Las primeras formas de expresión jurídica de la pobreza consagrada. Las primeras Reglas monásticas

AutorIglesia Monje, María Isabel de la
Páginas17-41
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I. Las primeras formas de expresión jurídica
de la pobreza consagrada.
Las primeras Reglas monásticas
Nuestro primer paso en este trabajo, que busca ahondar en la naturaleza, sen-
tido, e implicaciones del estatuto de pobreza personal de los religiosos, con una
especial atención a las relaciones que se produzcan con el Ordenamiento jurídico
español, creemos que nos debe llevar a los orígenes mismos de este estatuto.
Vamos a tratar de mostrar cómo, desde los inicios mismos de la Vida Religio-
sa, uno de sus componentes esenciales, la pobreza consagrada, recibió una confi-
guración jurídica que, en sus elementos nucleares, trazaba ya un estatuto jurídico-
patrimonial muy similar al actual, especialmente en lo que toca a los religiosos de
votos solemnes o, en la terminología del CIC 1983, a aquellos que por la naturale-
za del Instituto deben renunciar totalmente a sus bienes (can. 668).
Nuestra investigación nos va a mostrar también cómo, ya desde los orígenes
de la Vida Religiosa, la interrelación entre los dos Ordenamientos jurídicos, el
civil y el canónico, está presente. En efecto, la Autoridad civil del Imperio roma-
no consideró conveniente regular, en sede civil, los efectos jurídico-patrimonia-
les derivados del ingreso en un monasterio. Así, el religioso va a ver regulada
una esfera de su vida, la relación con los bienes materiales, por dos Ordena-
mientos distintos, el civil y el canónico. Esta doble sujeción formará parte, hasta
hoy, de la problemática propia de la pobreza de los religiosos.
La ausencia, casi total, de estudios monográficos acerca de la vertiente his-
tórica estrictamente jurídica de la pobreza de los religiosos nos obligará a un
contacto más estrecho con las fuentes.
I-1. P    . NUDUM CHRISTUM NUDUS
SEQUERE
El recuerdo de los hechos y las palabras del Maestro invitando a los discípu-
los a un distanciamiento de los bienes temporales permaneció vivo en la memo-
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Miguel Campo Ibáñez
ria de los creyentes. San Jerónimo (340-420), cifrará la pobreza evangélica en
«nudum Christum nudus sequere» 1.
Los pasajes evangélicos relativos a la pobreza se convirtieron pronto en tex-
tos especialmente inspiradores para la comunidad de los creyentes. Estos textos
serán leídos y escuchados por los cristianos de los primeros siglos como una
vocación especial, como llamada al seguimiento e imitación de Cristo.
Mateo 19, 16-30 2, con sus paralelos en Mc 10, 17-28 y Lc 18, 19-27, serán
los textos de referencia para los Santos Padres a la hora de presentar la pobreza
evangélica.
Los demás escritos del Nuevo Testamento recogen, de forma elocuente, las
enseñanzas recibidas por los Apóstoles acerca de la pobreza: Sant 1, 10.11, Sant
5, 1-6, 1 Tim 6, 9.10, y 2 Cor 8, 9.
San Pablo da cuenta de la vida pobre y austera del apóstol de Cristo 3. La
Tradición cristiana dará testimonio de la vida de pobreza practicada por los
Apóstoles y los Varones Apostólicos 4. Ya en el siglo II, la Doctrina de los Doce Após-
toles 5 recogerá la especial relación de los apóstoles con el dinero, signo de su
fidelidad y autenticidad.
Pero no sólo los Apóstoles, toda la comunidad cristiana recibió, al menos
como ideal, el valor de la pobreza tal y como aparece en el Nuevo Testamento.
La comunidad de Jerusalén, Hch 4, 32 ss. constituye el punto de referencia al
1 S J (340-420), Ep. 125, n.2, PL 22, 1085.
2 Mt 19, 16-30: «En esto se le acercó uno y le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para conseguir
la vida eterna?” Él le dijo: “¿por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. “¿Cuáles?” –le dice él-. Y Jesús dijo: “No matarás,
no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y
amarás al prójimo como a ti mismo”. Dícele el joven: “todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?”
Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un te-
soro en los cielos; luego, ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque
tenía muchos bienes. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Yo os aseguro que un rico difícilmente
entrará en el Reino de los cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una agu-
ja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro,
decían: “Entonces, ¿quién se podrá salvar?” Jesús, mirándolos fijamente, dijo: “Para los hombres eso
es imposible, mas para Dios todo es posible”». Biblia de Jerusalén, Ed. Española, traducción de Mateo
por M. Revuelta, Bilbao 1975.
3 1 Cor 4, 11-13; 2 Cor 11, 7-9.
4 «Efectivamente, muchos de los discípulos de entonces, heridos en sus almas por la palabra di-
vina con un amor muy fuerte a la filosofía, primeramente cumplían el mandato salvador repartiendo
entre los indígenas sus bienes, y luego emprendían viaje y realizaban obra de evangelistas». E
 C, Historia Ecclesiastica, I, Texto, versión española, introducción y notas por A. Velasco Delgado, III,
37. [De los evangelistas que todavía entonces se distinguían], Madrid 1973, 187.
5 XI, 4, 12; XIII, 1, 27-31: La Doctrina de los Doce Apóstoles y Cartas de San Clemente Romano, versión y
notas de D. Ruiz Bueno, Madrid 1946, 45-50.

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