Tarde comencé a ser español'. Manuel Azaña, en el jardín de los Frailes, o la España constitucional contra la 'historiografía patriotera

AutorEnrique San Miguel Pérez
Cargo del AutorUniversidad Rey Juan Carlos. Madrid
Páginas57-72
“TARDE COMENCÉ A SER ESPAÑOL”.
MANUEL AZAÑA, EN EL JARDÍN
DE LOS FRAILES, O LA ESPAÑA
CONSTITUCIONAL CONTRA LA
“HISTORIOGRAFÍA PATRIOTERA
“TARDE COMENCÉ A SER ESPAÑOL”. MANUEL AZAÑA, EN EL JARDÍN DE LOS FRAILES...
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Universidad Rey Juan Carlos. Madrid
DOI: 10.14679/1579
1. MANUEL AZAÑA, HOMBRE DE ESTADO Y ARTISTA DE
REALIDADES
“En los días actuales, cuando una ola de cinismo invade el mundo, las
f‌i guras de mayor relieve en el centro y el occidente europeo son políticos
de tipo realista, quiero decir que son hombres más o menos profundamente
convencidos –yo no quiero dudar aquí de su sinceridad– de la perfecta
inanidad de la ética. Yo no creo que estos hombres hayan caído de otro pla-
neta, y que no representen corrientes de opinión más o menos impetuosas
de sus pueblos. Estoy convencido de todo lo contrario. Hoy, como ayer,
triunfa fácilmente el político cuando pone la vela para ser henchida por el
viento que sopla, nunca cuando pretende que sople el viento hacia donde
él caprichosamente pone la vela. Desde este punto de vista, la política ha
sido siempre un arte de realidades. He aquí lo que siempre ha de separar a
los hombres de Estado de los ideólogos puros”1.
Cuando Antonio Machado escribió su prólogo a la edición conjunta de
los cuatro principales discursos pronunciados por Manuel Azaña durante
la Guerra Civil española, los que tuvieron lugar en el Ayuntamiento de Va-
1 MACHADO, A.: “Prólogo”. AZAÑA, M.: Los españoles en guerra, pp. 7-12. Barcelo-
na.1977, p. 8.
Enrique San Miguel Pérez
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lencia el 21 de enero de 1937, en la Universidad de Valencia el 18 de julio
de 1937, en el Ayuntamiento de Madrid el 13 de noviembre siguiente, y en
el Ayuntamiento de Barcelona el 18 de julio de 1938, no compuso precisa-
mente una encendida oda propagandística, o un vibrante llamamiento bélico,
sino un muy meditado ejercicio de ref‌l exión desde el análisis y consiguiente
elogio del realismo político representado por el presidente de la República.
Un realismo construido acudiendo al talento y a la creatividad del artista,
pero, sobre todo, con imprescindible lucidez, desde el sentido del deber y de
la responsabilidad, la vocación de servicio público, y la madurez de quien,
en medio de las más aciagas circunstancias en la historia de España, había
pugnado por comportarse, y se comportaría hasta el cese en el ejercicio de
sus competencias constitucionales, como un hombre de Estado.
En Mi rebelión en Barcelona, Manuel Azaña sostenía que “la virtud
cardinal de la vida pública es la presencia de espíritu”, entendida como “una
imaginación vigilante e instruida” que sabía anticiparse, por no decir repre-
sentar, “el curso verosímil de los acontecimientos”. Es decir: la imaginación
y la capacidad de anticipación como cualidades políticas eminentes. Por eso,
mantenía Juan Marichal en La vocación de Manuel Azaña, el hombre de
Estado alcalaíno sostenía que no se podía hacer política sin saber historia,
pero haciendo historia para ganar una España mejor. Y, también por eso,
Manuel Azaña, cuya única novela fue una elaboración histórica inspirada
en su propia familia de liberales doceañistas, Fresdeval, se internó de ma-
nera resuelta y apasionada, y desde su juventud, en el examen de la historia
de España. Un examen que ya en su ensayo sobre el Idearium español de
Ángel Ganivet había depositado su atención sobre una propuesta política e
institucional que habría de convertirse en uno de sus centros permanentes
de pensamiento y de revisión historiográf‌i ca y política: la revolución de las
Comunidades de Castilla, en cuyos planteamientos, af‌i rmaba el jurista de
formación y de visión del mundo, “todo… respira sensatez, cordura, aplo-
mo: contienen planes de buen gobierno, reformas en la administración, y
no están exentos de pesadez legalista” 2.
2 AZAÑA, M.: Plumas y palabras. Barcelona. 1976, p. 40, Fresdeval. (Novela) Valencia.
1987, pp. 87 y ss., y Mi rebelión en Barcelona. Madrid. 2021, p. 63. Vid. igualmente MARI-
CHAL, J.: La vocación de Manuel Azaña. Madrid. 1968, p. 59.

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