Proemio a la segunda edición

AutorTomás J. Aliste Santos
Páginas17-21
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PROEMIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Apenas han transcurrido pocos años desde que Marcial Pons ofreció a la co-
munidad jurídica en lengua española este libro y ya se han agotado los últimos
ejemplares existentes de su primera edición en las librerías especializadas. Feliz-
mente, este hecho coincide con el setenta aniversario de la prestigiosa editorial.
Juristas cultos, esparcidos por todo el mundo hispánico, han mostrado interés
por la lectura de esta monografía, y este dato quizás sea la mejor presentación
que pueda hacerse a la misma. Desde luego, es la más objetiva. Va en ello tam-
bién mi agradecimiento a los lectores que integran la noble familia jurídica de
las Españas diseminada en ambos hemisferios.
Hoy que tanto se escribe de forma vacua y superficial, con el objetivo indisi-
mulado de raspar puntuaciones para la evaluación entre los méritos señalados
por las agencias para la acreditación del profesorado universitario, es más ne-
cesario que nunca distinguir el grano de la paja, precisamente para ofrecer re-
sultados de investigación de calidad, con el fin de construir un sistema univer-
sitario realmente de excelencia, centrado en la investigación y su posterior apro-
vechamiento docente. Hace unas décadas, OLLERO escribía su célebre ensayo
«Qué hemos hecho con la universidad», haciendo una profunda reflexión sobre
los derroteros de nuestro sistema de educación superior. Muchos de los males
que se padecían entonces se han agravado ahora, aunque cierto es que se han
desarrollado indudables mejoras. Sin embargo, todos sabemos que muchas de
estas han quedado en agua de borrajas, y por ello toda crítica parece como sali-
da de la «vox clamantis in deserto», a fa lta d e una refo rma p rofu nda q ue di suel -
va de una vez por todas el pernicioso sistema clientelar de apadrinamiento del
profesorado. De sobra es conocida la situación en la que se encuentra la carrera
del profesorado universitario, sujeta, en muchos casos, al favor, la merced o la
gracia que discrecionalmente pueda recibir el postulante a profesor funcionario,
a quien, como si fuera un traje a medida, al final se le hace una plaza ajustada a
su perfil curricular específico, ahuyentando así a cualquiera con posibilidad ob-
jetiva de competir bajo elementales criterios de méritos. Con frecuencia, dichos
méritos se recolectan apresuradamente por la vía de la acumulación cuantitati-
va de resultados, presentados en montonera, haciendo valer, entonces, la juven-

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