Notas acerca de la verdad en el proceso

AutorMichele Taruffo
Páginas89-153
NOTAS ACERCA DE LA VERDAD EN EL PROCESO 89
CAPÍTULO III
NOTAS ACERCA DE LA VERDAD EN EL PROCESO
1. EL RETORNO DE LA VERDAD
En los años de lo que se ha def‌inido ef‌icazmente como «embriaguez pos-
moderna» 1 y como deconstructionist vortex 2, el concepto de verdad, junto a
muchos otros conceptos, como los de razón, historia y conocimiento, fue deja-
do de lado como un instrumento superado en el que ya no era posible conf‌iar.
Se dijo, por ejemplo, con LY O T A R D , que la condición postmoderna se fundaba
en el rechazo de las Grand Narratives, entre las cuales se incluía la Verdad
(con mayúscula) 3. La tesis que defendía la proscripción de la verdad en el
discurso f‌ilosóf‌ico y en cualquier discurso, fue sostenida con máxima decisión
por Richard RO R T Y , según quien hablar de verdad sería un sinsentido, dado
que la verdad no sería otra cosa que aquello sobre lo que un grupo de razona-
bles amigos dialogantes está de acuerdo. La idea de verdad, como ocurrió con
muchas otras ideas, fue deconstruida hasta volverla inservible para cualquier
uso: en el postmodernismo terminó por dominar una actitud cínica hacia la
verdad, como hacia la objetividad y el conocimiento 4. Susan HA A C K —una
de las voces más importantes de la epistemología contemporánea— def‌ine
precisamente como New Cynics a la variopinta pandilla, que incluye a sociólo-
gos radicales, feministas, multiculturalistas, teóricos radicales de la literatura,
1 Para esta expresión, cfr. CU S U M A N O , 2007: 220.
2 Cfr. WI L L I A M S , 2002: 3.
3 Cfr. LYO T A R D , 1979: 6. Sobre el pensamiento de LY O T A R D al respecto, cfr., p. ej., LITO WI TZ ,
1997: 10, 13, 110; NO R R I S , 1990: 7, 24; 2005: 86. Sobre la crisis de las Grand Narratives, cfr. también
FE L D M A N , 2000: 29.
4 Cfr. LY N C H , 2004: XIV.
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semiólogos y otros que han predicado la crisis de los grandes conceptos tradi-
cionales, que han negado que cualquier concern for truth tenga sentido, y que
han dado lugar a una almost orthodoxy que ha representado la moda cultural
de los últimos decenios 5. Al mismo tiempo, se af‌ianzó también la tendencia
a sostener la existencia de múltiples verdades, según los puntos de vista y los
grupos sociales de pertenencia 6, así como la noción de que es la aceptación por
un número suf‌iciente de personas lo que hace verdadera a una narración 7.
Éste es, por supuesto, sólo uno entre otros muchos aspectos distintivos de
una temporada cultural especialmente compleja, y más bien curiosa, que aquí
no puede ser analizada como merecería. Sin embargo, vale la pena mencionar
—naturalmente sin ninguna pretensión de exhaustividad— algunas, al menos,
de las paradojas que la caracterizan, y que están conectadas de varias maneras
con la «cuestión» de la verdad.
Se sostuvo, por ejemplo, que la ciencia y los conocimientos científ‌icos
debían ser dejados de lado para ser sustituidos por la sociología de la ciencia,
como si las connotaciones sociales del científ‌ico fueran el único criterio para
evaluar la validez de sus descubrimientos 8. Por otro lado, los «constructi-
vistas» radicales redujeron los resultados de las investigaciones científ‌icas al
rango de meras construcciones mentales de los científ‌icos, negando de este
modo que tales resultados pudieran tener cualquier conexión con los fenóme-
nos empíricos a los que hacían referencia 9. Por otra parte, remedos simplistas
de la teoría kuhniana de las revoluciones científ‌icas 10 terminaron por favo-
recer un escepticismo y un relativismo radicales 11, en virtud de los cuales,
dado que los paradigmas de la ciencia pueden cambiar, entonces cualquier
paradigma vale lo mismo que otro y ninguno puede reclamar particulares pre-
tensiones de verdad. La paradoja inherente a estas concepciones es evidente:
cada uno tiene su propia verdad 12, de manera que nadie comete errores 13 y
cualquier construcción del mundo es verdadera para los que creen en ella. Por
consiguiente, se podría decir que hubo un tiempo (que tal vez no ha terminado
todavía) en que era verdadero que los negros eran f‌isiológicamente inferiores a
los blancos 14, y también hubo un tiempo (tal vez tampoco terminado del todo,
5 Cfr. HA A C K , 2007a: 20.
6 Al respecto, cfr., p. ej., FE L D M A N , 2000: 39.
7 Cfr. FE L D M A N , 2000: 159, con respecto a la teoría norteamericana del derecho.
8 Cfr. WI L L I A M S , 2002: 3. Para una amplia y demoledora crítica de esta línea de pensamiento, cfr.
HA A C K , 2007a: 180, que habla de cynical sociology of science.
9 En el ámbito de las concepciones constructivistas, cfr., p. ej., ARB I B y HE S S E , 1986; WAT Z L AW I C K ,
1988. Sobre las diversas tendencias constructivistas, cfr., en particular, los análisis críticos de HAC K I N G ,
1999: 44, 59, 63, 128, y de GO L D M A N , 1999: 10, 20, 251.
10 Para un análisis crítico del pensamiento de KU H N al respecto, cfr. HA A C K , 2007a: 42.
11 Cfr. LY N C H , 2004: 35. Para un análisis reciente de las concepciones relativistas, cfr., además,
MA R C O N I , 2007: 49, 57, 64.
12 Cfr. LY N C H , 2004: 35.
13 Cfr. ibid.: 38.
14 Cfr. ibid.: 43.
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o no para todos) en que era verdad que la tierra era plana y que el sol giraba
alrededor de ella. Del mismo modo, se podría decir que dado que la teoría as-
tronómica del cardenal Bellarmino estaba respaldada por un fuerte consenso
—mejor dicho, por la autoridad de la Iglesia—, esta era verdadera al menos en
la misma medida que la de Galileo, si es que no más, y lo siguió siendo hasta
la reciente retractación de la Iglesia sobre el caso de Galileo 15. De un modo
similar, que revela también cuán difundida está todavía la idea de la relativi-
dad cultural de la verdad, se ha dicho que «una sentencia actual, que resuelve
sobre la determinación de los hechos sobre la base de pruebas rigurosamente
científ‌icas, no es de por sí más justa que la decisión pronunciada, en otros con-
textos culturales y sociales, sobre la base de la ordalía del fuego», y que «los
hechos determinados como resultado de una ordalía, en las sociedades que la
practicaban, eran indiscutiblemente verdaderos» 16.
Las paradojas se presentaron en muchas áreas de la f‌ilosofía 17, y no con-
cernieron sólo a la ciencia 18, aunque afectaron de modo particular al problema
de la verdad. La dif‌icultad de los matemáticos para determinar si sus cálculos
eran «verdaderos» (es decir, si existían o no «entes» matemáticos descritos
por los cálculos) 19, en conjunto con los otros factores ya indicados, indujo a
muchos a replegarse hacia una concepción radicalmente «contextualizada» de
la verdad, según la cual la verdad de un enunciado podría determinarse sola-
mente en función de su coherencia con los demás enunciados que constituyen
el contexto en el que aquél se inserta 20. De este modo era posible salvar algún
signif‌icado para la idea de verdad, aunque se volvía def‌initiva la separación
entre el conocimiento y el mundo. En efecto, cualquiera que fuera el sentido
de la concepción coherentista de la verdad en el ámbito de la matemática y
de las teorías científ‌icas, ésta terminaba por privar de sentido a la hipótesis
relativa a la existencia misma del mundo externo, proponiendo un revival de
la concepción escéptica que se remonta al menos al genio maligno de DE S -
C A RT E S 21. Se negaba así la posibilidad de un conocimiento relativo a cual-
15 Al respecto, cfr. MA R C O N I , 2007: 15.
16 Cfr. CAV A L L O N E , 2008a: 950 y 973.
17 Una paradoja interesante, entre muchas otras, se relaciona con el éxito del pensamiento de
Martin HE I D E G G E R en la cultura f‌ilosóf‌ica italiana. Fue, en efecto, la cultura progresista la que impuso
a HE I D E G G E R como modelo, no sólo olvidando la explícita adhesión del f‌ilósofo al régimen nazi, sino
sobre todo no teniendo en cuenta las implicaciones sustancialmente nazis de su f‌ilosofía (sobre las cua-
les, cfr. FA Y E , 2006: 439 ss.; 2005). No por casualidad Gianni VAT T I M O , quien fue uno de los mayores
responsables de la difusión de la moda heideggeriana, ha sido incluido entre los «heideggerian apostles
of unreason» (cfr. NOR R I S , 1990: 164).
18 Recientes exposiciones de los problemas concernientes a la verdad de las teorías científ‌icas se
pueden encontrar en CAS T E L L A N I , 2005: 13; MAS S I M I , 2005: 35; AGA Z Z I , 2007: 97; MA R S O N E T , 2007:
145.
19 Cfr. WI L L I A M S , 2002: 137; MA R C O N I , 2007: 4.
20 Sobre las teorías coherentistas de la verdad, cfr., p. ej., LYN C H , 2004: 54, 90, 246; AM O R E T T I y
MA R S O N E T , 2007: XV; NANNINI, 2007: 55; GOL D M A N , 1999: 45. Para una articulada crítica del coheren-
tismo, cfr., p. ej., HA A C K , 1993: 52.
21 Cfr., al respecto, LY N C H , 2004: 21 ss.

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