Introducción. Democracy's place: una revisión

AutorIan Shapiro
Páginas15-50
INTRODUCCIÓN
DEMOCRACY’S PLACE: UNA REVISIÓN
1. LA DEMOCRACIA EN 1996
Democracy’s Place apareció en 1996, un momento embriagador para los
partidarios de la democracia en muchas partes del mundo 1. Habían pasado ya
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la gente comenzara a creer que aquello era real. La desilusión rusa con el
Oeste que seguiría al bombardeo de Kosovo y la posterior expansión quedaba
aún en el futuro, al igual que el sigiloso renacer del autoritarismo ruso que
hemos contemplado en los últimos años. Aún no estaba claro que la mayor
parte de las repúblicas asiáticas de la antigua Unión Soviética dejarían de imi-
tar las comparativamente sencillas transiciones a la democracia del Este de
Europa. Rusia todavía estaba aturdida tras la dramática transición de Gorba-
chov a Yeltsin, y buena parte de su población se vio atrapada en el campo
magnético del consumismo occidental. Si bien China no daba aún señales de
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capitalismo de mercado —alimentando muchas especulaciones sobre la cerca-
nía de la democratización—. En el antiguo mundo comunista la democracia
parecía ponerse en marcha.
No menos sorprendentes que las transiciones del antiguo bloque soviético,
en su mayor parte incruentas, eran los desarrollos que se producían en el sur de
África. Contra todo vaticinio, en 1990 el gobierno de apartheid de F. W. de
Klerk había liberado a todos los prisioneros políticos, legalizado el Congreso
1 Ian SHAPIRO, Democracy’s Place (Ithaca: Cornell University Press, 1996).
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Nacional Africano y acordado la celebración de unas elecciones que llevaron a
Nelson Mandela a la presidencia en abril de 1994. Los observadores más cer-
canos a la espiral de declive político y económico en Sudáfrica durante los años
ochenta difícilmente habrían apostado por semejante desenlace. Para diciem-
bre de 1996 la constitución provisional había sido reemplazada por una perma-
nente que fue ampliamente reconocida como una de las más progresistas del
mundo, a pesar de que no mucho antes el nuevo Tribunal Constitucional la
había devuelto al Parlamento para que se le realizaran una serie de cambios.
Esta probidad procedimental sugería que la nueva democracia sudafricana se-
ría respetuosa con el estado de derecho. Al norte, el devastador genocidio ruan-
dés que había acabado con la vida de más de 800.000 personas estaba amainan-
do. Robert Mugabe, por entonces recientemente reelegido Presidente de
Zimbabue, aún no había comenzado a dar muestras del corrupto dictador que
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que estaba dando sus primeros pasos un renacimiento africano 2.
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posiciones en los antiguos países soviéticos y en Sudáfrica, en otros lugares el
balance resultaba más desigual. En Oriente Próximo, las prometedoras negocia-
ciones entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina que habían
generado los Acuerdos de Oslo y su solución de dos Estados en agosto de 1993
habían sido desmanteladas por el asesinato de Isaac Rabin a manos de un dere-
chista insatisfecho en noviembre de 1995. En 1996 aún no se percibían con
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llegaría a deteriorarse cinco años después hasta degenerar en la Segunda Intifa-
da y una masiva escalada de la violencia con Hezbolá en el Líbano y Hamás en
Cisjordania y Gaza posteriormente. Aún estaba por llegar la enorme pérdida de
prestigio de los Estados Unidos en toda la región que siguió a la invasión de
Irak ordenada por George W. Bush en marzo de 2003, y todavía era posible que
con un poco de buena fortuna los Estados Unidos negociaran una solución.
En el mismo 1996 América Latina presentaba también un balance variopin-
to para los defensores de la democracia. Al avance democrático de los años
sesenta y setenta le había seguido una época de redemocratización, a pesar de
la década perdida por las crisis económicas en los años ochenta. Se habían
producido transiciones democráticas en varios países del Cono Sur y en El
Salvador, pero la herencia autoritaria no había sido erradicada por completo.
Augusto Pinochet, el arquitecto del golpe de 1973 en Chile y dictador autorita-
rio desde entonces, aún era el mando supremo de las fuerzas armadas, posición
que retuvo hasta su retiro al Senado en 1998. En 1992 el Presidente peruano
Alberto Fujimori había clausurado el Congreso, suspendido la constitución y
2 Thabo MBEKI, «I Am an African», discurso sobre la promulgación de la Constitución de Sudáfrica,
8 de mayo de 1996, http://www.polity.org.za/article/mbeki-i-am-an-african-adoption-of-sa-constitution-bill-
1996-08051996-2004-01-01 (última consulta el 22 de julio de 2009).
INTRODUCCIÓN 17
purgado el cuerpo judicial. Sin embargo, Fujimori obtuvo una confortable re-
elección con casi dos tercios de los votos en 1995, algo poco atractivo para
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la salud democrática a largo plazo. Había motivos para un cauto optimismo en
Venezuela. El golpe de Hugo Chávez de 1992 había fracasado, y su elección
como Presidente aún quedaba en el futuro. En México, las frágiles instituciones
democráticas habían sobrevivido en 1994 a la crisis del peso, dejando entrever
que la democracia mexicana tenía raíces más profundas que lo que muchos
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Presidente saliente Ernesto Zedillo admitió la derrota electoral del Partido Re-
volucionario Institucional, liderando el PRI en la primera cesión del poder tras
más de siete décadas.
En muchas democracias veteranas la competición política democrática pa-
recía disfrutar de plena salud en 1996. Poco tiempo atrás Italia y Japón habían
realizado importantes reformas electorales, sustituyendo unos sistemas que
muchos habían llegado a considerar que fomentaban la corrupción por otros en
los que un sistema mixto combinaba la representación proporcional con los
distritos de representante único. Nueva Zelanda había adoptado un sistema si-
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preferencias de los votantes 3. Dos años antes en los Estados Unidos los demó-
cratas habían perdido el control de las dos cámaras por primera vez en una
generación, y sin embargo Bill Clinton derrotó con comodidad a Bob Dole en
1996 y regresó a la casa Blanca. En Inglaterra, el corrupto y desanimado parti-
do conservador que John Major había heredado de Margaret Thatcher estaba
dando las últimas boqueadas y el carismático nuevo líder de un reinventado
partido laborista esperaba su turno entre bastidores. En India y Japón los mo-
nolíticos partidos que habían dominado la escena política durante largo tiempo
habían perdido sus monopolios políticos. Parecía que los politólogos podrían
   
partido dominante», especialmente inventada para ellos. Para quienes la com-
petencia y la alternancia en el poder son ingredientes vitales de la política de-

Un análisis más sistemático de las estadísticas también daba resultados
alentadores. Para 1996 había 81 democracias en el mundo, cifra en ascenso
desde las 59 del comienzo de la década, que a su vez habían supuesto un sus-
tancial incremento. Desde 1960 hasta mediados de los años ochenta el número
de democracias en el mundo había rondado la treintena. Aunque se acercaba al
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de democracias en el planeta parecía haberse estancado. En 1984 Samuel HUN-
TINGTON  
3 Véase Takayuki SAKAMOTO, «Explaining Electoral Reform: Japan versus Italy and New Zealand»,
Party Politics, 5, núm. 4 (1999): 419-438.

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