Sócrates: de la autoridad o el modelo de eficiencia

AutorIgnacio L. Moheno
Páginas207-311
207AUTORIDAD, POLÍTICA Y DEMOCRACIA UNA TEORÍA ORGANIZACIONAL DEL ESTADO
Esto es lo que es memorable y característico en Sócr ates: lleva
su crítica al extremo, pero nunca cesa de rec onocer una autoridad
absoluta que podría llamarse la verdad, el bien o la razón.
Karl Jaspers (Sócra tes)
… Sócrates no ha dicho, ni es fácil decir, cuál haya de ser la
posición de los ciudadanos en la organización total de la república…
Aristóteles (Política)
1. Dos acepciones de la ef‌iciencia
Como concepto, si bien la ef‌iciencia tiene un amplio desarrollo teó-
rico desde varias disciplinas (principalmente, desde la economía), adolece
de una falla fundamental: ignora la presencia de las reglas formales que
garantizan el cumplimiento de los compromisos entre los agentes. Enten-
dida genéricamente, y puesto de manera lacónica, la ef‌iciencia remite a la
relación exitosa entre medios y f‌ines. Se trata, sin lugar a dudas, de una co-
rrespondencia cuyos resultados son tangibles, económicamente provecho-
sos (de lo contrario, se tendría la prueba de que esa relación no es ef‌iciente),
pero que depende de la existencia de un marco de normas aceptadas, las
instituciones, que den certeza a los participantes en la relación acerca del
comportamiento esperado de los otros. De otro modo, cualquier intento
exitoso de ganancia se enfrentará a las ambiciones legítimas de los demás
con un resultado previsible: la intromisión indebida de unos sobre los espa-
cios de acción de los otros. Basta, para visualizar la situación, con imaginar
el paso del estado de naturaleza al estado civil que omas Hobbes heredó a
CAPÍTULO III
Sócrates: de la autoridad
o el modelo de ef‌iciencia
CAPÍTULO III
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IGNACIO L. MOHENO
la discusión f‌ilosóf‌ica. En cierto sentido, la mirada hobbseana es tan dramá-
tica como reducida. Cuando un orden determinado se funda en la libertad
corporal y material del hombre, no requiere más que un contrato para f‌ijar
los límites de las relaciones entre individuos igualmente libres, y elevar ese
contrato a la sociedad entera (el contrato social) a efecto de crear un ente
artif‌icial con capacidad para crear y aplicar la ley a todos por igual y garanti-
zarles, de esa manera, seguridad física contra las intromisiones indebidas de
los otros.443 La utilidad económica vendrá como efecto de las garantías que
ofrece a las operaciones productivas esa estructura de autoridad basada en
la ley. Solo si existe esa base económica, y bajo condiciones institucionales
adecuadas de redistribución del ingreso, habrá lugar para el bienestar mate-
rial generalizado del ser humano. Pero esto es apenas la condición necesaria
para hablar de la existencia del Estado como organización.
La condición suf‌iciente viene dada por las garantías legales que con-
duzcan al cumplimiento de las relaciones contractuales de los individuos
entre sí o, en su defecto, al pago de las consecuencias. Sin el factor normati-
vo, no hay cálculo económico que valga, es decir, no importa cuán ef‌iciente
sean los agentes económicos en su actividad lucrativa si, al f‌inal del día,
pueden perderlo todo. No hay orden económico sin orden legal. En cambio,
la concordancia de ambos órdenes se traduce en orden político, es decir, en
una estructura institucional. En otras palabras, las instituciones se erigen
en guardianes del orden económico, orden que precede al legal, así sea solo
conceptualmente. En esta lógica, la ef‌iciencia, en el sentido amplio que aquí
se pretende, encuentra cabida: es la condición suf‌iciente. La ef‌iciencia ase-
gura un apropiado balance entre medios y f‌ines, entre recursos disponibles
y objeto económico a producir. Sin ella, sería imposible la satisfacción de las
necesidades materiales. Pero más importante aún, la ef‌iciencia en sentido
443 Aclaro que me ref‌iero no al estado de naturaleza per se, en el que los agentes no
cuentan con incentivos para cooperar. Hablo del paso del estado de naturaleza al
artif‌icial estado civil, proceso que exige la formalización de un contrato como re-
sultado de cada uno haberse dado cuenta, racionalmente, de que, de otro modo,
perecerán. Hobbes ignora por completo la necesidad de normas ya existentes que
soporten el contrato. En el estado de naturaleza cada quien puede tomarse la justi-
cia por propia mano, de modo que no hay ley que valga. Y sin embargo, el contrato
necesita normas previamente emitidas en las cuales soportar su validez (ver : abajo).
SÓCRATES: DE LA AUTORIDAD O EL MODELO DE EFICIENCIA
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amplio requiere la base de reglas que permite cierta normalidad, estabili-
dad, en el intercambio económico y que, juntas, ley y economía, dan lugar a
la ef‌iciencia. En ese sentido, si un orden es ef‌iciente también es institucional,
y viceversa.
Conviene insistir un poco más. Esta concepción amplia de ef‌iciencia
lleva en su seno la ef‌iciencia en un sentido mínimo: el cálculo de los recur-
sos necesarios para producir cosas cuya compraventa generará utilidades,
de modo que el capital inicial pueda reproducirse y, a su vez, generar ganan-
cias. No hay intercambio económico sin ese cálculo de costos y benef‌icios.
En condiciones de equilibrio general, en el que no hay intervención externa,
el proceso descrito implica la asignación óptima de los recursos disponi-
bles entre los distintos agentes, de modo que estos producirán, cada uno, la
cantidad máxima posible dadas las cantidades máximas posibles produci-
das por los otros agentes. Para ello, es necesario considerar condiciones de
información perfecta para que los agentes incorporen en sus cálculos los
rendimientos decrecientes con cada unidad adicional de recursos invertidos
o de mano de obra utilizada; los costos de oportunidad, que condicionan las
decisiones económicas; las preferencias de los consumidores, que inciden
en el tipo y la cantidad de bienes producidos; el costo de la fuerza de trabajo;
las tasas de interés; el ahorro y la inversión. Todos esos elementos juntos,
contribuyen a determinar la distribución de recursos en un arreglo econó-
mico óptimo, es decir, ef‌iciente en sentido mínimo.444 Es el equivalente del
óptimo de Pareto, según el cual la distribución de recursos (y la producción)
implica que la ganancia de unos no se traduce en la pérdida de otros.445
En la práctica, sin embargo, en virtud de que los agentes toman sus
decisiones en condiciones de información imperfecta y, sobre todo, con la
intención racional de maximizar su propia utilidad, pierden de vista el bien
colectivo, con la consecuencia de que empeora la situación de todos los par-
ticipantes. Mientras el bien colectivo incluyente esté ahí para disfrutarse
444 Stanley Fischer y Rudiger Dornbusch, trad. Luis Toharia Cortés, Economía (Méxi-
co: McGraw-Hill, 1985), 539 y ss.
445 Steven T. Call y William L. Holahan, Microeconomía (México: Grupo Editorial Ibe-
roamérica, 1985), 501 y ss.

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