Valoración de las pruebas de declaración de personas en el proceso civil

AutorCristian Contreras Rojas
Páginas147-285
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CAPÍTULO II
VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS
DE DECLARACIÓN DE PERSONAS
EN EL PROCESO CIVIL
1. LA MEMORIA Y LA PSICOLOGÍA DEL TESTIMONIO
Digámoslo claramente: nuestra memoria no es 100 por 100 conf‌iable. De
hecho, su capacidad para almacenar y recuperar recuerdos dista mucho de
ser perfecta, no solo porque el olvido carcome nuestro pasado y los conoci-
mientos que alguna vez tuvimos, sino además porque inventamos recuerdos.
Sea por efecto de nuestra propia mente o por el inf‌lujo de fuerzas ajenas, la
memoria tiene la facultad de hacernos creer que hemos presenciado en vivo
y en directo hechos de los que solo tuvimos noticia mediante la lectura o los
dichos de otro sujeto. O a la inversa, nos puede llevar a olvidar el nombre o
la cara de una persona con la que nos hemos encontrado y hablado en más
de una ocasión. En f‌in, como se detallará en este capítulo, son tantos los
desafíos a los que se ve enfrentada nuestra memoria, que rara vez podremos
estar completamente seguros de que la imagen mental que guardamos de un
episodio se ajusta en su totalidad a la realidad de lo que ocurrió.
Ante este panorama, y llevando el asunto al terreno de nuestra investi-
gación, cabe preguntarse: ¿Podemos conf‌iar en las declaraciones prestadas
por las partes y testigos en los procesos judiciales? ¿Cuentan los operadores
jurídicos, particularmente los tribunales, con las herramientas suf‌icientes y
adecuadas para identif‌icar si un testimonio es certero? ¿Es posible estable-
cer con bases racionales que alguno de los declarantes derechamente miente
en su deposición? Lo arriba señalado podría llevarnos de inmediato a dar
una respuesta negativa a estas interrogantes. Si ni siquiera podemos conf‌iar
en la certeza de nuestros propios recuerdos, parece más difícil creer en los
relatos de otra persona, ya que es muy probable que estos sean testimonios
incorrectos de los acontecimientos, más aun teniendo en consideración que
CRISTIAN CONTRERAS ROJAS LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA DE INTERROGATORIO
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todas estas def‌iciencias se podrán presentar sin que el declarante tenga la
más mínima conciencia de ello.
En este punto nos enfrentamos a dos alternativas: en primer lugar, optar
por prescindir de las declaraciones de personas en la esfera judicial, o bien,
asumiendo nuestras humanas limitaciones, tomar todas las medidas facti-
bles para asegurar la obtención de testimonios de alta calidad. Obviamente,
la segunda parece ser la única opción viable, de lo contrario eliminaríamos
dos fuentes trascendentales de información para el juez, dejando a las partes
en muchos —por no decir en la mayoría— de los procesos sin instrumentos
para acreditar sus dichos y hacer valer sus pretensiones. Si se suprimieren
las declaraciones, con el afán de evitar al tribunal todos los peligros que
implica la reconstrucción de los hechos a través de los relatos siempre im-
perfectos de partes y testigos, le estaríamos privando de herramientas para
hacer esa recuperación, lo que parece un contrasentido. Además, tampoco
debe olvidarse en este punto que el proceso judicial solo puede arribar a
una verdad siempre relativa y contextualizada de los hechos, precisamente
por las limitaciones a las que el juez se ve enfrentado en materia de prueba,
de modo que no podemos exigir a los testimonios algo que el proceso en su
conjunto no es capaz de alcanzar.
Empero, lo que sí podemos hacer es establecer bases sólidas, pero sobre
todo racionales y científ‌icas, que permitan a los tribunales valorar más acer-
tadamente la credibilidad y veracidad de las deposiciones de los declarantes,
tarea para la cual asumen una importancia trascendental las investigaciones
y estudios que ha llevado a cabo la psicología del testimonio 1. Es esta ciencia
la que nos entrega los conocimientos acerca de los factores que inf‌luyen en
la calidad del testimonio 2, por lo que su conocimiento resulta imprescindible
para realizar un control objetivo de las declaraciones de personas, habilitan-
do al juez para someterlas a controles y valoraciones que sean susceptibles
de justif‌icación en la decisión f‌inal del pleito.
Como sostenía GORPHE, «[e]l valor del testimonio depende de la crítica
que se haga de él» 3, crítica que solo puede desarrollarse en forma válida y ef‌i-
ciente si se conoce cómo funciona la memoria humana, para, a partir de ello,
construir criterios objetivos de valoración que permitan explicitar por qué se
asume como cierto lo expuesto por alguno de los declarantes del proceso. He
ahí la importancia de las páginas que siguen.
1.1. Antecedentes históricos de la psicología del testimonio
Los trabajos pioneros sobre la psicología del testimonio se llevaron a
cabo en las postrimerías del siglo XIX, principalmente gracias a las investi-
gaciones desarrolladas en Estados Unidos por James McKeen CATTELL y en
1 U. UNDEUTSCH, «Statement reality analysis», en Reconstructing the past: the role of
psychologists in criminal trials, Arne Trankell (ed.), Estocolomo, 1982, p. 29.
2 I. IBABE EROSTARBE, Psicología del testimonio, Donostia, 2000, p. 10.
3 F. GORPHE, La crítica del testimonio, traducción de Mariano Ruiz-Funes, Madrid, 1980, p. 16.
II. VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS DE DECLARACIÓN DE PERSONAS...
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Alemania por Louis William STERN. Sin perjuicio de ello, las primeras expe-
rimentaciones destinadas a estudiar el funcionamiento de la memoria son
atribuidas al psicólogo alemán Hermann EBBINGHAUS, quien en 1885 publicó
su obra Über das Gedächtnis, en la que expuso sus hallazgos acerca de los
procesos de aprendizaje y olvido. Gracias a estos estudios, en los que se em-
pleó a sí mismo como único sujeto de estudio, elaboró lo que se conoce como
«curva de olvido», la que hasta hoy es empleada para describir la velocidad
con la que se produce la pérdida de la información aprendida a medida que
transcurre el tiempo 4.
Ahora bien, en lo que respecta al trabajo de CATTELL, este llevó a cabo
investigaciones sobre pruebas mentales y diferencias individuales. Junto a
James Mark BALDWIN fundó la revista Psychological Review en 1894, mismo
año en el que se hizo propietario de Science. En esta última, publicó al año si-
guiente un artículo titulado «Measurements of the accuracy of recollection»,
donde dio cuenta de los resultados obtenidos en un estudio realizado a 56
estudiantes del Columbia College con el que buscaba determinar cuantita-
tivamente la f‌iabilidad del recuerdo y la prueba. El estudio consistió en la
formulación de algunas preguntas a los alumnos, a quienes, además de las
respectivas respuestas, se les solicitó que señalaran la conf‌ianza que sen-
tían acerca de la exactitud con la que habían contestado. Así, quedaron de
manif‌iesto las dif‌icultades que se presentan para conseguir precisión en la
observación y en la información o en la estimación de magnitudes de peso,
distancia y tiempo. Así, estableció que ni la observación ni el recuerdo eran
completamente f‌iables 5. Con estas investigaciones pretendió resaltar el rol de
la psicología y sus experimentos, los que podían tener un alto valor práctico
en los asuntos de la vida diaria, destacando que la medida de la precisión en
la observación y la memoria son de gran utilidad en los tribunales de jus-
ticia 6.
Por su parte, el psicólogo alemán William STERN, discípulo de EB-
BINGHAUS, realizó algunos de los primeros estudios experimentales controla-
dos sobre la psicología del testimonio y estuvo entre los psicólogos pioneros
en enfatizar explícitamente la importancia de su trabajo para el Derecho,
la pedagogía, la medicina e incluso la historia 7. Por sugerencia suya, en la
Universidad de Berlín se llevó a cabo un experimento que consistió en que
durante el desarrollo de un seminario del profesor Franz VON LISZT se simu-
ló un altercado entre dos personas, disputa que culminó con una de ellas
disparando un revolver contra la otra 8. Luego de ello, los presentes —que
4 E. F. LOFTUS, Eyewitness testimony, Cambridge, 1979, p. 53.
5 H. CARPINTERO, «Breve historia de la psicología jurídica», en AA.VV., Psicología jurídica, Eu-
genio Garrido, Jaume Masip y Carmen Herrero (coords.), Madrid, 2006, p. 53.
6 J. M. CATTELL, «Measurements of the accuracy of recollection», en Science, vol. 2, núm. 49,
1895, p. 761.
7 W. STERN, «Abstracts of lectures on the psychology of testimony and on the study of
individuality», en The American journal of psychology, vol. 21, núm. 2, 1910, p. 270. También S. L.
SPORER, «A brief history of the psychology of testimony», en Current psychological reviews, vol. 2,
núm. 3, 1982, p. 326.
8 S. L. SPORER, «Lessons from the origins of the eyewitness testimony research in Europe», en
Applied cognitive psychology, vol. 22, núm. 6, 2008, p. 739.

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