Apéndice II. Narrativas Judiciales

AutorMichele Taruffo
Páginas185-227
APÉNDICE II
NARRATIVAS JUDICIALES *
1. CREDULIDAD O INCREDULIDAD
En la primera de sus Siete Noches, que es un comentario fasci-
nante a la Divina Comedia de Dante, Jorge Luis Borges cita a Coleridge
cuando dice que una condición previa necesaria para leer poemas es la
«suspensión de la incredulidad» 1 . Este agudo comentario se sustenta en
dos premisas implícitas aunque evidentes: a) que la incredulidad debe
caracterizar nuestra aproximación a la experiencia común cotidiana
como necesaria postura crítica dirigida a evitar que nos formemos o
compartamos creencias falsas; b) que tenemos que ser crédulos para ser
capaces de captar, entender y disfrutar fantasías, metáforas, ambigüe-
dades, imaginerías, sentimientos, emociones, y todos los otros aspectos
inusuales que se consideran típicos de la poesía.
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en un estado de credulidad. Por ejemplo, mirar un cuadro normalmente
requiere una aproximación crédula: la apreciación de un Veermer no su-
pone un punto de vista escéptico respecto de si la luz en Delft a mediados
del siglo X V I I era realmente como Veermer la pintó, aunque él fuera fa-
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* Traducción a cargo de Verónica UN D U R R A G A VAL D É S , con la colaboración de Daniela AC-
C A T I N O SC A G L I O T T I . Publicado originalmente en castellano en la Revista de Derecho (Valdivia),
vol. 20, núm. 1, 2007.
1 Véase BO R G E S , 2005: 16.
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Más aún, para poder apreciar un cuadro de Jackson Pollock o una escul-
tura de David Smith uno no debe preguntarse si representan o no algo: es
mucho mejor suspender la incredulidad y ser crédulos al disfrutar de las
formas expresadas en ambas obras de arte. Una actitud similar e incluso
más profunda debe ser mantenida mientras se escucha música, ya que la
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la «catarsis estética». En realidad, para apreciar a Wynton Marsalis y a
Astor Piazzolla, por no hablar de Chopin o Brahms, es altamente reco-
mendable estar en un estado mental de no incredulidad.
Volviendo a los textos escritos, uno podría decir que la suspensión
de la incredulidad se necesita incluso al leer prosa y no sólo al leer poe-
mas 3       -
nos para introducirnos en el contexto de la novela y durante el tiempo
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extraterrestres puede ser racional, pero está lejos de ser la manera apro-
piada de leer a Wells. El mismo argumento se aplica de forma más ge-
neral respecto de cualquier tipo de novelas, desde las de terror hasta
las grandes obras maestras de la literatura de todos los tiempos y luga-
res. De alguna manera, por lo tanto, la distinción entre las aproximacio-
nes crédulas e incrédulas corresponde a la distinción entre la fantasía y
la creencia: cuando la que opera o debe operar es la fantasía, entonces
la suspensión de la incredulidad es una condición previa de la experien-
cia humana; cuando el asunto es sobre creencias, y en particular sobre
creencias verdaderas sobre los sucesos del mundo humano y material,
una actitud escéptica e incrédula es probablemente mucho más racional,
aunque probablemente sea mucho menos fascinante y atractiva 4.
Si, como parece al menos en una primera mirada, dicha distinción
tiene sentido, entonces puede ser usada como antecedente para ocupar-
nos de otros ámbitos narrativos más acotados y en particular del domi-
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2. NARRATIVAS
Uno de los términos más en boga y más sobredimensionados de las
últimas dos o tres décadas es «narrativa». Se ha transformado en una
especie de icono de la llamada aproximación posmoderna a muchas
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2 Véase SC H O P E N H A U E R : 1988, Band I, § 52, 338.
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prosa está más cercana a la realidad que la poesía (2005: 116).
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literaria; véase BO R G E S , 2005: 114, 117.
NARRATIVAS JUDICIALES 187
sofía e incluso la teoría jurídica 5 . Por su uso extremadamente amplio y
variable y por la multiplicidad de ámbitos en los que se emplea, es im-
posible (en este contexto, por cierto, y probablemente en general) con-
siderar todos los aspectos que dicen tener relación con narrativas. Sin
embargo, desde que el «giro narrativo» se ha transformado en un lu-
gar común también en el discurso sobre la prueba y la decisión judi-
cial 6, es posible al menos hacer algunos comentarios aislados, no sis-
temáticos y ciertamente incompletos, sobre el rol de las narraciones en
los contextos procesales y probatorios. En esta perspectiva, puede asu-
   
el discurso acerca de las «narrativas» y el discurso acerca del «story-te-
lling». En alguna medida, los contextos culturales y las connotaciones
de los dos conceptos pueden divergir, pero desde la perspectiva pro-
cesal puede asumirse sin problemas que las «historias» que son conta-
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 7.
Concentrarse en narraciones judiciales implica que muchos de-
bates sobre las narrativas en general deben dejarse de lado. Por
ejemplo, los ataques posmodernos en contra de los llamados Gran-
des Relatos, tales como la Historia, el Progreso, la Razón, la Ver-
dad y otros, no pueden ser discutidos aquí como merecerían 8, y lo
mismo debe decirse respecto del contraste entre «fundacionalistas» y
«antifundacionalistas» 9. Basta con decir que actualmente parecen un
poco triviales y extemporáneos; por lo menos desde mediados del si-
glo X I X y la primera década del siglo X X 10 , y especialmente después
de la Segunda Guerra Mundial, ninguna persona educada y culta si-
guió creyendo en Grandes Relatos. De hecho, largo tiempo antes de
BA U D R I L L A R D 11 , la cultura europea conoció a Jean Paul SA R T R E y Al-
bert CA M U S , por no mencionar a NI E T S Z C H E y a todos los irracionalistas
de los que trata LU K Á C S en Zerstörung des Vernunft. En aquel tiempo
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las certezas propias del siglo X I X . Sin embargo, BA U D R I L L A R D no fue en
  -
bre gastados lugares comunes y los reinterpreta en un estilo grandilo-
cuente como si las connotaciones retóricas y apocalípticas fueran se-
ñal de un pensamiento profundo y novedoso.
5 Véase, por ejemplo, BR O O K S y GE W I RT Z , 1996.
6 Véase principalmente TW I N I N G , 2006: 280, 286, 332. Véase también BU R N S , 2005;
art. 4.1, para mayores referencias. El ejemplo más interesante de esta perspectiva es probable-
mente JA C K S O N BE R N A R D , 1988a.
7 Para una postura similar, véase TW I N I N G , 2006: 291.
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ejemplo, LIT O W I T Z : 1997: 10.
9 Respecto de este tema véase, por ejemplo, MI N D A , 1995: 161, 164.
10 Véase el complejo análisis desarrollado por BU R R O W , 2000.
11 Para un extenso análisis crítico del pensamiento de BAU D R I L L A R D véase NOR R I S , 1990: 164.

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