Elecciones y justicia electoral

AutorDieter Nohle
Páginas225-251
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ELECCIONES Y JUSTICIA ELECTORAL
Esta lección está dedicada a la legitimidad democrática del sistema polí-
tico que se denomina democracia representativa. En el primer apartado nos
referimos a las múltiples funciones que pueden ser cumplidas por parte de
las elecciones y su especial relación conceptual con la democracia. Sin elec-
ciones no hay democracia. No obstante, en la gran mayoría de los países se
celebran elecciones, sin importar el tipo de régimen político, de modo que
la vinculación de las elecciones con la democracia no es exclusiva. Para que
esto sea así, es imprescindible que las elecciones cumplan con ciertos cri-
terios que se expresan precisamente en el derecho a sufragio y en la justi-
cia electoral. Ambas propiedades por su parte conuyen en el concepto de
elecciones libres, tan añorado en tiempos de dictatura y autoritarismo. En el
segundo y tercer apartados tratamos los aspectos procedurales de las elec-
ciones que las dotan de las características indispensables para que puedan
cumplir con su función legitimadora. Respecto a la justicia electoral, en es-
pecial, indagaremos en el desarrollo y los retos a la justicia electoral que
se presentan hoy por hoy en América Latina.
I. ELECCIONES: CONCEPTO Y ALCANCES
Las elecciones pueden ser denidas de manera doble, primero en tér-
minos técnicos como instrumentos para formar instituciones o para poner
individuos en puestos, segundo en términos axiológicos como instrumen-
tos para la democracia, los que posibilitan la participación política, involu-
cran a los ciudadanos en la toma de decisiones políticas a través de la de-
signación de representantes y autoridades de gobierno, garantizando al
mismo tiempo su correspondencia sistemática a intereses y opiniones pú-
blicos (PI T K I N , 1967: 234).
Esta distinción conceptual que se asemeja mucho a las diferentes fun-
ciones vinculadas con las elecciones en la denición procedural y la clá-
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sica de la democracia (SC h u m P E T E R , 1942), es importante para poder enten-
der las experiencias históricas y contemporáneas observadas respecto a las
elecciones. Sin embargo, la relación de las elecciones con la democracia es
ambigua. Las elecciones sirven como método no necesariamente concomi-
tante con la democracia, y al mismo tiempo guran como condición indis-
pensable, como propiedad distintiva de la democracia. Aunque esta última
asociación es predominante en las consideraciones generales sobre las elec-
ciones, las elecciones no son sucientes para constituir una democracia, lo
que ha sido ampliamente sostenido por los cientistas políticos a partir de
la tercera ola de democratización. En otros términos, estas voces recuerdan
implícitamente el fenómeno de las «elecciones sin elección» (No h l E N , 1981;
hE R m E T , Ro u q u I é y lI N z , 1986) y dan de nuevo a entender que las elecciones
sirven también como método, posiblemente aplicado sin valor y funciones
de tipo democrático. Por tanto, no existe ninguna excepcionalidad en elec-
ciones contemporáneas no-democráticas.
En una perspectiva histórica, es ampliamente conocido que las elec-
ciones en los países caracterizados hoy en día por democracias durables
precedieron mucho a la adaptación de condiciones indispensables del su-
fragio democrático, especialmente el sufragio universal, de modo que su
celebración estaba lejos de implicar un valor democrático. Por lo demás, a
las elecciones históricas, aunque basadas a veces en el sufragio universal,
faltaban a menudo condiciones y funciones extremamente importantes
de las elecciones democráticas, como por ejemplo, la garantía del Estado
de derecho en su manejo y la responsabilidad (accountability) de los ele-
gidos frente a sus electores. En las democracias liberal-pluralistas de hoy,
ha demorado a veces más de cien años para eliminar prácticas corruptas.
Estas deciencias de elecciones históricas se destacan sobre todo cuando
se aplican los estándares actuales para medir la calidad de las elecciones
(véase ElKlIT, 2000). Han pasado los tiempos, pero no tanto los fenómenos
con los que estamos enfrentados debido a la extensión de la democracia
a otras latitudes. Durante las últimas décadas, las elecciones con sufragio
universal han sido introducidas en muchas partes del mundo en ausen-
cia del Estado de derecho, en ausencia de prácticas políticas concordantes
con los valores de la democracia, y en ausencia de todas y cada una de las
funciones que puede ejercer la elección como procedimiento de legitima-
ción, modo de expresión de conanza, medio de control, signo de comu-
nión, operador de representación, símbolo de participación, sacramento
de la igualdad (RoSANvAlloN, 2010: 216). Hoy en día, casi todos los países
del mundo organizan elecciones, independientemente del carácter demo-
crático o no de su sistema político. Este hecho implica que «elections are
also a common feature of contemporary non-democratic regimes» (bIRCh, 2001:
245). Las elecciones siguen sirviendo como método, posibilitando la pro-
secución de muy diferentes funciones, entre ellas precisamente funcio-
nes autoritarias. Es por esto que la celebración de elecciones no es indica-
tiva para la existencia de una democracia. Sin embargo, al mismo tiempo,
no puede haber una democracia sin elecciones que permitan a los ciuda-
danos despedir pacícamente a sus gobernantes (hERmET, 2000: 329). Más

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