Tres ejercicios para una crítica del objetivismo moral. Con una premisa sobre la Grunfphilosophie

AutorPierluigi Chiassoni
Páginas147-185
TRES EJERCICIOS PARA UNA CRÍTICA
DEL OBJETIVISMO MORAL. CON UNA PREMISA
SOBRE LA GRUNFPHILOSOPHIE
Pierluigi CH I A S S O N I *
Todo lo que la objetividad requiere es el reconocimiento de
que todos estamos reconstruyendo en alta mar la misma nave
J. J. MO R E S O
Caí en la misma orilla que acababa de dejar para tomar dis-
tancia. Pero me engañé también esta vez y caí en el pantano, en
que me hundí hasta el cuello. Allí habría perecido infaliblemen-
te, si con la fuerza de mi propio brazo no hubiera tirado de mi
cola, sacándome a mí y a mi caballo, al que estrechaba fuerte-
mente entre mis piernas
BA R Ó N D E MÜ N C H H AU S E N
* pierluigi.chiassoni@unige.it. Una primera versión de este trabajo fue presentada en el XIV Se-
minario ibérico-italo-americano de Teoría del derecho (Universitat de Girona, Girona, 16 de noviembre
de 2008); una segunda versión fue presentada en el Seminario Permanente Amuchastegui (Universidad
Carlos III, Madrid, 3 de diciembre de 2009). Quiero hacer llegar mi agradecimiento más profundo a los
participantes de ambos seminarios por sus preguntas.
148 PIERLUIGI CHIASSONI
1. UN BREVIARIO PARA EL NO-COGNITIVISTA: RELEYENDO
A BARONCELLI
En 1994, Flavio BA R O N C E L L I publicaba Lettera aperta ad un maestro della
Grunfphilosophie 1.
En pocas ocasiones las ideas centrales del no-cognitivismo ético han sido
formuladas de modo tan sencillo y claro, condensando en pocas páginas lo que
supone un breviario para el perfecto no-cognitivista.
En lo que sigue, desarrollaré tres ejercicios para una crítica del objetivis-
mo moral. Lo haré desde una posición no-cognitivista que no haré explícita
sino de modo incidental y fragmentario.
Antes de proceder con los ejercicios, creo oportuno colmar la mencionada
falta de explicitud con la ayuda del breviario de BA RO N C E L L I (que reconstruyo,
con algunas libertades, de forma puntual) para poner de relieve en unos pocos
puntos las ideas centrales del no-cognitivismo, tal y como (yo también) lo
entiendo.
1. Tesis explicativa fundamental del no-cognitivismo ético: la acción
moral depende, en última instancia, de emociones (sentimientos, actitudes) y
no del conocimiento de (pretendidos) valores y normas objetivos.
Juicios morales, prescripciones, órdenes» son —escribe BA R O N C E L L I
«Grunf», en el sentido de que «en el fondo de toda elección [acción] hay una
emoción [un sentimiento, una actitud], obviamente no susceptible de funda-
mentación ulterior. Esto cuando funciona bien. Porque nada impide que haya
más emociones, más intuiciones, más declaraciones de fe no reducibles ul-
teriormente y que, quizás, pueden contrastar entre ellas. O, incluso, que lo
que haya sea, tal vez, la nada absoluta [bel nulla] (Lettera aperta, p. 85, las
cursivas son mías).
2. La fuerza de la razón. Seis argumentos para ser no-cognitivistas.
El no-cognitivismo es una posición defendible sobre la base de argumen-
tos que deberían forjar la razón de quienes se interrogan sobre cuestiones me-
taéticas. BA R O N C E L L I despliega seis de estos argumentos.
a) La cuestión queda abierta. El primer argumento, celebérrimo, es el
argumento de la pregunta abierta adoptado por George Edward MOO R E contra
el objetivismo descriptivista. En palabras de BA RO N C E L L I :
Como quiera que te describan cómo están las cosas, siempre puedes pre-
guntar: ¿y entonces? Incluso si te describen las órdenes de Dios. No hay nunca
ningún porqué que uno esté obligado a aceptar si es que no quiere aceptarlo.
1 BA R O N C E L L I , 1994: 85-95, en adelante: Lettera aperta. El maestro a quien va dirigida la carta
es Riccardo GUA S T I N I .
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Planteada así, esta observación parecería un patrimonio de conocimiento in-
cluso demasiado difundido en el sentido común. Sin embargo, también hay
quienes creen en el cuento de la expulsión del paraíso terrestre [...], y luego
reaccionan mal frente a HU M E y MO O R E . Me gustaría saber por qué (Lettera
aperta, p. 87).
b) El relativismo está en las cosas. El segundo argumento, antiquísimo,
y que ya había sido usado por los sof‌istas contra la idea de una justicia natural,
es el argumento histórico-sociológico del pluralismo ético: la constatación de
la presencia de una pluralidad de concepciones morales diversas, en muchos
puntos inconciliables entre ellas, de ideas incompatibles del bien y de la justi-
cia, según las culturas, los lugares y los tiempos. BA R O N C E L L I , con su capaci-
dad para dar elegancia y para elevar a canon del hablar f‌ilosóf‌ico el hablar del
hombre de la calle, lo plantea de la siguiente manera:
Ha funcionado siempre así: ¿uno observa que en este lado del río vale una
justicia y que, en el lado de enfrente, vale otra? Para muchos, el mensaje es:
quien así observa es relativista. Él, no la justicia (Lettera aperta, p. 89).
c) ¿Y si todos pensáramos del mismo modo? El tercer argumento, el ar-
gumento de la irrelevancia de la convergencia ética universal, se basa en una
hipótesis contrafactual.
Sin embargo —af‌irma BA R O N C E L L I (Lettera aperta, p. 87)—, no sólo es
cuestión de observar la existencia de tantos códigos morales, que varían según
el tiempo y el lugar. Quizás tendríamos razón incluso si todos los hombres
aceptaran con igual convicción la misma escala de valores. ¿O no? [...]. Me
parece que «nosotros» tendemos a razonar de la siguiente manera: para noso-
tros, una norma que no pueda ser vulnerada no es una norma, y no lo es si no
se puede concebir que otra ocupe su lugar.
d) Genealogía de la f‌ilosofía moral. El cuarto argumento, el argumento
de los orígenes de la f‌ilosofía moral, apela a la etnología f‌ilosóf‌ica.
[S]i dejamos de dar por descontado que la ética es una categoría eterna del
espíritu —sostiene BA R O N C E L L I (Lettera parte, p. 97, las cursivas son mías)—
y nos adaptamos a la idea de que hay una fecha de nacimiento y quizás de
muerte, ¿qué encontramos? Que la idea de asociarse a una ética f‌ilosóf‌ica (o
científ‌ica) nace en Grecia cuando la gente ya no sabe a qué antepasado imitar
y, por otro lado, a alguien se le ocurre que no todo se puede decidir en asam-
blea. En f‌in, la idea de que existe la posibilidad y la necesidad de elaborar una
ética nace de la constatación del hecho de que la objetividad de los valores,
de existir, está escondida. Se af‌irma, simultáneamente, que existe y que está
escondida: de otra forma sólo se podría guardar silencio.
e) No-cognitivismo no implica irracionalismo. El quinto argumento,
el argumento de la no necesaria irracionalidad del no-cognitivismo, es más
bien un contra-argumento. Está orientado, en efecto, a responder la acusación,
frecuente entre los cognitivistas de todos los tiempos, lugares y af‌iliaciones,

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