Bioética (o bioéticas) y derecho

AutorItziar de Lecuona Ramírez
Páginas11-43
© Editorial UOC Capítulo I. Bioética (o bioéticas) y derecho
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Capítulo I
Bioética (o bioéticas) y derecho
Itziar de Lecuona Ramírez
1. Bioética: una definición todavía pendiente
La respuesta a qué es la bioética no es unívoca y su definición
es todavía hoy un reto pendiente. Reconociendo que existen
distintas concepciones de la bioética que parten de distintos
planteamientos, se parte de una concepción de la bioética laica,
flexible, estrechamente vinculada al derecho, que adopta como
referente los derechos humanos —en tanto que el mínimo
ético-jurídico reconocido internacionalmente—, y que tiene
como objetivo reflexionar desde la interdisciplinariedad sobre las
implicaciones éticas, pero también jurídico-políticas y sociales del
progreso científico-tecnológico y las consecuencias de sus aplica-
ciones (Casado, 2000; Casado, 2002; Sádaba, 2004).
Para Casado, definir la bioética —así como comprender su sig-
nificado— requiere considerar los cambios científico-tecnológicos
unidos a cambios sociales durante la segunda mitad del siglo XX.
La posibilidad de incidir en los procesos de inicio de la vida, e
incluso la disposición de la misma en determinados supuestos,
junto con el cuestionamiento de los fines de la medicina; la transi-
ción de la actitud paternalista al reconocimiento de la autonomía
de la persona para la toma de decisiones en sanidad o el cambio
en el propio concepto de salud —completo estado bienestar
físico psíquico y social, y no solo ausencia de enfermedad, según
la Organización Mundial de la Salud— propician su desarrollo y
generan su demanda. Una demanda de reflexión «cuyo más pro-
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fundo sentido es colaborar a la hora de dilucidar cuestiones que
atañen de manera nueva a los derechos humanos» (Casado, 1998a).
De entre todos los cambios sociales, el más importante y que
ha propiciado de manera notable el origen de la bioética ha
sido el reconocimiento del pluralismo como valor social y
jurídico, característico de las sociedades democráticas.
«España se constituye en un Estado social y democrático de derecho
que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la
libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
Pluralismo que supone la convivencia de distintas opciones
morales y que obliga también a asumir la existencia de distintas
concepciones de la bioética, considerando la diversidad y las dife-
rencias culturales como un valor añadido. Distintas concepciones
que no deben ser un obstáculo para alcanzar acuerdos y solucio-
nes caracterizadas por el consenso y la provisionalidad propia de
un mundo en constante transformación.
Boladeras sostiene que «no tiene sentido pensar en una bioética
restringida a unas pocas especificidades médicas sin conexión con
las interrelaciones de los distintos sectores sociales» (Boladeras,
1998, pág. 10). Para Gracia: «No es exagerado decir que la bioética
constituye el nuevo rostro de la ética científica. […] Si en otros
tiempos la medicina monopolizó las ciencias de la vida, hoy eso
no es así, y por tanto sería un error reducir el ámbito de la bioética
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al de la ética médica, o convertirla en mera deontología profesio-
nal. Se trata, a mi parecer, de mucho más, de la ética civil propia
de las sociedades occidentales en estas tortuosas postrimerías del
segundo milenio» (Gracia, 1989, pág. 12). Méndez propone una
definición con carácter general para la bioética: «El estudio de las
cuestiones éticas que surgen de la práctica de las ciencias biomédi-
cas» (Méndez, 2007, pág. 18).
Para definir la bioética, Sádaba, en Principios de bioética laica,
analiza muchos de los problemas a los que se enfrenta la dis-
ciplina. Para el autor, la bioética, en tanto que universal, debe
formar parte de la piel de la ciencia y de la técnica y de la de los
ciudadanos, derechos incluidos. Los principios de bioética laica
deben ser contrapuestos a las religiones y deben integrar el hecho
cultural. El autor apela a la responsabilidad y al respeto para que
la bioética contribuya a encontrar el delicado equilibrio entre las
ventajas del progreso y sus aplicaciones, y las desventajas. No
pueden gozar solo unos pocos, ni tampoco la bioética puede
estar al servicio de determinados intereses (Sádaba, 2004).
Engelhardt señala que la bioética «abarca, de hecho, temas
que caen fuera de la ética de la sanidad en el sentido estricto de
exploración de las cuestiones morales suscitadas por la asistencia
sanitaria y por las ciencias biomédicas» y que «actúa como filoso-
fía comprometida en una de sus tareas fundamentales: ayudar a
la cultura a clarificar sus visiones de la realidad y de los valores»
(Engelhardt, 1995, págs. 36-37). La bioética, para este autor,
juega un papel primordial en el proceso de autocomprensión de
la cultura, con lo que apunta también a una concepción amplia y
abierta propia de la bioética contemporánea.
López Baroni, en El origen de la bioética como problema, ofre-
ce una definición que destaca los elementos más abstractos y
metafísicos de la disciplina: «La bioética es el ágora en la que

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