La renta básica y la crisis del empleo: cuatro tesis a contracorriente

AutorJosé A. Noguera
Cargo del AutorUniversidad Autónoma de Barcelona
Páginas129-142

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Desde que la propuesta de la Renta Básica de ciudadanía (en lo sucesivo, RB)2vio la luz en los ambientes académicos y políticos, ha tenido que enfrentarse a la cuestión de sus relaciones con el empleo y el trabajo. ¿Es la RB una panacea para los vagos y un desincentivo para el empleo? ¿Puede la RB disolver a un tiempo los perentorios problemas del desempleo y de la explotación en el puesto de trabajo? ¿Favorece la RB una comprensión social más amplia del "trabajo" como actividad socialmente útil, más allá del "empleo"? Éstas y otras muchas son preguntas que han centrado la mayoría de los debates sociales que esta medida ha provocado durante las últimas décadas en diferentes escenarios. En otros lugares he abordado en detalle varios aspectos de estas problemáticas (Noguera, 2009; 2002b; vid. también Rey, 2007). En esta ocasión, me propongo defender cuatro tesis al respecto, cuya importancia, en mi opi-

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nión, no suele ser suficientemente reconocida en dichas discusiones, y que incluso me atrevería a calificar como contraintuitivas, o, al menos, a contracorriente de algunos supuestos dominantes tanto entre detractores como entre defensores de la RB.

1. Por una renta básica, con crisis o sin ella

En algunas ocasiones la defensa de la RB ha venido de la mano de un discurso académico-político, de moda en las últimas dos décadas, que utiliza como talismanes retóricos expresiones como "el fin del trabajo", "la crisis del trabajo" o "la pérdida de centralidad del trabajo" (popularizados a partir de la obra de autores como André Gorz, Toni Negri, Michael Hardt, Paolo Virno, Mauricio Lazzarato, Jeremy Rifkin y otros). Existe una tendencia entre algunos defensores de la RB a identificarse con esas posiciones y afirmar que es una supuesta "crisis del trabajo" o de "la sociedad laboral" la que justifica y hace necesaria una RB. Muy simplificadamente, y dejando de lado aquí las diferencias de matiz entre autores, el argumento diría que, dado que la producción es cada vez más "social" (resulta imposible ligar productos concretos con la actividad de individuos concretos aislados) y más "inmaterial" (centrada en servicios y no en bienes tangibles o materiales), y dado que cada vez más actividades sociales y más colectivos de población caen fuera de las fronteras del "empleo" en su sentido clásico (actividad remunerada, indefinida, regulada y a tiempo completo), la única manera de continuar manteniendo algún sentido de equidad en la distribución del producto social es a través de una RB, o algo que se le parezca mucho. Tras el reciente estallido de la crisis financiera internacional, con sus consecuencias de crecimiento del desempleo y desbordamiento de las prestaciones sociales tradicionales, este tipo de discurso se suele auto-percibir como reforzado por las circunstancias: una RB sería tanto más necesaria y se vería tanto más justificada por cuanto la situación económica empeora y el empleo ya no puede garantizar un nivel de vida suficiente a un amplio sector de la población.

Cabe, sin embargo, cierto escepticismo frente a casi todos estos discursos y frente a su supuesto papel como justificaciones de una RB. En primer lugar, porque, como más tarde argumentaré, algunas de las tesis en que se basan son muy discutibles o, como mínimo, demasiado ambiguas como para poderse verificar aceptablemente. En segundo lugar,

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porque la defensa de la RB con esos argumentos tiene una consecuencia contraproducente (que muchos de los autores citados no asumirían, pero que ignoro cómo podrían evitar): se estaría concediendo que en una situación de pleno empleo o de ausencia de tales "crisis", la RB no tendría ya mucho sentido y podríamos renunciar a su defensa sin problemas, dado que obtendríamos los mismos objetivos por otros medios. En suma, se estaría concediendo implícitamente la mayor, a saber: que la RB no es más que un second-best, una compensación ante la imposibilidad de lograr la situación realmente ideal, que no sería sino la obtención de rentas suficientes para toda la población a través del empleo y/o del Estado del bienestar tradicional (como, según un mito típicamente socialdemócrata, ocurría en países como Suecia, donde la RB está notablemente fuera de la agenda política).

No estoy de acuerdo con este punto de vista. La primera tesis que quiero defender es que en una situación con pleno empleo y sin crisis económica la RB sería igual de justa y necesaria. Y ello por dos razones.

Primera: la mera abundancia de situaciones de carencia de rentas no es suficiente justificación para una RB, puesto que otras políticas sumamente diferentes podrían, en principio, suplir dicha carencia por otras vías (como, por ejemplo, rentas mínimas garantizadas condicionadas a los ingresos, trabajos forzados, políticas workfaristas de diversa índole, prestaciones por desempleo con amplia cobertura, etc.; vid. Groot & Van der Veen, 2000; Van Parijs, Jacquet y Salinas, 2002).

Segunda y principal: como ya mostró Philippe Van Parijs, en Real Freedom for All (1995), la RB es distributivamente justa y viene exigida por la perspectiva de la "libertad real" incluso en una situación de pleno empleo, dado que en dicho escenario pueden seguir existiendo perfectamente "rentas de empleo" (employment rents). Veamos este argumento con algo de detenimiento, pues se trata de una de las piezas clave en la fundamentación de una RB financiada con impuestos generales (por tanto, también con impuestos sobre los salarios), pero que no siempre es adecuadamente comprendida por muchos defensores y detractores de la RB.

La idea de las "rentas de empleo"3, en la particular versión utilizada por Van Parijs, proviene de la teoría del mercado de trabajo de Schor y

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Bowles (1987), después desarrollada por Bowles y Gintis (1990). Técnicamente, las "rentas de empleo" se producen cuando los salarios que se pagan a una parte de los trabajadores en un mercado de trabajo son superiores a los "salarios de equilibrio", es decir, a los que se pagarían en un mercado en equilibrio walrasiano en el que no existiese ni empleo ni desempleo involuntarios. Varios factores explican que siempre se produzcan "rentas de empleo" incluso en mercados de trabajo relativamente eficientes: la voluntad de las empresas de retener a los trabajadores de alta productividad, el vínculo causal (empíricamente demostrado) entre nivel salarial y productividad, los costes de sustitución de la fuerza de trabajo (contratación, formación, despido, etc.) y la negociación política sobre los salarios en determinados sectores.

Así concebidas, las "rentas de empleo" constituyen un beneficio adicional que un individuo recibe por el mero hecho de pasar a ocupar un determinado tipo de puesto de trabajo, algo que, en la mayoría de las ocasiones, responde a factores azarosos de los que no puede hacérsele responsable, y, por tanto, formaría parte de lo que Rawls llamaría la "lotería" social y natural, justificando así políticas redistributivas que buscasen reducir o compensar los efectos de dicha lotería. Según Van Parijs, las "rentas de empleo" son, por tanto, un recurso social del que los individuos se apropian inmerecidamente en relación a otros, y por ello deberían ser distribuidos igualitariamente, conjuntamente con el valor de los recursos heredados, en la forma de una RB.

Lo que quiero resaltar es que este argumento se mantiene tanto si existe desempleo como si existe pleno empleo, porque, como afirma Van Parijs: "en la medida en que hay diversos tipos de empleos, la existencia de rentas de empleo no tiene por qué ser coextensiva...

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