De la expositio infantes a la protección jurídica: las fundaciones alimentarias públicas de la Emperatriz Faustina

AutorCristina García Fernández
Páginas41-63
De la expositio infantes a la protección jurídica:
las fundaciones alimentarias públicas de la
Emperatriz Faustina
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Doctoranda en Derecho
Universidad de Oviedo
Sumario: I. Introducción. II. La patria potestas ejercida por los paterfamilias y
la expositio infantes, o abandono de los nacidos. 2.1. Límites al ius
exponendi. El comienzo de las sanciones penales. III. Los alimenta o
fundaciones alimentarias: una actividad política de carácter bené-
fico: 3.1. La institución alimentaria de las “Niñas Faustinas”: Puellae
alimentariae Faustinianae. IV. Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN
“Todas las personas mayores
fueron al principio niños,
aunque pocas de ellas lo
recuerdan”
(Antoine de Saint-
Exupéry, El principito)
La infancia, ese periodo vital que se corresponde con la primera edad: el
origen. Un lapso de tiempo que, históricamente, se nos ha presentado como
de debilidad, fragilidad o vulnerabilidad. Una etapa biológica, pero a la vez,
un estado de continuos cambios físicos y psíquicos, que marcarán el desarro-
llo de cada individuo y, en mayor medida, de grandes masas poblacionales.
Una etapa importantísima para la construcción social y cultural de cada época
que, sin embargo, hasta hace relativamente poco tiempo, habría sido ignorada
y minusvalorada por quienes habrían narrado el trascurso de la historia: los
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adultos, como si estos hubieran adquirido dicho estado de madurez de manera
“automática”. Parecen olvidarse, pues, de que la misma no es más que el fruto
de una compleja concatenación de experiencias –sociales, jurídicas, religiosas
o familiares–, y que parten, precisamente, desde la más tierna infancia.
Pero ha sido gracias a los estudios de género dedicados a otro gran sector
poblacional, el de las mujeres, por lo que se han ido desarrollando nuevos
métodos de análisis aplicados a la investigación de la infancia, casi como si de
un intento de subsanación al olvido se tratase. Debemos tener en cuenta, en
este punto, que el marco temporal delimitado para este capítulo se reduce
a un periodo y marco histórico específico, la Antigüedad, concretamente la
Antigua Roma. Una sociedad, la romana, caracterizada por las manifiestas des-
igualdades, y marcada por la heterogeneidad fáctica y normativa, derivada de
su compleja periodización 1. Circunstancias que, además, se ven enormemente
agravadas por la escasez de fuentes y la dificultad de obtención de las mismas,
sobre todo cuando nos referimos a periodos de vida que, tal y como hemos
planteado, habrían sido ciertamente infravalorados y, por ende, escasamente
reflejados en las mismas.
Es importante aclarar que, además, en esta sociedad desigual, en la que las
actividades de los sectores empobrecidos no parecían resultar del interés de
las altas esferas, no es lo mismo hablar de niños libres que de niños esclavos,
así como no es lo mismo hablar de ciudadanos de esta élite sita en las zonas ur-
banas o de los habitantes de las áreas rurales; siendo la diferenciación todavía
más evidente en el caso de las niñas. Por ello, para hablar de infancia o niñez,
se presenta necesario contemplar, además de la edad, la existencia de otros as-
pectos y factores, tales como el género –en relación directa con los estudios de
género mencionados–, el status, o la posición social y económica de la familia
de pertenencia. Así las cosas, no es de extrañar que la mayor parte de los niños
1 Cuando hablamos de periodización, hacemos referencia a la división creada para tra-
tar de esquematizar la historia en diferentes periodos que ostenten rasgos comunes de suficien-
te envergadura como para poder ponerlos en contraste de manera más o menos unificada, con
los relativos a otros periodos, igualmente delimitados. Esta periodización se presentaría de utili-
dad para la comprensión de las diferentes transiciones históricas y, por ende, sociales y jurídicas.
Ello entendido, obviamente, como una base, que se enriquecería con la narración de hitos con-
cretos y específicos que, encontrarían en ella, un contexto sobre el que asentarse. En este caso,
cuando hablamos de Antigua Roma, nos referimos al período contemplado entre la fundación
de la misma, y la caída del Imperio Romano. Un periodo que, a su vez, se encuentra igualmente
dividido, puesto que comprende un lapso de tiempo amplísimo y en el que, además, habrían
convivido numerosas culturas y religiones. Es decir, que “sin una determinada organización temporal
narrativa, sin relato coherente de los hechos, no se puede expresar el resultado de un proceso. No puede existir
Historia”. Véase M F, I., “El tiempo como categoría histórica”: la periodización y las
edades de Roma”, Minerva. Revista de filología clásica, 2001, núm. 15, pp. 175-188, p.175.

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