Al servicio del Gobierno: los moderados y el estatismo liberal

AutorManuel Martínez Neira
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas121-123
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Al servicio del Gobierno:
los moderados y el estatismo liberal
En una carta enviada a Sanz del Río, en relación con la polémica krausista,
el rector Torres, de la Universidad de Granada, decía que formaba parte del
decoro de los catedráticos el no pronunciarse contra el gobierno “a quien se
sirve”1    
del proyecto moderado: una enseñanza al servicio del Estado, no de la ciencia
como pretendieron después los krausistas, ni del clero como exigían los neo-
católicos, de ahí que el enfrentamiento estuviese servido.
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tervención del ministro Pidal– un ordenamiento estatal de la universidad. Es
claro que, al circunscribir nuestro interés al siglo XIX, lo hacemos a la inédita
experiencia estatal –tan opuesta a la experiencia corporativa precedente–, es
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mación, que caracterizan este nuevo paradigma.
Para comprender el repliegue de la libertad de enseñanza, podemos tomar
en consideración el relato que ofrece Gil y Zárate, quien fuera –en lo que nos
interesa– director de Instrucción pública con Pidal. Dice así. Hubo un tiempo
(¿el medieval?) en que la libertad de enseñanza existía en España. Pero a me-
dida que el poder regio se expandió esta se vio progresivamente limitada, pri-
mero por obra de la Inquisición y luego por el control de otros consejos de la
monarquía, hasta que “en 1824 quedó anulada del todo”2. Frente al régimen
opresor del absolutismo –que Fernando VII representaba cumplidamente–,
los liberales proclamaron la libertad de enseñanza, así lo hicieron en el pri-
migenio plan de 1821 y después en el del Duque de Rivas (1836). Ya con los
moderados, el plan de 1845 –el elaborado por Gil y Zárate– tuvo otro funda-
mento: se basó en el rechazo de las “funestas consecuencias” de la libertad de
enseñanza y en la “gran participación” que al gobierno le correspondía en la
enseñanza. Para Gil y Zárate “la cuestión de enseñanza es cuestión de poder”:
es decir, la enseñanza competía al poder. Esta concepción presuponía un Es-
tado que representaba la sociedad de tal forma que la reemplazaba, que la
1 Urigüen, Orígenes y evolución, cit., p. 192.
2 Gil y Zárate, De la instrucción pública, cit.,vol. 1, pp. 150 ss. (Apéndice, p. 174).

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