Principios, atención y carácter: una defensa del particularismo moral

AutorJosep E. Corbí
Cargo del AutorUniversitat de València
Páginas39-58
PRINCIPIOS, ATENCIÓN Y CARÁCTER:
UNA DEFENSA DEL PARTICULARISMO MORAL*
Josep E. CORBÍ
Universitat de València
Entiende Christine KORSGAARD que sólo una vida gobernada por prin-
cipios universales responde a nuestra condición de sujetos, pues, de otro
modo, quedaríamos reducidos a un amasijo de impulsos inconexos. Quiere,
no obstante alejarse de la imagen del sujeto escindido entre razón y pasión y
reivindica la necesidad de unif‌icar cada una de las partes que lo constituyen.
Tal unif‌icación deberá descansar, según KORSGAARD, en el respeto a princi-
pios morales de carácter universal, si bien confía en que una vida gobernada
por tales principios permita atender suf‌icientemente los proyectos y com-
promisos con los que el sujeto se identif‌ica y que constituyen su identidad
práctica.
En este escrito, trataré de mostrar que la propuesta de KORSGAARD no
acaba de alejarse de la concepción dividida del sujeto. Argumentaré, en este
sentido, que las asimetrías que establece entre la identidad moral y otros ti-
pos de identidades prácticas sólo pueden entenderse desde esa concepción
escindida. Mostraré, en segundo término, que el argumento de KORSGAARD
en favor de la indispensabilidad de los principios universales (es decir, o bien
el sujeto se rige por tales principios o bien queda reducido a un amasijo de
impulsos inconexos) sólo resulta convincente si nos comprometemos con la
* Algunas secciones de este artículo hacen uso de materiales previamente publicados en CORBÍ,
2012.
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concepción dividida del sujeto que ella dice rechazar. Quedaría, pues, atra-
pada la propuesta de KORSGAARD en un dilema: o bien renuncia a su mejor
argumento en defensa de los principios universales o bien se compromete
con la concepción dividida del sujeto. Esta inconsistencia interna debilita el
argumento de KORSGAARD en favor del universalismo, pero no nos proporcio-
na por sí misma una defensa positiva del particularismo moral. Introduciré
las nociones de disciplina narrativa (sec. 3) y de atención proyectiva (sec. 4)
con el f‌in precisamente de articular un modo de deliberación que renuncie a
los principios universales sin que por ello quede uno reducido a un amasijo
de impulsos inconexos. Desde esta perspectiva, los rasgos de carácter no es-
tán a la espera de un principio externo que los ordene, pues su identif‌icación
requiere del concurso de ciertos criterios normativos. Esta noción de carácter
nos permitirá construir un último argumento en defensa del particularismo.
Trataré de mostrar, en este sentido, que la idea de una vida guiada por prin-
cipios universales no puede dar cuenta del lugar que el carácter juega en la
deliberación práctica en primera persona, mientras que las nociones de disci-
plina narrativa y de atención proyectiva parecen especialmente aptas para este
propósito. El presente escrito tiene, pues, como objetivo tanto mostrar una
inconsistencia interna de la propuesta universalista de KORSGAARD como in-
troducir dos nociones que nos permiten articular una concepción particularista
de la deliberación moral.
1. LA IDENTIDAD MORAL Y EL MODELO DEL COMBATE
KORSGAARD se compromete explícitamente con una concepción kantiana
de la moralidad. Aspira, sin embargo, a distanciarse del modelo del sujeto
que habitualmente se atribuye a KANT, a saber: el modelo del combate entre
la razón y las inclinaciones naturales 1. KORSGAARD nos propone, en cambio,
1 Como indica HUME: «Nada es más corriente en la f‌ilosofía, e incluso en la vida cotidiana, que
el que, al hablar del combate entre pasión y razón, se otorgue ventaja a esta última, af‌irmando que los
hombres son virtuosos únicamente en cuanto que se conforman a los dictados de la razón. Toda cria-
tura racional, se dice, está obligada a regular sus acciones mediante la razón. Y si algún otro motivo
o principio desafía la dirección de la conducta de esa persona, ésta tendrá que oponerse a ello hasta
someterlo por completo, al menos hasta conformarlo con aquel principio superior» (HUME, 1976: 614).
Respecto a KANT, KORSGAARD reconoce que el modelo del combate está presente en Fundamentación
de la metafísica de las costumbres (KANT, 1996), si bien está convencida de que Religión dentro de los
límites de la mera razón (KANT, 1969) es más próxima al modelo constitucional que pretende defender.
Así, en KORSGAARD (2002), el entrevistador comenta: «Piensas que uno de los malentendidos más
graves de la teoría de Kant es que Kant usa un “modelo del alma como combate”, es decir, que razón
e inclinación son dos fuerzas contrapuestas y que una persona ha de elegir seguir la guía de su razón.
Por el contrario, deberíamos entender que Kant suscribe “un modelo constitucional” de la persona, es
decir, que la persona se identif‌ica no con su razón, sino con su constitución, por lo que esto incluye tanto
la razón como las inclinaciones» (KORSGAARD, 2002: 19). Y KORSGAARD replica: «Pienso ciertamente
que esta interpretación [constitucional] entra en conf‌licto con el tratamiento de las inclinaciones que
Kant def‌iende en los Prolegómenos, pero Kant cambió su opinión sobre este asunto. Hay un texto en La

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