Sexualidad

AutorSilvina Álvarez Medina
Páginas111-146
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CAPÍTULO IV
SEXUALIDAD
La sexualidad entra en el terreno jurídico con los interrogantes pro-
pios de lo que no ha sido frecuentemente explicitado en el debate público,
manteniéndose como un reducto paradigmáticamente privado. Se ha ana-
lizado en la primera parte de este libro el alcance de la vida privada y la
intimidad, como ámbito persistentemente resguardado de la incursión de
las instituciones públicas y del derecho, que por esto mismo a menudo no
cuenta con herramientas jurídicas adecuadas de garantía y protección. La
sexualidad, como veremos enseguida, es expresión de esta concepción de
la vida privada de la gente como un espacio que debe transcurrir dentro
de los muros de lo íntimo, es decir, dentro del perímetro que dibuja con
mayor celo lo que no se quiere mostrar, lo que adquiere su signicado más
especíco porque no es expuesto, no es compartido públicamente. Plan-
tearé aquí un recorrido conceptual para indagar en la sexualidad, su sig-
nicado y los términos en los que se presenta. Este recorrido será también
un recorrido temporal, en cierto modo histórico, en la medida en que los
conceptos van descubriendo con sus deniciones la extensión del debate
propuesto en cada momento, según se van desvelando prácticas consoli-
dadas y mitos construidos, al tiempo que se van sucediendo las olas de
reivindicaciones. Comenzaré con algunas nociones muy conocidas pero
que resulta importante explicitar en relación con la sexualidad, como es el
concepto de género que en la segunda mitad del siglo pasado se propuso
como una categoría diferente del sexo, para poner de maniesto el ade-
cuado espesor de las fuertes reivindicaciones que entonces se plantearon,
también sobre la sexualidad. Luego me detendré en el consentimiento, ya
que la elaboración jurídica y los actuales debates sobre las relaciones se-
xuales y los límites de lo punible se han centrado en este concepto, como
veremos, no siempre bien entendido. Con estas nociones llegaré a propo-
ner algunas revisiones en torno a la sexualidad y al derecho.
Silvina Álvarez Medina
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1. SEXO, GÉNERO Y SEXUALIDAD
Aunque a veces se habla de sexo y sexualidad conriéndole el mismo
signicado, voy a distinguir aquí ambos términos, y para hacerlo introdu-
ciré un tercer concepto, el género. Sexo y género quedaron recíprocamente
condicionadas a partir del trabajo pionero de Gayle R (1975) en el que
la autora se refería al «sistema sexo/género» como el binomio en cuyo
seno se gesta un complejo proceso: tomando como dato inicial un conjunto
de atributos naturales para la procreación que constituyen el sexo como do-
tación biológica, dicho sexo pasa a revestirse de características dotadas de
fuerte carga normativa que le coneren signicado social a las categorías
de varón y mujer, determinando aquello que se denomina género 1. Estas
nociones han tenido una función pedagógica muy importante en nuestras
sociedades en las que, a través de trabajos académicos, manifestaciones
sociales, la divulgación, la política y la legislación, se ha incorporado el
término género, en frases tales como «políticas de género», «violencia de
género», «igualdad de género». Con esta terminología se quiere trascender
la denominación sexo —que persiste en algunos usos especícos como el
relativo a la discriminación en ámbito constitucional, por ejemplo—, para
abrazar con el término género aquello que de construcción sociocultural
tiene ser mujer en la sociedad, en conjunción con el signicado sociocul-
tural de ser varón. En otras palabras, se entiende que el género describe o
dene a las mujeres no solo a partir de su sexo entendido este como atri-
buto biológico o natural, sino como consecuencia de patrones elaborados
por las sociedades a lo largo de su historia.
En el ámbito de la antropología, y como ha señalado Virginia M-
, esta línea de desarrollo conceptual puede rastrearse en el trabajo
de Michelle R, quien armó la conformación de lo femenino y lo
masculino en torno a las diversas «orientaciones» de unas y otros, hacia
lo doméstico o hacia lo público; basándose en sus estudios de campo, la
autora agrega que estas orientaciones, a su vez, están cargadas de valor,
de autoridad y poder, conformando asignaciones asimétricas que colocan
a los varones en una posición de superioridad (M, 2001: 147).
Se conformaría de este modo una tradición cristalizada en roles e identi-
dades asignadas que, a su vez, son asumidas por las diversas ramas del
conocimiento y reproducidas, consolidando así «diferencias esenciales»
entre varones y mujeres, que generan la desigualdad estructural (2001:
150-151). M ha esquematizado el modelo dualista que se cons-
tituye a través de pares dicotómicos, en los que a las mujeres se les atri-
buye un mayor vínculo con la naturaleza, lo doméstico, el sentimiento y
la reproducción, mientras que en los varones dicho vínculo dominante se
establece con la cultura, lo público, la razón y la producción (2001: 151).
Estas categorías ponen de maniesto cómo se produce la construcción del
1 Sobre la propuesta de R, véanse Stevi J (1998: 133); Virginia M
(2001: 161-162).
La protección de la vida privada y familiar
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género como concepto que dota de signicado y posición social a las muje-
res en relación con los varones. Susan M O ofrece una denición
más anclada en la perspectiva de la losofía política, cuando arma que
entiende por género «la profundamente arraigada institucionalización de
las diferencias sexuales» (1989: 6), lo cual entraña dotar a esas diferencias
sexuales de posiciones y valores consagrados en los distintos órdenes de
la sociedad, incluido el sistema jurídico. Naturalmente, como todos los
conceptos, también este ha sido reiteradamente sometido a críticas y reela-
boraciones, pero es importante poder identicar la génesis del concepto
para poder aplicarlo en los ámbitos que aquí nos interesan, de la política
y del derecho.
Esta distinción simple entre sexo y género encierra un gran valor expli-
cativo y metodológico para la comprensión de las demandas feministas
y la búsqueda de soluciones políticas y jurídicas, a pesar de las diversas
reformulaciones de que ha sido objeto. La propia R, años después de
acuñar la expresión «sistema sexo/género», reformuló los términos de su
aportación, poniendo de maniesto que también el sexo, ese conjunto de
atributos biológicos para la reproducción, está cargado de signicados y
que, por tanto, no es un hecho natural o puro 2. Este es el primer paso que
hace falta dar para poder alcanzar una mejor comprensión de la sexuali-
dad: al hablar de género hacemos referencia a las mujeres en conjunción
con el entorno de signicados socialmente construidos y lo mismo hace-
mos al hablar de sexo, es decir, también nos referimos a signicados social-
mente construidos en relación con la conformación biológico-normativa
de los cuerpos. Aunque la observación cientíca y el conocimiento de los
hechos nos proporcionen una serie de datos que podemos reejar o trans-
mitir en términos más o menos objetivos y en tal sentido, más o menos
libres de valoraciones, en la medida en que transmitimos matices interpre-
tativos y prescriptivos, también la forma en que abordamos las descripcio-
nes se carga de normatividad.
Las ideas de sexo y género han tenido que medirse con el esencialismo
biológico que pueden encerrar las categorías de varón y mujer, para llegar
a plantear nociones que estén más en sintonía con los escenarios socia-
les que quieren comprender y explicar. Otras perspectivas han planteado
variantes diversas en torno a estas nociones que no me ocuparé aquí de
explorar 3. Baste señalar que la problematización del binomio sexo/género
2 Véanse J (1998: 140); M (2001: 163). Sobre esta base se ha tejido el am-
plio debate feminista en torno al esencialismo, del que da buena cuenta el trabajo pionero de
Elizabeth S (1988). Numerosas autoras se han posicionado en torno al esencialismo
que pueden entrañar las categorías de mujer y género, y han propuesto diversas lecturas del
género; véanse, entre otras, J. B (1986); D. F (1989); I. Y (1995); M. M
(2006); W (2011).
3 J rastrea las diversas posiciones mantenidas en torno a los conceptos de sexo
y género por teorías materialistas y posmodernas. Tras analizar las propuestas pioneras de
G. R y Ann O (1998: 132-134), J hace un recorrido por los aportes de autoras
como Moira G, Rosi B, Judith B, Christine D y Monique W,
entre otras (1998: 134-138).

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