Mobbing, su contexto organizativo-ideológico

AutorRafael Redondo
CargoProfesor Tituar de Psicología Social Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
Páginas18

Este trabajo tiene como objetivo presentar el fenómeno del acoso moral en la empresa dentro del contexto, psicopatológico que, a juicio del autor, le corresponde; es decir: dentro del marco de las neurosis reactivas. Efectivamente, el conflicto psicosomático que padece el acosado se desencadena dentro de un contexto relacional enfermo, neurotizante; sea cual fuere la disposición previa del quien padece esa neurosis. De ahí que este trabajo enfatice largamente, y también críticamente, sobre la actual propensión —no exenta de ideología— de atribuir al sujeto neurotizado la neurosis que le provoca otro sujeto, el neurotizante.

La era genética

Muchas, por no decir la mayoría, de las conductas humanas, son fiel reflejo de la sociedad en que se reproducen y también una proyección externa de un mundo de valores aprendido y asumido. La conducta de los científicos no se halla libre de esa servidumbre.

Desde un tiempo aquí, y, sobre todo, a partir del Congreso Mundial de Psiquiatría celebrado el año 2000, se viene insistiendo, con gran despliegue informativo, en la base genética de la mayoría de las enfermedades llamadas mentales. La revista norteamericana «Molecular Psychriatry», cuyo nombre ya augura por sí mismo cierta predeterminación, mantiene y refuerza, la conocida tesis de una —y no la más importante— de las escuelas tradicionales de la psiquiatría: la escuela organicista. Según dicha escuela o corriente científica, todo conflicto psíquico posee una génesis biológica, o, más concretamente, una base genética.

Por otra parte, y siguiendo en esa misma línea ideológica, expertos en Psicología de diferentes universidades de EEUU, pregonan que los sueños no deben interpretarse, sino analizarse matemáticamente, habiendo creado a tal fin un sofisticado programa informático donde se llega a afirmar que «el significado de los sueños depende de una aproximación cuantitativa». Por si filera poco, los expertos de la Universidad de Chicago, como los de la Universidad de California, en San Diego, han descrito el hallazgo de un gen involucrado en el autismo, un descubrimiento que se viene a sumar a otros estudios expandidos por la arriba mencionada revista, que concluyen que tanto la adicción a los opiáceos, incluida la adicción a la heroína, como los trastornos esquizofrénicos poseen, asimismo, una base biológica, genética.

A quien esto firma, le llama la atención esa colonización científica, ese interés monopolizador que se presta a una tendencia de la ciencia, que, aún poseyendo una indudable importancia histórica, no es, ni mucho menos, la única ni la más relevante en la actualidad, por más que el pensamiento oficial, —¡y hasta la misma Banca!—, estén interesados en subvencionar a esa corriente, presentándola como única referencia, olvidando y despreciando las modernas teorías holísticas, así como los factores ambientales, ecológicos y relacionales que intervienen como causantes de los conflictos psíquicos.

Lo cierto es que toda actividad científica, incluida aquella que se presenta como ciencia «objetiva», se halla motivada por una serie de valores. Efectivamente, lo que hago como científico, lo hago dentro de un «paradigma», es decir: dentro de un determinado campo filosófico, o incluso ideológico. Mis decisiones científicas se hallan, también, condicionadas por un modo de concebir a la persona, al universo y a la vida, que determina mi actividad y mis descubrimientos. La actitud de control y de dominio, así como el individualismo de la cultura liberal reinante, impregna parte de ese modelo de hacer ciencia. Un paradigma es un conjunto de conceptos y percepciones de la realidad referido a una determinada comunidad, que comparte los valores predominantes en un determinado modelo de sociedad.

Grupos de presión

Lo que está claro es que el modelo oficial de hacer ciencia psico-(pato)lógica, poco, o, más bien nada, tiene que ver con la extendida y predicada objetividad de tal modelo, pues, de hecho, para que, por ejemplo, un proyecto de investigación alcance la aprobación y el reconocimiento de los evaluadores de su publicación tiene que ser subvencionado, y para que sea subvencionado, uno ha de redactar las solicitudes de financiación en un lenguaje, que si es psicólogo o psiquiatra, tendrá que adaptarse al lenguaje y a la filosofía del paradigma dominante.

De otra manera, no hay dinero. Y si ese psicólogo o psiquiatra es, además universitario, no alcanzará su estabilidad profesional si no adecua su vocabulario y su pensamiento al modelo o paradigma del grupo de presión de la revista de turno, como la arriba citada, que es donde, ese psicólogo o psiquiatra, a través de su habilidad para entrar en un mundo cerrado, y frecuentemente mafioso, intentará publicar sus descubrimientos.

Si yo, por ejemplo, sostengo que el modelo biológico-genético es simplista y superficial, chocaría de lleno contra las multinacionales farmacológicas, interesadas en promover el «paradigma genético», que intentan explicar los conflictos psíquicos bajo el monopolio de las alteraciones orgánicas, y que precisamente son las financiadoras principales de los congresos de...

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