Laudatio: Eugenio Trias en Extremadura

AutorIsidoro Reguera
Páginas221-224

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I

Eugenio Trías acaba de recibir el Premio Extremadura a la Creación 2010 en su modalidad de Trayectoria Literaria de Autor Iberoamericano.* Está muy bien que un filósofo español alcance categoría para este prestigioso premio, al lado de gentes como Ernesto Sábato, António Lobo Antunes o Juan Goytisolo, que lo han recibido en otras convocatorias. No hay otro filósofo en España que merezca más esta distinción que Trías, que siempre ha conseguido expresar el pensamiento bellamente: «de forma poético-literaria capaz de incluir el rigor conceptual», como él quiere. Si no un unicum en la filosofía española desde hace medio siglo al menos, Trías sí es la cabeza prominente de una generación de filósofos españoles (la de los nacidos en la década 1940 más o menos, y más o menos ya crecidos en el 68) por fin presentables sin reparo alguno fuera, y que han abierto camino. (Excepciones en cualquier sentido confirman la regla en cualquier sentido.) Se une Trías a Ortega sin solución de continuidad, y efectivamente no la hay a ese nivel de creación, pero incluso eso es un dudoso honor. También el europeísta Ortega, como su castizo contrincante Unamuno, como su entrañada discípula Zambrano, con todos los respetos, mecen en un cierto halo doméstico de filosofía quijótico-españolista originaria, literariamente un tanto inflada además: como alguien decía (aunque fuera bien) de D’Ors, parece que también éstos escribían siempre en cursiva. Eran sus tiempos. (Y antes de ellos, desde el siglo XVI/XVII no hubo nada especialmente relevante en la filosofía española...) Trías, sin hinchazón alguna, ha comenzado a lanzar en castellano al mundo una considerable obra filosófica original (ni españolista ni importada), universalmente digna y libre de quijotadas (alma española, sus in* Este artículo en su primera parte fue escrito por encargo de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura con motivo de la entrega de ese premio, el 7-09-2010, y ha quedado inédito. Agradezco a Andrés Ortiz-Osés su especial e insistente interés, me imagino que por el respeto y aprecio que le merece también la figura de Trías, en publi-carlo en Antropos. Gracias también a esta revista.

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trahistorias, invertebraciones o ínferos), como no se ha hecho desde los tiempos del Quijote, precisamente. Ése será su gran legado histó-rico: un hito en la filosofía española en perspectiva de siglos.

En este -hoy por hoy y por suspicacias- delicado contexto hay que enmarcar la figura de Trías y su papel histórico. Tan por suerte como por desgracia lo dicho no es enfatizar las cosas. Tampoco que Extremadura, con este premio, y en este sentido, y quizá un tanto insospechadamente, evocando su pasado universal acabe de dar un gran aldabonazo al portón de la conciencia histórico-filosófica española.

¿Pero al fin y al cabo de qué hablamos? Resumamos todo un mundo en cuatro frases, el de Trías, una galaxia intelectual estético-religioso-ontológica en la que la filosofía, «una emoción común», se abre «a cualquier tema que competa y comprometa a todos los humanos, a cualquier pregunta sobre la forma específica de situarse en la sociedad y en la cultura el ser humano». ¿El ser humano? No un ser-en-el-mundo, si se piensa bien, sino un ser-en-el-límite-del-mundo, o un ser del límite sin más. Entre animal humano y divino, por decirlo así. Por decirlo mejor: más acá del límite todo es demasiado humano, más allá demasiado poco, la llamada tierra de nadie del límite es la propia, sí, del hombre, un lugar de perspectiva privilegiada, creación, metamorfosis, un lugar real de vida consciente. Y ¿cuál es el lugar límite de Trías en la galaxia de sus escritos...

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