Cartas entre felipe gonzález y mijaíl gorbachov: dos visiones concurrentes de la realidad internacional tras la caída del muro de berlín
Autor | Cristina del prado higuera |
Páginas | 49-77 |
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CARTAS ENTRE FELIPE GONZÁLEZ Y
MIJAÍL GORBACHOV: DOS VISIONES
CONCURRENTES DE LA REALIDAD
INTERNACIONAL TRAS LA CAÍDA DEL
MURO DE BERLÍN
CRISTINA DEL PRADO HIGUERA
Universidad Rey Juan Carlos
La caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989
y de la Unión Soviética en 1991 marcaron el nal de la Gue-
rra Fría y el comienzo de un mundo unipolar en el que las
ideas liberales parecían haber triunfado: «lo que podemos
estar presenciando es el punto nal de la evolución ideoló-
gica de la humanidad y la universalización de la democra-
cia liberal occidental como forma denitiva del gobierno
humano». Francis Fukuyama denominaba así a este mo-
mento histórico. Pero también, como ponía de maniesto
el presidente González: «a partir de la caída del Muro de
Berlín y después cuando se hunde la Unión Soviética y des-
aparece la política de bloques, Europa deja de ser el inter-
land de seguridad frente al enemigo de referencia y empie-
za a perder interés relativo para Estados Unidos desde el
punto de vista geopolítico y geoestratégico» 1.
Comenzaba un nuevo periodo histórico en donde la
vieja Europa quería recobrar el protagonismo perdido y
1 GONZÁLEZ, F.: Mi idea de Europa. Barcelona. 2010, p. 131.
Cristina del Prado Higuera
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trabajar por lo que ya había dicho Winston Churchill en
mayo de 1948 en La Haya: «creemos que se viviría mejor en
una Europa unida, y por eso de acuerdo con nuestros go-
bernantes, trataremos de devolver a Europa sus antiguas
glorias». Una Europa en la que todos pudiesen sentirse or-
gullosos de pertenecer a ella.
Aunque Rusia por su situación geográca fue conside-
rada durante mucho tiempo una cultura limítrofe, y el ló-
sofo ruso Petr Chaadáev, en la primera de sus Cartas losó-
cas dirigidas a una dama, recogía el pensamiento de que «no
somos ni Occidente ni Oriente y no poseemos tradiciones
ni del uno ni del otro…» 2, a lo largo de la historia ha ocu-
pado un lugar imprescindible dentro de la conciencia eu-
ropea, jugando un papel geopolítico determinante desde
el siglo en los diversos conictos armados, como las
guerras napoleónicas y la de Crimena, hasta su participa-
ción en las dos Guerras Mundiales.
Tras la nalización de la Segunda Guerra Mundial Eu-
ropa queda divida en dos bloques con intereses políticos y
económicos encontrados, creando un antogonismo entre
Europa occidental y Rusia que se puso de maniesto desde
1949 en instituciones como la Organización del Tratado
del Atlántico Norte y el Pacto de Varsovia. Rusia permane-
cerá anclada en una organización social y política propia
del Antiguo Régimen durante buena parte del siglo . Su
relación con las potencias europeas nunca había sido fácil,
ya que a pesar del esfuerzo modernizador de Pedro I las
élites europeas seguían considerando a Rusia como algo
extraño: su gran tamaño y población, sus inmensos recur-
sos, su poder militar, su geografía medio asiática, sus fron-
teras en constante expansión la convirtieron durante mu-
chos años en un vecino incómodo.
2 CHAADÁEV, P.: Cartas Filosócas a una dama, en AA.VV., Rusia y
Occidente. Madrid.1997, pp.17-21. Citado en: SÁNCHEZ, A.: La losofía
reaccionaria del siglo xix como crítica de la Modernidad: la idea rusa y España
como problema. Revista La Razón Histórica, p. 35.
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