A modo de presentación

AutorMaría Pilar Cousido González
Páginas11-14

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A mediados de noviembre de 2015, Pilar Cousido llamó a mi móvil. Sus llamadas siempre son recibidas con cariño e ilusión porque fue discípula muy querida de mi padre, amiga estrecha de mis progenitores y, por extensión, del resto de mi familia. Pilar quería que hiciera la Presentación del Libro Blanco sobre Gestión de Oficinas de Transparencia, que ella misma estaba coordinando. Les prometo que me resistí todo lo que pude y le enumeré una lista más que suficiente de personas mucho más relevantes y capacitadas que yo para presentar esta obra: desde personalidades del ámbito académico hasta personas responsables de la implementación y puesta en funcionamiento de Oficinas de Transparencia en la Administración Pública, o relacionadas con órganos tan importantes como el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno. Le sugerí que cualquiera de ellas sería mejor carta de presentación para el libro que la que suscribe.

Pero Pilar Cousido insistió y me respondió que lo había meditado mucho y que, después de darle muchas vueltas, había llegado a una conclusión: quería que la presentación corriese a cargo de una persona que llevase los apellidos Desantes, y también, Fernández. Después de varios recuerdos compartidos, consiguió tocarme el corazón y aquí estoy, intentando abordar con dignidad, y con cierto pudor, la difícil tarea encomendada. Siempre he pensado y he defendido que los apellidos que uno lleva no son consustanciales a su mérito y capacidad, son simplemente fruto de la herencia y también del azar. Para mí, particularmente, llevarlos unidos a mi nombre también ha supuesto, en muchas ocasiones, un ejercicio de responsabilidad y humildad.

Recuerdo que crecí rodeada del concepto de Derecho a la Información: la biblioteca familiar estaba llena de libros y artículos sobre el tema; las reuniones con amigos, colegas y discípulos de mi padre; los libros, artículos, conferencias, lecciones, tesis y tesinas, que se gestaban continuamente, giraban en torno a esa disciplina

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de una manera recurrente e, incluso, en los debates familiares durante las comidas y las cenas, mi padre nos hablaba del Derecho a la Información y mi madre participaba activamente en todos los argumentos planteados. No exagero si afirmo que el Derecho a la Información, como un derecho fundamental de las personas, fue un axioma en mi hogar y por lo tanto en mi formación. Los principios axiomáticos son verdades incuestionables, universalmente válidas y evidentes. La...

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