudades como París, Roma, Londres, Berlín, Chicago, Manchester, Mi-
lán, Bagdad, Lisboa, Praga, Túnez, Johannesburgo, Buenos Aires, Santiago
de Chile o México D. F., son consideradas, reconocidas y recordadas, frecuen-
temente, por los episodios acontecidos en sus calles y plazas en favor de la
democracia y los derechos humanos.
Todas estas manifestaciones cívicas de carácter reivindicativo —expresión
colectiva de la indignación ciudadana con los excesos o abusos de poder—,
pueden encuadrarse en «la revolución por la dignidad», que trata de que se
reconozca con la máxima amplitud el derecho a tener derechos, en aras de
procurar la emancipación social y el bienestar general, de modo que los idea-
50 El derecho a la ciudad y el buen gobierno urbano
les de libertad, igualdad y justicia libertad, igualdad y justicia sean los facto-
res determinantes que legitimen la actuación del poder público.
Ideológicamente, estos movimientos sociales se sustentan en aquellas teo-
rías del pensamiento político identificadas con los postulados del radicalismo
democrático, que propugnan una profunda transformación de las institucio-
nes públicas existentes y un cambio de paradigma de las políticas públicas
para que respondan fielmente a las demandas y exigencias legítimas de equi-
dad y justicia redistributiva del pueblo.
Las ciudades, en todos los momentos históricos, emergen por el impulso
de las revoluciones urbanas que derivan de la permanente confrontación en-
tre las nociones de orden y conflicto, y de la constante tensión dialéctica entre
legalidad, insurgencia y revolución.
En este contexto, la historia de las ciudades no resulta comprensible si no
se proyecta la mirada hacia los conflictos políticos y sociales que tuvieron
como escenario las calles de los núcleos urbanos, que le confieren un carácter
identitario propio que se asocia a la causa por la libertad y la emancipación
de los seres humanos.
La ciudad es el territorio del orden urbano, pero, a la vez, es el escenario
de la rebeldía, la insumisión y la disidencia, porque la esencia de la democra-
cia urbana es su espíritu de apertura a las vanguardias sociales que aspiran
a transformar la sociedad.
El arquitecto francés Christian de Portzamparc refería que la ciudad ha
sido siempre, y en todas las áreas geográficas del mundo, un escenario de
lucha entre el desordenado empuje de la vida y las estrictas limitaciones im-
puestas por las autoridades.
El progreso de las ciudades, a lo largo de la historia, está estrechamente
vinculado a la aceptación de los desafíos democráticos que, en cada momen-
to, afronta el gobierno local y el conjunto de la sociedad urbana, y también, a
la fuerza demostrada en superarlos.
En este sentido, no cabe dudar de que la ideología del esencialismo demo-
crático es el que hace encumbrar a las ciudades rebeldes que aspiran a lograr
una democracia plena para todos.
Las ciudades se significan democráticamente cuando, colectivamente, ad-
quieren conciencia política respecto de su deber ético-moral de hacer reali-
dad los ideales democráticos. Se distinguen, también, por su capacidad de
resistencia contra el poder totalitario, absoluto u opresivo, puesto que no
cabe ignorar el protagonismo que asume la ciudad en la lucha por las liberta-
des, debido a su consideración de espacio público de transformación social,
entre cuyas funciones esenciales está la de reivindicar la plena efectividad de
los derechos humanos conquistados.
La fortaleza de la democracia urbana depende tanto del grado de consen-
so político que los gobiernos locales logren sobre sus políticas públicas, como
de la existencia de una ciudadanía informada, comprometida críticamente
con la vida pública de la ciudad.
Pero no cabe eludir que la democracia —como observan lúcidamente los
profesores Javier de Lucas y María José Añón— es confianza, pero también, y

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR