Transiciones a la democracia

AutorDieter Nohle
Páginas253-274
xII
TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA
Hace más de treinta años empezó uno de los procesos de cambio po-
lítico más notable del último tercio del siglo pasado: la transición a la de-
mocracia. En el curso de este proceso que involucraba, aunque de alcance
distinto, a todas las regiones del mundo, no sólo se extendió la democra-
cia como régimen de gobierno, sino que se produjo el derrumbe del socia-
lismo realmente existente y el n de la guerra fría. En esta lección, vamos
a tematizar las transiciones a la democracia en sí mismas, sobre todo en
las dimensiones relacionadas con su análisis por parte de la Ciencia Polí-
tica. ¿Qué puede explicar este proceso tan ampliamente compartido por
tantos países? ¿Cuáles han sido los abordajes en lo que se llamó pronto la
investigación de la transición? En el título de la lección se habla de transi-
ciones en vez de transición a la democracia, lo que ya da por entender que
para explicaciones conviene pensar en distinciones espacio-temporales y
factores cambiantes. Sin embargo, no se trata de analizar los procesos de
transición en cada caso, sino de discutir los distintos enfoques escogidos
para entender y explicar el fenómeno general observado. Esto será el ob-
jeto de la primera parte de la lección. En la segunda parte se analizará de
forma comparativa tres países que representan tres distintos modelos de
transición, en relación con cómo cambió el control del poder en estos pro-
cesos de transición a la democracia.
I. EL PROCESO DE TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA
Transición a la democracia signica el paso de un tipo de régimen hacia
otro, precisamente aquél de una dictadura, de un régimen autoritario o to-
talitario hacia la democracia. En la literatura cientíca se utilizan para este
mismo proceso también los conceptos de cambio de régimen, cambio de
sistema, transformación y democratización; éste último indica claramente
la dirección de esa evolución. En cambio, para el proceso inverso se emplea
TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA
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habitualmente el término del derrumbe de la democracia (breakdown of de-
mocracy) en vez de hablar de una transición hacia el autoritarismo. O sea,
la perspectiva de denominación del cambio político es en cierto sentido te-
leológico, enfocado en la democracia como punto nal del desarrollo, y no
permuta en caso de observar involuciones, cuando sirve de punto de salida
en dirección opuesta, o cuando sirve de referencia para medir, si la reali-
dad política se aproxima o aleja de este punto.
En la perspectiva histórica concreta se enfocan primordialmente las
transiciones democráticas en Europa del Sur, América Latina, África, Asia
y Europa del Este durante el último cuarto del siglo x x , que han sido eti-
quetadas como «la tercera ola de democratización» (hu N T I N G T o N , 1991) con-
tándose como primera ola la democratización de los sistemas políticos en
Europa después de la Primera Guerra Mundial (la transición desde la mo-
narquía constitucional hacia la democracia parlamentaria) y como segunda
la ola de democratización posterior a la Segunda Guerra Mundial que de
hecho era de redemocratización, en el caso de Alemania y Japón, impuesta
por parte de los vencedores aliados sobre los regímenes totalitarios. Res-
pecto a la tercera ola, en un principio se integraron todos los procesos de
apertura política proclives —en los hechos o en las expectativas— a estable-
cer un sistema democrático. En el correr del tiempo se ha dejado fuera del
ámbito los casos en los que no se logró la democratización del régimen polí-
tico y por supuesto también los casos que constituyen casos inversos, retor-
nos al autoritarismo. El proceso de transición a la democracia queda así de-
terminado por su objetivo nal. Éste se habrá consumado, cuando se hayan
construido o recuperado las instituciones de la democracia representativa,
cuando el sistema político funcione según elecciones libres y competencia
pluripartidista, de acuerdo con los criterios mínimos del concepto de de-
mocracia desarrollado por Robert DA h l (1971). Nunca antes este concepto
de democracia, aunque criticado, ha disfrutado de tanto consenso como re-
ferente analítico. Sin embargo, este consenso no implicaba un acuerdo so-
bre la amplitud del proceso de transición. Era común periodizar el proceso
de transición en diferentes etapas, sobre todo en liberalización y democra-
tización, que hizo posible también discutir su cronología e interrelación. A
veces se incluía como tercera etapa la consolidación de la democracia (por
ejemplo, o’Do N N E l l y SC h m I T T E R , 1986). En otros estudios se distinguía en-
tre transición concluida y democracia consolidada (lI N z y ST E P A N , 1996).
Esta variedad en la amplitud del concepto ha sido muy signicativa
en el ámbito de los enfoques de investigación de la transición. Sin lugar
a duda existe una relación no sólo temporal entre transición y consolida-
ción. No obstante, la periodización alcanza su real importancia en la me-
dida en que consideran las diferencias de ambos tiempos, las que confor-
man el marco decisivo del análisis cientíco de las respectivas épocas. Por
tanto, me inclino a entender transición y consolidación como dos procesos
tan distintos que propongo tratarles separadamente. La primera razón se
ubica en la noción del tiempo. Mientras que la transición puede lograrse en
un periodo muy corto, no obstante que a veces se alarga en el tiempo, la

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