El Sexenio democrático

AutorManuel Martínez Neira
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas131-142
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El Sexenio democrático
Pero esta reforma integral planteada por los neos apenas si pudo ponerse
en práctica, pues la revolución de 1868 –ese “alzamiento nacional”, en pala-
bras de Castro1– terminó con ella. Un alzamiento que aspiraba a establecer la
libertad de la ciencia y la independencia de su magisterio. Es decir, defendía
precisamente lo que atacaban los neos. De ahí que Castro se viese como un
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ción: “yo bendeciré mil veces la mano de la Providencia que, del mal pasajero
de unos pocos, ha sacado para todos un tesoro inestimable de bienes comu-
nes e imperecederos”2
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la Universidad”3.
La crítica enfocaba después al estatismo liberal4:
entre nosotros [...] era considerada la enseñanza puramente como un ramo de la ad-
ministración, y la Universidad como una dependencia más, servida por una clase especial
de funcionarios. Si esta, por fortuna, no era la opinión de todos los profesores, éralo al
menos del Estado y de sus poderes. Una centralización exorbitante había hecho del maes-
tro, como del sacerdote, un empleado. De aquí el régimen centralizador de la instrucción
pública, la oposición a la enseñanza libre, la falta de vida e iniciativa propias en todas las
instituciones docentes, la reglamentación con sus programas y sus libros de texto, el modo
exterior, ceremonioso y mecánico de llenar sus funciones académicas el profesor.
Aparece así la soberanía de la ciencia –frente a la de la Iglesia y a la del Es-
tado– como clave de comprensión del nuevo tiempo: “De hoy más, la Ciencia
1 Castro, Discurso (Apéndice, p. 192).
2 Castro, Discurso (Apéndice, p. 193).
3 Sanz del Río, Discurso (Apéndice, p. 200). Un discurso precioso pronunciado el 2
de noviembre, un día después del de Castro. Apena, desde luego, que en él deba detenerse
en la obligación que los profesores tienen de asistir puntualmente a clase.
4 Castro, Discurso (Apéndice, p. 193). Similar crítica encontramos en Salmerón (La
libertad de enseñanza. Apéndice, p. 201): “habíase tratado, y en no pequeña parte logrado,
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automáticamente en la cátedra las doctrinas que sancionaran el régimen social y político
reinante”.

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