La familia, clave en la morfogénesis de una cultura empresarial comunitaria

AutorJavier Ros Codoñer
Cargo del AutorUniversidad Católica de Valencia 'San Vicente Mártir'
Páginas148-155
Javier Ros Codoñer
Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”
Resumen
El presente trabajo busca abordar desde una perspectiva s ociológica y ética la importancia de la
relación familiar en la configuración de una cultura empresarial comunitaria encarada a la búsqueda
del bien común. Para ello se parte de la constatación de la configuración del ámbito económico-
empresarial en torno a los parámetros de la razón instrumental y el límite que ello supone a la hora de
gestionar las relaciones organizacionales desde una perspectiva de
lo humano
. Frente a esta situación,
se sostiene la tesis de que la relación familiar es capaz de generar los elementos decisivos para la
transformación ética del ámbito empresarial mediante su valor añadido. Valor añadido que brota del
don, el mecanismo relacional propio de la familia, y que se concreta en los denominados bienes
relacionales familiares. El paradigma sociológico relacional de Pierpaolo Donati y el morfogenético de
Margaret Archer c onforman la trama metodológica de la presente aportación teórica. El primero
facilita la conceptualización abierta e interconectada de las diferentes esferas sociales. El segundo
permite acceder a la comprensión de los mecanismos de trasvase de los procesos de personación en la
virtud llevados a cabo por la familia, al mundo de las organizaciones empresariales.
Palabras clave: familia, don, sociología relacional, morfogénesis, empresa
1. LA CRISIS DE
LO HUMANO
EN EL ÁMBITO ECONÓMICO-EMPRESARIAL
Con el acceso al poder de las élites burgu esas en la modernidad, la razón instrumental se
convirtió en el eje de los procesos racionalizadores occidentales. Como ya analizara Weber (2012), tras
la escisión llevada a cabo en el calvinismo entre la ética y el beneficio, la esfera económica se adhirió a
una ética autopoiética impulsada por la maximización del benefico, de forma que los elementos
sociales que quedaban al margen de la misma dejaron de enternderse como “racionales”. En este
sentido, Polanyi (2011) definió el proceso como una “gran transformación” en la que el capitalismo de
mercado separó el actuar económico del contexto moral y normativo desvinculándolo de la sociedad.
Más receintemente, Etzioni (2007) ha remarcado la necesidad que ha tenido la economía neoclásica
de laminar la moral al entend erse que ésta interfería en la eficiencia de los mercados.
Siguiendo a Weber (Cfr. Schluchter, 2017), la combinación de este fenómeno con el
desencantamiento del mundo fruto de su desacralización llevaron a la burocratización. El fin era crear
instituciones extremadamente eficaces capaces de racionalizar la existencia, hacerla comprensible y,
sobre todo, productiva según los nuevos presupuestos de una optimista modernidad. Este fenómeno
originado en la esfera económica fue invadiendo el resto de esferas sociales de forma que actualmente
la razón instrumental, hija del reduccionismo antropológico modernista de corte economicista, se
erige en amenaza para una sociedad verdaderamente humana, al apuntar a la lógica y ética
instrumentales como universales e inevitables (Pérez Adán, 2021).
Siguiendo el esquema AGIL (Parsons, 2018) relacional (Donati, 1991), la esfera social del
mercado, como concreción de
lo económico
en la actual sociedad, posee como fin la circulación de
bienes para alcanzar el máximo de satisfacciones individuales, siendo el dinero el medio privilegiado
para su consecución y el intercambio económico la norma de toda acción. Con todo ello el valor
subyacente a la acción económica es el beneficio, lo que distingue a
lo económico
del resto de esferas
sociales, su distinción-guía, es el provecho (Donati, 2002a).
Es en este contexto donde cabe preguntarse acerca del valor de la ética en la esfera económica-
empresarial más allá de esta concpeción. Entendiendo la razón instrumental como único validador de
la acción económica, separándose
lo social
de
lo humano
, se acrecienta el desencanto social (Weber,
2012)) y se incrementan la anomia social (Durkheim, 1989), la alienación (Marx, 2007) y la ausencia

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