La teoría de la democracia de John Locke

AutorIan Shapiro
Páginas51-79
CAPÍTULO I
LA TEORÍA DE LA DEMOCRACIA
DE JOHN LOCKE
1. INTRODUCCIÓN
Aunque la tradición democrática es bastante más antigua, sus formulacio-
nes contemporáneas se suelen remitir a la discusión que sobre el concepto de
voluntad general elabora Jean-Jacques ROUSSEAU en su obra El contrato social,
de 1762. Joseph SCHUMPETER fue demasiado lejos al caracterizar a la de ROUS-
SEAU como la teoría «clásica» de la democracia, aunque solo sea porque la de
ROUSSEAU era más bien una perspectiva neoclásica, una adaptación para el siglo
XVIII de la teoría de la antigua Grecia según la cual la democracia no era otra
cosa que gobernar y ser gobernado por turnos. Muchos analistas han seguido a
SCHUMPETER y han considerado que ROUSSEAU es el padre de la teoría democrá-
tica, pero aquí defenderé que es John LOCKE quien merece tal distinción 1. LOC-
KE desarrolló los elementos de una concepción que, comparada con la de ROUS-
SEAU, resulta más realista, comprehensiva y atractiva y que ha gozado además
de mayor relevancia de cara al pensamiento democrático contemporáneo. Para
LOCKE, y de un modo mucho más fundamental que para ROUSSEAU, lo que exis-
te entre el pueblo y el gobernante es una relación de autorización, de ahí que
coloque en el centro de su concepto de legitimidad al acto por el que el pueblo
colectivamente autoriza. Además, de nuevo a diferencia de ROUSSEAU, LOCKE
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lite que los teóricos de la Elección Racional desacrediten la idea. Y la teoría de
1 Véase Joseph SCHUMPETER, Capitalism, Socialism, and Democracy (New York: Harper, 1942),
pp. 250-268.
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la democracia de LOCKE atesora otros elementos que, a partir de la idea básica
de la igualdad moral de los seres humanos, ofrecen un acercamiento más polí-
tico que metafísico a los desacuerdos morales y políticos y una sólida defensa
de la idea de que el principio de mayoría es el origen de la legitimidad institu-
cional.
Para algunos esta sugerencia mía tan discordante no será más que una com-
paración ofensiva con ROUSSEAU, ya que lo normal es presentar a LOCKE como
un teórico de los derechos individuales, no de la democracia. En el debate so-
bre los orígenes ideológicos de la Revolución Americana, por ejemplo, se sue-
len contraponer la perspectiva lockeana, centrada en los derechos, y la cívico
republicana que los Padres Fundadores tenían en mente. Ninguno de los prota-
gonistas de tal debate, sin consideración del lado en el que esté, estima que la
perspectiva de LOCKE sea democrática 2. A lo que hay que añadir que LOCKE
casi no dedicó espacio a discutir sobre la participación o sobre las instituciones
representativas, por lo que a primera vista considerarlo un teórico de la demo-
cracia parece una batalla perdida. Mi tesis, con todo, establece que la estructu-
ra profunda de la concepción que LOCKE tiene de la política es profundamente
democrática. Su concepción de la igualdad moral de las personas lo acerca más
al pensamiento democrático que al liberal, si bien en su caso no nos encontra-
mos con las características de «democracia fuerte» propias de las tradiciones de
la democracia participativa o de la deliberativa 3. Ocurre además que, desde un
punto de vista institucional, su defensa de los derechos individuales se encuen-
tra incardinada en el interior de la regla de la mayoría y se subordina a ella, lo
que pone en entredicho su papel histórico de teórico protoliberal de los dere-
chos. Este último argumento no es nuevo. Ya en 1940 Willmoore KENDALL notó
que la defensa que LOCKE hace de la mayoría ha de convivir en tensión con su
concepción de los derechos individuales 4. KENDALL lo interpretó como una
 LOCKE, pero a mi juicio no supo ver que la defensa
lockeana de la regla de la mayoría es parte de una perspectiva más amplia sobre
     
bien LOCKE no fue un teórico de la participación democrática, sí fue un teórico
de la legitimidad democrática innovador.
LOCKE fue históricamente un demócrata? Si bien se tra-
ta de una cuestión muy discutible 5, yo diría que sí en cierta medida. Aunque el
2 Para una discussion sobre este debate, véase mi «J.G.A. Pocock’s Republicanism and Political Theory:
A Critique and Reinterpretation», Critical Review 4, núm. 3 (primavera de 1990): 433-471.
3 Benjamin BARBER, Strong Democracy (Berkeley y Los Angeles: University of California Press, 1984);
James FISHKIN, Democracy and Deliberation: New Directions for Democratic Re form (New Haven: Yale
University Press, 1993); y Amy GUTMANN y Dennis THOMPSON , Democracy and Disagreement (Cambridge,
MA: Harvard University Press, 1998).
4 Willmoore KENDALL, John Locke and the Doctrine of Majority Rule (1940) (Urbana: University of
Illinois Press, 1965).
5 Véase Richard ASHCRAFT, Revolutionary Politics and Locke’s Two Treatises of Government (Prin-
ceton: Princeton University Press, 1986); Mark Goldie, «John Locke’s Circle and James II», Historical

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