La disidencia como proyecto social de un nuevo concepto de democracia
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Estamos muy habituados a pensar y a actuar según normas e ideales de consenso y de unidad en la creencia de que este camino es la vía regia y cierta de la convivencia social, de la armonía con la naturaleza y el sentido más eficaz de nuestras relaciones.
Nuestra historia más transparente y lúcida nos golpea constantemente con hechos hirientes a los que solemos hacer oídos sordos. Ello manifiesta la clarividencia de acciones divergentes de las verdades oficiales, que se muestran como únicas, seguras e incambiables, es decir, gentes y situaciones que disienten aun a costa del riesgo de su vida. Pocas veces escuchamos el mensaje de quien disiente y por ello es castigado o marginado. No logramos entender el anuncio de la riqueza más viva de la realidad que surge pujante y potente. Por otra parte, se nos anuncia que ni nuestra sociedad ni su cultura son proyectos de libertad, sino rígidas imposiciones de vida, conductas y creencias previsibles. El disentir como una forma de afirmar la diferencia y la diversidad expresan la injusticia de que no nos hallamos en una sociedad democrática, sino en una comunidad configurada por reglas dogmáticas e impositivas que únicamente marcan un horizonte y olvidan toda la pluralidad de lo real, con lo cual estamos ciegos para un proyecto de libertad y para percibir la riqueza que la realidad material y simbólica encierran como imaginación creativa.
Hemos de reparar en el significado de las palabras y observar cómo su sentido y contenido nos dicen siempre algo relacional. Así, el término disensión señala oposición o contrariedad entre varios sujetos respecto a pareceres o propósitos. Figuradamente lo podríamos entender también como contienda, riña o alteración de un orden dado que previamente se fija. El vocablo disenso vendría a significar un desacuerdo, una ruptura en nuestros deseos, en la diversidad de voluntades o pareceres. Por último, el concepto disentir indica la discrepancia de pareceres u opiniones de otros, no ajustarse al sentido de ver las cosas.
Todo este conjunto de referencias únicamente tienen valor si entendemos estas palabras en un contexto referencial. Planteadas simplemente como un hecho, no constituyen un problema social y quien las lleva a cabo como proyecto y las realiza no viola, desde el punto de vista semántico, el orden legal. Ahora bien, si a todo ello le damos contenido político y cultural, atreverse a disentir en nuestras sociedades supone una ruptura y una propuesta...
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