Exclusión versus inclusión

AutorMaría Josefa Vázquez Fernández
Cargo del AutorDra. en Ciencias del Trabajo, Licenciada en Ciencias del Trabajo, Diplomada en Trabajo Social. Profesora en el Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Investigadora adscrita al grupo oficial PAI (Plan Andaluz de Investigación) SEJ-452, Secretaría de Universidades, Consejería de Innovación, ...
Páginas803-819
EXCLUSIÓN VERSUS INCLUSIÓN
María Josefa Vázquez Fernández287
CASO 1. MUJER JOVEN CON ABANDONO Y FRACASO ESCOLAR, EN RIESGO DE
EXCLUSIÓN SOCIAL
Se trata de una joven de veintidós años, la mayor de dos hermanos, cuyo padre padeció
problemas de alcoholismo desde que ella era pequeña. Su hermano, siete años menor que ella,
sufre parálisis cerebral desde su nacimiento, por lo cual se ha visto obligada a faltar muchos
días al colegio para cuidarlo, cuando su madre tenía que salir de casa a realizar compras o
gestiones diversas. Además, la familia, carente de recursos económicos debido a la inestabilidad
laboral y a los problemas de alcoholismo de su padre, también obligaba a la niña desde que tenía
trece años a ir a trabajar con este en la recogida de naranjas, por lo que se ausentaba con
frecuencia del colegio. Cabe destacar que para ella dichas ausencias escolares no constituían
ninguna dificultad, sino una liberación, ya que desde el primer curso de la ESO había quedado
atrasada en los estudios, faltaba con frecuencia y se sentía muy incómoda y desmotivada en el
aula; pertenecía al grupo de los que, según ella, no se enteraban casi de nada, de los torpes, de
los que, situados en la última fila de la clase, se dormían, escuchaban música, dibujaban o
preparaban travesuras mientras el resto de alumnado estudiaba.
Por otra parte, sufría con la situación familiar y escolar porque, según afirma, a ella le hacía
ilusión desde pequeña estudiar, obtener altas calificaciones y “algún día, formar parte de los
listos de la sociedad y de los que tienen una buena profesión”.
Cuando recuerda su época de estudiante, lo hace con amargura, con sentimientos de rabia y
crítica hacia el sistema escolar y hacia algunos de los profesores, de los cuales recuerda que en
clase, cuando algunos no atendían, “gritaban y dando g olpes en la pizarra con el borrador,
repetían una y otra vez: ‘callaros, callaros, callaros”, lo cual la ponía muy nerviosa.
Es comprensible que el cúmulo de problemas que la joven experimentaba la condujera a perder
toda motivación por los estudios, hasta el punto de que a los quince años faltaba con frecuencia
a clases, al menos tres días a la semana, hasta que desapareció por completo. Según ella, la
287 D ra. en Ciencias del Trabajo, Licenciada en Ciencias del Trabajo, Diplomada en Trabajo Social. Profesora en el
Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Investigadora adscrita
al grupo oficial PAI (Plan Andaluz de Investigación) SEJ-452, Secretaría de Universidades, Consejería de Innovación,
Ciencia y Empresa. Experta en intervención social e inserción sociolaboral de colectivos en riesgo o situación de exclusión
social. Fundadora del Centro Aluesa de prevención y rehabilitación de la ludopatía y directora del mismo durante once
años y terapeuta en el mismo centro.
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situación era tan insostenible a nivel personal, agravada por la necesidad que la familia tenía
de ella para el cuidado de su hermano, que el último curso casi no apareció por el colegio, sin
encontrar por ello ningún tipo de represalias por parte de este.
Al cumplir diecisiete años, una de sus tías le habló de un centro de formación ocupacional que
existía en la ciudad288, al que acudían jóvenes provenientes del fracaso escolar que deseaban
formarse en el aprendizaje de un oficio y retomar los estudios. Ella, por su parte, rechazaba
cualquier posibilidad de matricularse en ningún centro, advirtiendo a su tía que jamás se
matricularía en ningún colegio porque no estaba dispuesta a pasar nuevamente por “los
problemas y humillaciones que p asó en su colegio”. La respue sta hacia su tía, quien insi stía en
las bondades del ce ntro ocupacional, era siempre: “no iré a ningún colegio, no es lo mío, allí no
me enteraba de nada y me sentía la tonta de la clase, no quiero pasar otra vez por ese calvario”.
A pesar de la actitud negativa de la joven, su tía, consciente de su valía y de la necesidad que
tenía de una oportunidad, no cejó en su empeño y de vez en cuando insistía para que se
matriculara en el centro de formación, con la suerte de que un día que la vio especialmente
deprimida volvió a insistir y la sobrina aceptó la propuesta, eso sí, con co ndiciones: “voy a
intentarlo durante una semana, para que ya me dejes en paz, pero si no me gusta y lo paso tan
mal como en el colegio, no vuelvo más ni a ese centro ni a ninguno”. Su tía le pidió que aguantara
dos semanas y si no le gustaba, se comprometía a no insistir nuevamente. Ambas llegaron a este
modo de pacto: intentarlo durante dos semanas. La joven se integró en el centro dos días después,
acompañada por su tía, quien al despedirse de ella le dio un beso y le susurró al oído: “Tú vales
mucho, Mari Carmen; ha llegado la hora de que te lo creas, lo demuestres a los demás, te quieras
un poquito y te des una o portunidad”. La joven, transcurrido el tiempo, hará muchas veces
mención a este gesto cariñoso y a estas palabras po r parte de su tía: “la v erdad es que no sabía
que mi tía creyera tanto en mí y la emoción era tan grande que casi no podía hablar, pues nunca
antes alguien me había dicho algo tan bonito ni había confiado en mí de esta manera. Las
palabras de mi tía me dieron fuerza para cruzar la puerta del aula por primera vez, pues tenía
tanto miedo y me daba tanta vergüenza que lo que me apetecía era salir corriendo hacia mi casa,
pero su confianza en mí me dio fuerza para cruzar la puerta y sentarme en la primer a silla que
vi vacía”.
Resolución
No debemos pasar por alto que nos encontramos ante una joven que, como se constató en el
centro de formación ocupacional, es inteligente, trabajadora, con importantes cualidades,
simpática y con ilusión por sentirse realizada y alcanzar su lugar en la sociedad.
288 No se menciona el centro ni la ciudad por motivos de confidencialidad.
Soluciones prácticas a controversias de la vida diaria
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