Prólogo

AutorJosé Chamizo de la Rubia
Cargo del AutorDefensor del Pueblo Andaluz (1996-2013)
Páginas7-10
7
PRÓLOGO
I.-Vivir en la cárcel
Un día en la cárcel no lo soporta cualquiera. Es más duro de lo que suele pensarse. Si un día
es así, imagínense cuando quedan por delante años de condena. El ritmo de las cárceles, no
se parece mucho al de la vida diaria de cualquier persona. Además de perder la libertad, has
de acostumbrarte a un cambio de horarios: de comida, de disciplina, de encerrarte en el
chabolo y en muchos casos saber aburrirte, sin crear problemas. ¡Ojalá que en todas las
cárceles además de las escuelas, bibliotecas y gimnasios, que más o menos funcionan, hubiera
más talleres ocupacionales productivos! Sería la manera más rentable de pagar a la
sociedad el daño que hayas hecho. Lo realmente triste es la desocupación, el no tener casi
nada que hacer. Quién sabe moverse en ese laberinto, encuentra un hueco, algo que le sirva
para emplear el tiempo. Es cierto, que los patios no están tan llenos, pero me temo que con
la crisis vuelvan también la apatía, la desgana, a la población penitenciaria. Incentivar a los
reclusos es una tarea compleja que recae sobre las espaldas del personal funcionario con la
ayuda valiosa de numerosas ONGs.
Las preocupaciones de hombres y mujeres en prisión son variadas, con mi experiencia en
centros penitenciarios desde el año 1990, diría que son las siguientes:
La petición de permisos es una constante entre los presos por razones obvias: son sus
primeros contactos con la calle (el primer permiso es todo un acontecimiento) y son las
puertas que pueden abrirles el camino para otros beneficios penitenciarios, como la
clasificación en tercer grado, las futuras libertades condicionales o los indultos a propuesta
penitenciaria.
La obtención de permisos se convierte, como es lógico, en una obsesión para los presos que ya
cumplen condena, sobre todo una vez que hayan extinguido la cuarta parte de la misma,
momento, a partir del cual, se ha conseguido ya uno de los primeros requisitos para
obtenerlos.
Los permisos, por otra parte, suponen en relación con el tratamiento penitenciario, uno de
los más apreciados baremos para la preparación de la vida en libertad que exige, como paso
previo, la clasificación en tercer grado para la que es imprescindible, como norma habitual,
el haber disfrutado de varios permisos sin problema alguno. El tercer grado les permitirá
disfrutar de un régimen abierto y pasar a residir a un centro de inserción social. Desde aquí
es más factible conseguir la libertad condicional
Desgraciadamente, desde mi punto de vista, los criterios de concesión de permisos son a veces
muy restrictivos y severos, ante condenas de larga duración, por la existencia de partes

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