Contribución pastoral de las universidades de la iglesia católica
| Autor | Cristina Guzmán |
| Páginas | 107-146 |
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CONTRIBUCIÓN PASTORAL DE LAS UNIVERSIDADES
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CRISTINA GUZMÁN
Creemos que es realmente importante la contribución que las Uni-
versidades de la Iglesia Católica hacen a la transmisión del Evangelio de
Jesús y a la encarnación de éste en la sociedad y en la cultura, ayudando
al cultivo espiritual de la fe católica y a formar, en palabras del P. Arrupe,
hombres y mujeres para los demás, en especial para los más necesitados
y vulnerables de la sociedad. Este estudio, en el ámbito de la pastoralidad
del Derecho Canónico, pretende poner de manifiesto la vertiente práctica
de esta contribución realizada en las Universidades Católicas españolas.
Para ello comenzaremos por aportar algunos conceptos de lo que cree-
mos significa la pastoral Universitaria para continuar con lo que regula
la normativa canónica sobre las universidades de la Iglesia y, en concre-
to, sobre la vertiente pastoral de las mismas. Seguidamente pasaremos a
destacar lo más relevante de la doctrina emanada de los tres últimos pon-
tífices, o de las Congregaciones romanas durante el pontificado de ellos,
para finalizar concretando cómo se están aplicando todos estos criterios
de la Iglesia, normativos y doctrinales, en la práctica de la pastoral uni-
versitaria por siete universidades españolas que se denominan católicas.
1. La pastoral Universitaria
Cuando nos referimos a pastoral universitaria, necesariamente pen-
samos en la forma y manera que puede tener la Iglesia Católica de trans-
mitir el Evangelio de Jesús a los jóvenes que están cursando su etapa de
formación universitaria, sabiendo que no solamente es la transmisión de
la palabra de Jesús, ni de la doctrina o dogmas de la Iglesia Católica, ni
la atención sacramental, sino todo un conjunto de vivencias que nece-
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sariamente deben ir unidas a ellas. O también se podría decir, como se
indica en las conclusiones de los participantes en el II Congreso Mundial
para la Pastoral de los Estudiantes internacionales, “aquella actividad de
la universidad que ofrece a los miembros de la comunidad la ocasión de
coordinar el estudio académico y las actividades para-académicas con
los principios religiosos y morales, integrando de esta manera la vida con
la fe”1.
Pero no solo debemos entender que se limita a los jóvenes estudian-
tes –aunque la programación usualmente va más pensada y dirigida a
ellos–, sino también a todos los que forman parte de la comunidad uni-
versitaria: profesores, investigadores, personal de administración y servi-
cios. Siendo un grupo tan heterogéneo es fácil apreciar que las personas
que puedan encargarse de esta encomiable labor, deben ser personas con
dedicación y creatividad, capaces de organizar y dirigir diversas activi-
dades atractivas para un colectivo tan dispar. Esta disparidad será mayor
en las universidades estatales o privadas ajenas a la creencia cristiana.
Sin embargo, si nos centramos en universidades de la Iglesia Católica, es
fácil presumir que el colectivo de creyentes será mayor tanto en el alum-
nado como en el profesorado y personal de administración y servicios.
A la hora de plantear la pastoral juvenil, habrá que tener en cuenta
que los estudiantes que acceden a las universidades cuentan con un nivel
de formación muy distinto en materia religiosa, aun cuando hayan sido
bautizados en la Iglesia Católica, así como unas vivencias muy dispares,
tanto en las familias de origen como en sus relaciones sociales y culturales.
Provienen de diversas partes del mundo –fomentadas por los programas
de intercambio Erasmus, Sócrates, etc–, con distinta formación religiosa o
sin ella y con diversas y plurales ideologías sociales, políticas, filosóficas,
etc. Además, están en un momento de búsqueda, no solo de su proyecto
profesional de vida, sino también de su identidad personal porque, aunque
mayoritariamente sean mayores de edad, carecen de independencia y de
la seguridad necesaria para poder dirigir su vida. Sin embargo, tienen que
comenzar a tomar decisiones importantes que pueden condicionar su fu-
turo. Y en este marco, debe tenerse en cuenta que, a los jóvenes de hoy en
día, les atrae todo aquello que les satisface de forma inmediata, lo lúdico
y otras formas de expresión artísticas. Por ello, como bien dice Rodríguez
Olaizola, cuando se trabaja con los jóvenes universitarios la finalidad que
1 “Estudiantes internacionales y Encuentro de culturas. Documento final Roma,
30 de noviembre a 3 de diciembre de 2011”, en Cristianismo, Universidad y Cultura, año 1
nº 2 segunda época (2011). Subcomisión Episcopal de Universidades. Conferencia Episco-
pal Española, 81.
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“se pretende es que lleguen a percibir el mundo y, dentro del mundo, a
la Iglesia, como un espacio donde el ‘Reino de Dios’, el proyecto de una
humanidad fraterna, reconciliada y sanada está en camino. Que sepa apo-
yarse en otros (participar, celebrar, compartir) para compartir ese proyec-
to. Que lleguen a percibir la propia vida como misión, y al Dios que está
detrás de todo esto como un tú personal con quien cada ser humano puede
relacionarse. Y que todas estas percepciones se conviertan en parte de sus
vida y les iluminen en las decisiones que tomen, en el modo de orientar sus
proyectos, sus trabajos y sus relaciones”2.
La dificultad es cómo conseguir este objetivo en un mundo altamen-
te secularizado y donde los tiempos, los intereses, las dudas, las incerti-
dumbres y las búsquedas de cada uno de los jóvenes es distinta. Si a ello
unimos cómo conjugar esta dinámica juvenil con las de los demás miem-
bros de la comunidad universitaria, de edades, trayectorias, inquietudes
y experiencias personales muy diversas, nos llevará a valorar la creativi-
dad de los organizadores para que las distintas personas que conforman
la comunidad universitaria puedan participar en distintos proyectos, de
forma flexible e incluso ocasional, individualizada/personalizada, y uti-
lizando, además, los medios tecnológicos de los que hoy disponemos en
Internet: celebraciones litúrgicas cuidadas y bien preparadas y sentidas,
adoración al altísimo, acompañamiento espiritual –para proponer expe-
riencias y retos, ayudando a la persona a leer (discernir) cómo va actuan-
do Dios en su vida3–, foros, grupos de formación, charlas, conferencias
y/o seminarios que formen y ayuden a asumir responsabilidades por la
justicia, en el diálogo fe-cultura interreligioso4, ejercicios espirituales,
2 José María Rodríguez Olaizola, S.J., “La pastoral con universitarios y jóvenes
adultos”, Sal Terrae 94 (2006) 627. El autor propone trabajar sobre cuatro dimensiones: 1)
descubrir al Dios de Jesús a través la escucha de la palabra, de la oración, la celebración
o la vida de las gentes; 2) comprender y sentirse Iglesia porque la fe no es solo vivencia
interior sino también algo colectivo y compartido, aceptando diferencias y la complejidad
de la misma, no encerrándose en grupos propios; 3) abrir los ojos al mundo y asomarse
a determinadas realidades no solo con formación sino también con el contacto directo y
real con otras gentes (voluntariados, implicación en campañas, etc); y 4) consecuencia de
todo lo anterior, que tu ser cristiano se convierta en algo significativo en tu identidad, no
en algo anecdótico, sintiendo a Dios que nos ama como somos y nos permite descubrir la
propia vida como vocación y sentir que cada uno tiene una misión (628 y ss).
3 Abel Toraño Fernández, S.J. “Apuntes teológicos y de contenido en la pastoral
juvenil universitaria”, Sal Terrae 94 (2006) 651. Es interesante la fórmula que el autor pro-
pone de unos contenidos cristológicos específicos para la pastoral juvenil, basados en el
esquema de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola (652 y ss).
4 Pablo Guerrero Domínguez, S.J. “Recuerdo y esperanza. Evaluación en Pastoral
Juvenil Universitaria”, Sal Terrae 94 (2006) 666.
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