Breve historia de los escándalos de financiación ilegal de partidos en España

AutorManuel Maroto Calatayud
Páginas21-109
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CAPÍTULO I
BREVE HISTORIA DE LOS ESCÁNDALOS
DE FINANCIACIÓN ILEGAL DE PARTIDOS
EN ESPAÑA
1. LA PROBLEMATIZACIÓN
POST-WATERGATE
DE LA FINANCIACIÓN DE PARTIDOS
Con su origen inmediato en las facciones políticas del sistema parla-
mentario inglés, los primeros sistemas de partidos nacen como tal con las
revoluciones americana y francesa, y se desarrollan y extienden durante el
siglo XIX 1. La aparición de los partidos es, así, paralela a la desaparición de
la sociedad feudal y al tránsito hacia la industrial, y en ese sentido la pecu-
liar Ilustración española desconoció la f‌igura de los partidos 2. Con todo,
la relación entre partidos y derecho fue especialmente complicada en esas
primeras etapas, toda vez que como forma de organización de poder, la idea
misma de los partidos chocaba en numerosos aspectos con la teoría liberal
de la unidad de la nación, la representación democrático-parlamentaria y la
división de poderes.
Fueron Inglaterra y los Estados Unidos, antes que Francia, los países
que primero asistieron a la formación de partidos políticos modernos, y
también probablemente en adentrarlos en su crisis posmoderna. Podemos
decir que las elecciones presidenciales estadounidenses de 1968 son un pun-
to de inf‌lexión: inauguran una nueva época en materia de elecciones, co-
rrupción y partidos. Las razones son variadas. Por una parte, las elecciones
presidenciales de 1968 marcaban el f‌inal de una década convulsa: la guerra
de Vietnam, los asesinatos de Kennedy y de Martin Luther King, las revuel-
tas de Mayo del 68; los sesenta habían sido una época de contestación al
sistema político y de luchas transformadoras que pusieron en pie de guerra
1 M. DUVERGER, Los partidos políticos, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2006; K. VON
BEYME, Los partidos políticos en las democracias occidentales, Madrid, Siglo XXI, 2000.
2 I. FERNÁNDEZ SARASOLA, Los partidos políticos en el pensamiento español, Marcial Pons,
2009, pp. 23 y ss.
Manuel Maroto Calatayud
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al establishment político. Ante ese clima contestatario y de desconf‌ianza ha-
cia las élites políticas, el candidato republicano Richard Nixon adoptó dos
estrategias electorales: por una parte, aumentar los gastos de campaña con
un inaudito uso de la televisión y de técnicas de marketing electoral, que
convirtieron las elecciones en las más caras de la historia hasta entonces,
con un incremento enorme con respecto a las anteriores 3. Quizás era ese
el único medio de incentivar el voto en una población que hacía gala de un
escepticismo creciente hacia la democracia estadounidense. Por otra, Nixon
aprovechó el incendiado clima social para explotar las ansiedades públicas
ante los conf‌lictos raciales y políticos, basando casi por entero su campaña
en la promesa de «ley y orden», en una reformulación del sistema penal
que abandonase las tendencias moderadamente liberales de las dos décadas
precedentes.
Tras la victoria de Nixon sobre un Hubert Humphrey que mantenía un
discurso político-criminal que todavía no despreciaba las causas sociales del
delito 4, tanto las elecciones como la política criminal americanas quedarían
sustancialmente alteradas. En materia electoral se producía un viraje hacia
campañas «capital-intensivas», en detrimento de las clásicas formas de or-
ganización y movilización «trabajo-intensivas», basadas en el trabajo de los
militantes, más propias del partido de masas tradicional 5. En materia políti-
co-criminal se acudía al sistema penal como mecanismo de restauración de
la autoridad y la conf‌ianza pública, esto es, se efectuó un viraje notable hacia
un sistema penal concebido como instrumento de gobierno 6. Las siguientes
elecciones, en 1972, quedarían marcadas por el escándalo Watergate, en el
que quedaron al descubierto algunas de las técnicas ilegales a las que Nixon
había recurrido para f‌inanciar ese modelo de campaña, así como el entrama-
do de conglomerados comerciales y f‌inancieros que actuaban tanto a nivel
nacional como en el extranjero, ejerciendo inf‌luencias políticas de todo tipo.
El que se convertiría en el mayor escándalo de corrupción del siglo XX tuvo
consecuencias que todavía perduran: entre ellas, la aprobación en 1971 de lo
que a grandes rasgos sigue siendo el sistema estadounidense de control del
dinero en política, basado en la imposición de obligaciones de transparencia
(a cambio de legalizar la participación económica de las empresas en políti-
ca) y en el papel de la Federal Elections Comission como agencia reguladora
al estilo de la (institucionalmente mucho más poderosa) Securities and Ex-
changes Comission.
3 H. E. ALEXANDER, Financing politics: money, elections, and political reform, Washington
D. C., CQ Press, 1984.
4 W. J. CHAMBLISS, Power, politics and crime, Westview Press, 2000; G. R. SKOLL, Contempo-
rary criminology and criminal justice theory. Evaluating justice systems in capitalist societies, Nueva
York, Palgrave Mcmillan, 2009, pp. 92 y ss.
5 Sobre esta distinción: K. STROM, «A Behavioral Theory of Competitive Political Parties», en
American Journal of Political Science, vol. 34, núm. 2, 1990.
6 J. SIMON, Gobernar a través del delito, Barcelona, Gedisa, 2011, pp. 28 y ss.
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Breve historia de los escándalos de f‌inanciación ilegal de partidos en España
En los setenta dio también comienzo la primera fase de la internacionali-
zación de la lucha anticorrupción que, adornada de motivaciones moralistas
y pretensiones de regeneración ética y política, buscaba nivelar la arena in-
ternacional y eliminar barreras para la globalización. No es casual que 1973
fuera el año de la crisis del petróleo, de la liquidación del mapa de las ideo-
logías del keynesianismo de Bretton Woods, y del embedded liberalism; una
fecha considerada como arranque de una época económica protagonizada
por líderes como Reagan, Thatcher, Pinochet o Deng Xiaoping 7. O que en
1975, una de las propuestas de la Comisión Trilateral para asegurar la go-
bernabilidad ante la crisis fuera la de reducir la participación para evitar la
polarización, a través, entre otras cosas, de abrir vías de f‌inanciación para los
partidos distintas a la militancia, es decir, Estado y empresas: «Deben supri-
mirse las leyes que prohíben la f‌inanciación de los partidos por el Estado y
por las grandes empresas y particulares. Los partidos no pueden depender
exclusivamente de la f‌inanciación de la militancia (que genera capacidad de
control de la dirección por las bases). A los fondos privados debe sumarse la
f‌inanciación desde fondos públicos» 8.
2. LA CLANDESTINIDAD Y LA PRIMERA TRANSICIÓN
(1973-1979)
También a principios de los años setenta se formaba lo que sería el sis-
tema de partidos de la democracia española. En plena Guerra Fría y con la
dictadura franquista en declive, el país se había convertido desde mediados
de los sesenta en una preocupación estratégica para los países del eje occi-
dental, especialmente por el protagonismo que el Partido Comunista había
acumulado como principal fuerza organizada de oposición al régimen 9. Por
este motivo, y en la línea de lo que ya había pasado anteriormente en paí-
ses como Italia, durante los años inmediatamente anteriores a la muerte de
Franco, y hasta bien entrados los años ochenta, diversas fundaciones alema-
nas participaron activamente en la formación de la incipiente democracia
española. Fue especialmente el caso de organizaciones ligadas al SPD ale-
mán, que tuvieron un papel determinante en la formación en España de un
partido socialdemócrata, capaz de contrarrestar el protagonismo comunista
7 D. HARVEY, Breve historia del neoliberalismo, Madrid, Akal, 2007; N. KLEIN, La doctrina del
shock, Madrid, Espasa, 2007.
8 J. C. MONEDERO, «El programa de máximos del neoliberalismo: el Informe de la Trilateral
de 1975», Sociología Histórica, núm. 1, 2012, p. 303; M. J. CROZIER, S. P. HUNTINGTON y J. WA-
TANUKI, «The crisis of democracy. Report on the governability of democracies to the Trilateral
Commission», New York University Press, 1973, pp. 178 y ss., disponible en http://www.trilateral.
org/download/doc/crisis_of_democracy.pdf.
9 J. GARCÉS, Soberanos e Intervenidos, estrategias globales, americanos y españoles, Madrid,
Siglo XXI de España, 1996; M. PINTO-DUSCHINSKY, «Foreign political aid: The German political
foundations and their US counterparts», en International Affairs, vol. 67, núm. 1, 1991.

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