Capítulo cuarto. Los soberbios de este mundo

AutorNatividad Senserrich
Páginas131-146

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CAPÍTULO CUARTO. LOS SOBERBIOS DE ESTE MUNDO

Acercándonos a una definición

Etimológicamente el termino integrismo procede de la palabra latina integerintegra, cuyo significado hace referencia a aquella persona o personas que cumplen exactamente y con rectitud los deberes de su cargo o posición. También el significado se refiere a aquellas personas cuyo cumplimiento del deber puede adjetivarse como: escrupuloso, estricto, insobornable, puro, desaprensivo e inmoral. De este modo, el integrismo es definido como aquella actitud de quien defiende la inalterabilidad de una doctrina.

La definición que nos aparece en los diccionarios del término integrismo es dual; por un lado, es aquella corriente políticoreligiosa que surge en el campo católico a partir del Antiguo Régimen que identifica y propugna una determinada comprensión del hecho y de la doctrina cristiana con una estructura social del régimen de cristiandad; por otro lado, que es aquella tendencia doctrinal y práctica de signo agresivo e intransigente que defiende formulas históricosociales arcaicas. De momento, únicamente nos interesa remarcar que esta palabra posee una definición concreta y otra general. El término fundamentalismo es definido a la vez de forma dual

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como aquella corriente que ataca cualquier desviación de doctrinas y prácticas consideradas esenciales en un sistema religioso, político, educativo, etc.; así como también puede ser definido como un conservadurismo extremo. Según Max Weber cualquier grupo humano tiende a constituirse en una iglesia, entendiendo a ésta como una asociación hierocrática que aplica para la garantía de su orden la coacción psíquica, concediendo y rechazando bienes de salvación y con la pretensión del monopolio legítimo. De este modo, podemos afirmar que la ortodoxia ha de ser entendida como una regulación del pensamiento y una regulación de los comportamientos Húmanos, ortopraxis. Sin embargo, al contrario de lo que se puede pensar, la ortodoxia no hace acto de presencia únicamente en el interior de los grupos religiosos sino que trasciende éstos y aparece allí donde se trate de proteger una ideología determinada. Aquí se encontraría la razón última de la influencia poderosa de un pensamiento fundamentalmente ortodoxo como el integrismo en otros tipos de ideología o de pensamiento políticosocial. Recuerdo ahora las palabras de Jean Grenier en 1938 cuando hizo notar que la ortodoxia es la consecuencia de cualquier ideología que triunfa. En un alejamiento de la realidad los sistemas han de protegerse con regulaciones. Salvaguardar y proteger un mensaje huyendo de la realidad, apartándonos de todo lo que nos rodea, de todo lo que nos insta. La regulación ortodoxa se preocupa más por las estructuras que por el mensaje, el contenido, ya que la ortodoxia es una cuestión social de orden público, como lo es el integrismo y el fundamentalismo. Todos ellos no cuentan con la realidad. Puede interpretarse en términos de acción social y de lenguaje, en donde el símbolo se hace signo, se convierte en algo unívoco y de este modo cualquier otro significado o interpretación quedan aniquiladas. La consecuencia es la desestructuración simbólica de la realidad y de la persona, característica de excepción de todos los integrismos y fundamentalismos actuales.

La ortodoxia es también consecuencia de la pretensión de divinización de las motivaciones históricas de las religio-

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nes mediante la teología oficial, la cual intenta y continuará intentando disponer de Dios y de la persona como si fueran objetos susceptibles de ser manipulados bajo determinadas condiciones. Así nos encontramos frente a una serie de dispositivos sociales o psicosociales que pretenden, y de hecho lo consiguen, regular las actividades de todo tipo. En este sentido, es importante señalar que el integrismo posee, en sí mismo, una gran fragilidad de la información aunque es cierto que esta fragilidad se compensa con un potente, y sin duda cómoda para muchos, regulación social. Por lo tanto, se trata de afirmar que la fragilidad de la información no es posterior o de menor importancia en relación a la regulación social sino que, por el contrario, la información es anterior a cualquier regulación. Sabemos que el integrismo intenta eliminar esta percepción de fragilidad. La crítica funcional de las instituciones religiosas en relación a este fenómeno es colocarse en estado de alerta frente a las simplificaciones del pensamiento integrista.

Creo que la palabra clave para una comprensión global de estas aproximaciones etimológicas es la palabra actitud. Porque el fundamentalismo es definido como una actitud y así mismo también el integrismo y las ortodoxias.

Tanto unos como otros existen hoy en nuestro mismo momento histórico. En el tiempo en que el comunismo parece haber muerto definitivamente y en el que no hace tanto Fukuyama y sus seguidores propugnaban el fin de la historia. Muchas son, cada vez más, las situaciones a las que me refiero aunque parece existir entre todas ellos un nexo común. No es casualidad que las acciones que se suceden a las predicaciones integristas, surjan todas al mismo tiempo. En el pensamiento existe un nexo conceptual común al que algunos autores aluden como pensamiento sacerdotal o voluntad de pureza. Bertrand HenryLevy lo llamo en el título de uno de sus libros La pureza peligrosa.

En el fondo, como veremos, se halla una angustia de identidad propia y colectiva. Algunos analistas de la situación política

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internacional nos han advertido que eso fue lo que ocurrió en Ruanda y en el significado último del atentado a las torres gemelas. Teniendo en cuenta que huimos de simplificaciones, en Ruanda se produjo un llamamiento a la pureza perdida y esto, en el fondo, tiene ecos del discurso de las misiones en el siglo XIX. En él se hablaba de la oposición entre una africanidad autóctona y unos arios africanizados, de los primeros serían descendientes de los hutus y de los segundos los tutsis. Éstos últimos serían el fruto de una oleada blanca; el drama se encuentra inserto en la mezcla o la idea de ella. La pureza o la voluntad sacerdotal están en los orígenes de numerosos conflictos de la humanidad. En el caso ruandés parece hacerse concreto la interiorización del discurso colonial. A partir de estas premisas no necesitan justificación ni la purga, ni la purificación ni el exterminio.

En Rusia un personaje, Jirinovski, llegó a afirmar que la idea inicial de Hitler no era tan mala, o bien cuando afirmó que Francia es un país bajo la amenaza sionista y americana y que su capital París es una ciudad árabe. Sin embargo, sostiene un discurso con un sustrato coherente político, social y...

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