La sentencia indeterminada: entrada al mundo académico

AutorEnrique Roldán Cañizares
Páginas75-130
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capíTulO II
LA SENTENCIA INDETERMINADA:
ENTRADA AL MUNDO ACADÉMICO
El derecho penal hispánico vivió un antes y un después bien comenzado
el siglo XX con la llegada de nuestro jurista. Estudiante ejemplar, cuya te-
sis doctoral supuso una innovación en la vida penal española, no tardaría en
viajar por Europa para imbuirse de las nuevas corrientes penales que atrave-
saban el viejo continente y que tan poca impronta tenían en una España que
aún intentaba superar la crisis nisecular.
En un contexto marcado por la lucha de escuelas penales, que Bernaldo
de Quirós denominó como “primavera sagrada”1, Jiménez de Asúa se erigió
como un autor innovador, tanto en el mundo jurídico como en el docente,
cargando las páginas de sus trabajos con las más modernas direcciones del
derecho penal, e imprimiendo en sus lecciones una metodología que buscaba
romper con las clases magistrales que venían dominando las cátedras espa-
ñolas. Las tres primeras décadas del siglo XX conformaron un periodo de-
nitorio de su toma de posición jurídica, llamada en pocos años a desempeñar
un papel central, aunque tristemente olvidado, dentro del ámbito jurídico y
académico español.
1. esTudIanTe y dOcTOrandO eJemplar
Como profesor universitario, Jiménez de Asúa siempre fue partidario de
la asistencia a clase de los alumnos. Entendía que el derecho no era más fácil
que el estudio, por citar un ejemplo, de la medicina, donde la concurrencia a
las aulas sí era obligatoria. Consideraba que había que acabar con la creencia
de que el alumno podía estudiar en su casa, sin pisar la Universidad salvo en
el momento clave del examen, ya que la comprensión correcta de las nociones
jurídicas requería de una cooperación constante entre alumnos y profesores2.
Sin embargo, cuando inició sus estudios en la Universidad Central el 1 de oc-
tubre de 1905, se matriculó como alumno libre. Este hecho, que Martínez Val
1 Acto académico en honor del profesor Luis Jiménez de Asúa. Entrega del título
Honoris Causa por la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1959, p. 31.
2 Luis Jiménez de Asúa, “Consideraciones sobre la enseñanza del derecho penal”, en
Revista de derecho penal, p. 56.
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no achacó a la desidia del alumno, sino a la necesidad de compaginar trabajo
y estudio3, se agravó con la muerte de su padre el 2 de febrero de 1908, cuan-
do contaba con 18 años.
Un repaso de las calicaciones obtenidas durante su época estudiantil da
buena muestra de la inclinación del joven estudiante por el derecho penal: in-
dependientemente del hecho de contar con un expediente encomiable, desta-
ca la obtención de la calicación sobresaliente-matrícula de honor en derecho
penal y en estudios superiores de derecho penal y antropología criminal (úl-
tima asignatura del periodo de doctorado)4. Teniendo en cuenta estos datos,
podría pensarse que su decantación por el derecho penal se debió al profeso-
rado que le impartió la asignatura. Sin embargo, Jiménez de Asúa explicó que
tuvo como profesor a un “mediocre catedrático de derecho penal (José Valdés
Rubio, si me atengo a las fechas en las que nuestro autor cursó el grado de
derecho), siendo Las nuevas teorías de la criminalidad5, de Constancio Ber-
naldo de Quirós, el libro que decidió su destino profesional6.
El colofón al estudio de la carrera de derecho fue la obtención del premio
extraordinario de licenciatura, alcanzado tras contestar por escrito a lo largo
de ocho folios el siguiente tema: “La justicia y la caridad en la guerra. Los Tra-
tados de Arbitraje. De la regulación, la declaración y la ejecución de la guerra.
De las Conferencias de Paz, de la celebrada recientemente en Londres y de
los Acuerdos de la Comisión Permanente de la Haya”7. Al poco tiempo de que
comenzase la I Guerra Mundial, Jiménez de Asúa se licenciaba así en derecho
escribiendo sobre la justicia en la guerra y culminaba los pasos necesarios
para comenzar el doctorado en el seno de la Universidad Central.
3 José María Martínez Val, “En el centenario: Luis Jiménez de Asúa (1889-1970)”, en
Boletín del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, nº 4 julio-agosto 1989, p. 66.
4 Expediente universitario de Jiménez de Asúa de la Universidad Central, AGUCM
P-0555, 7.
5 En este trabajo, publicado originariamente en 1898 y reeditado en 1907, Constancio
Bernaldo de Quirós realizaba un estudio de las nuevas corrientes que buscaban el predo-
minio en las ciencias sociales. Se puede encontrar en el libro un análisis de las doctrinas de
Karl Röeder, Franz von Liszt, Pedro Dorado Montero (quien a la postre inuiría en gran
modo sobre Jiménez de Asúa) y fundamentalmente de la triada positivista: Cesare Lom-
broso, Enrico Ferri y Raffaele Garofalo. vid. Bernaldo Constancio de Quirós, Las nuevas
teorías de la criminalidad, 2ª ed. Imprenta de la Revista de legislación y jurisprudencia,
Madrid, 1908.
6 Luis Jiménez de Asúa, La sentencia indeterminada, 2ª ed., pp. 23-24.
7 José María Martínez Val, “En el centenario: Luis Jiménez de Asúa (1889-1970)”, p. 67.
DERECHO PENAL, REPÚBLICA, EXILIO
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El camino hacia el doctorado no fue tan claro como se podría pensar, ya
que en un primer momento no encontró el apoyo familiar esperado debido a
la frágil situación económica de una familia que había perdido al padre poco
tiempo atrás. Cuenta el propio Jiménez de Asúa que, una vez licenciado, y
con los 20 años recién cumplidos, sus tíos maternos le incitaron a dedicarse a
una profesión que le proporcionara rédito inmediato como la judicatura o la
abogacía del Estado. No obstante, él tenía claro que su porvenir pasaba por la
combinación de las que se habían convertido en sus dos pasiones: el derecho
penal y la docencia. Su madre, algo más sensible y con una “inteligencia y
liberalismo [que] corrían parej[os]”8, permitió que siguiera adelante con su
vocación.
Entre la necesidad acuciante de ayudar económicamente en su casa y la
pasión por la enseñanza y el derecho penal, Jiménez de Asúa encontró el
equilibrio perfecto. Al mismo tiempo que se iniciaba en los estudios del doc-
torado de la mano de Leopoldo Palacios9, comenzó a trabajar en la Academia
Matritense de Derecho, donde no solo estuvo encargado de la enseñanza del
derecho penal, sino también de otras ramas jurídicas. Esta situación, enojosa
en un primer momento, la terminó viendo como una bendición, ya que le
permitió profundizar en asignaturas alejadas del derecho penal de un modo
distinto al que lo había hecho como estudiante10. Lo cierto es que el trabajo en
la Academia de Derecho le supuso entre los años 1909 y 1910 unas ocho horas
de labor diaria, además de las cuatro o cinco horas que dedicaba a la prepara-
ción de las lecciones. El desempeño en una academia que veía como una “fá-
brica de preparar jóvenes ricos a n de que salieran boyantes en la prueba de
los exámenes de leyes”11 le impedía prestar toda la atención necesaria al desa-
rrollo de su tesis doctoral, una situación que cambió a partir de 1911, cuando
el descenso de la carga laboral le permitió concentrarse en su investigación.
En este hecho jugó un papel fundamental la buena relación que Jiménez de
Asúa mantenía con el director de la Academia Matritense de Derecho, Isidro
Navarro, quien además de permitirle que redujera su carga horaria, le puso
en contacto con un amigo directo, Laureano Díez Canseco, que recientemente
8 Luis Jiménez de Asúa, La sentencia indeterminada, p. 24.
9 Ibíd., p. 23
10 Mercedes Briel, “Algunos datos biográcos del maestro Luis Jiménez de Asúa”,
FPI, ALJA 458 – 10, p. 43.
11 Luis Jiménez de Asúa, La sentencia indeterminada, p. 24.

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