La reacción

AutorFernando Oliván
Páginas13-30
13
I
LA REACCIÓN
UN PUNTO DE PARTIDA
Este libro surge de una inquietud. Por eso no es, ni pretende ser, un análisis pausado
y neutro, sino que, de una forma u otra, responde también a una función militante.
Reconozco esto por la urgencia de aclarar el posicionamiento de la mirada. Desde
una óptica equidistante, supuestamente científica, un trabajo de investigación como
éste tendría que haber optado por una plena centralidad, y su título, en ese equili-
brio abstracto, hubiera sido algo así como “Izquierda y Derecha”, con alguna remi-
sión a la política moderna. Pero no. No ha sido esta la posición que nos ha movido
como investigadores. Luego veremos que nuestra opción está también respaldada
por los hechos. Pero esa conclusión vendrá más tarde, cuando, como observadores,
apliquemos al objeto de estudio la potencia de la razón científica.
Vayamos por partes. De entrada, esa inquietud y, tras ello, el análisis de los
hechos.
La inquietud viene a constatar una serie de acontecimientos que se reiteran de
país en país y cada vez de forma más continuada. Soy y me considero una persona
de izquierdas. He militado en partidos políticos que se definen de esta ideología y,
con ellos o de forma independiente, he luchado por ese conjunto de ideas y valores
14 Fernando Oliván / Gérard Prévost
que se entroncan bajo ese concepto político. Desde esta militancia he ido constru-
yendo todo el universo referencial sobre el que trabaja mi conciencia política, algo
que, si inevitablemente me motiva en el campo de mi actuar como ciudadano, no
dudo que también se traslada a mi reflexión académica.
No me cabe duda. Ni siquiera en la ciencia hay neutralidad posible. Hace ya
algunas décadas Ernest Bloch escribió un precioso libro: “Avicena o la izquierda
aristotélica”. Aplicó esa identificación política a toda una serie de autores que, re-
flexionando sobre categorías filosóficas aportadas por el Estagirita, sacaban un con-
junto de consecuencias a las que Bloch no dudó en calificar de izquierdas. Es cierto
que el término “izquierda” ya se había usado respecto a los discípulos de Hegel (“la
izquierda hegeliana”), pero en este caso sí podemos anotar una cierta conciencia
política coincidente con la historia cronológica del término. Sin lugar a duda, creo
que esta valoración en el orden público es posible aplicarla también al pensamiento
actual. Es más, justamente sería al revés, lo que resulta sospechoso es esconder el
pensamiento bajo el paraguas de una asepsia imposible.
Pues bien, a lo que vamos es que, hoy día, esta óptica ha entrado en crisis. No me
refiero, en absoluto, a la mayor o menos solidez del punto de vista del que parte el ob-
servador de las cosas, sino al profundo descuadre que afecta al objeto analizado. Me
explico. Tras décadas –es decir, tras toda una vida desde la subjetividad de un observa-
dor limitado al tiempo de su propia existencia– con una cierta estabilidad en las posi-
ciones políticas, de pronto, eso que llamamos derecha, mueve radicalmente las fichas.
Es cierto que hablamos de la experiencia de una mirada individual y, por ello,
limitada su competencia observadora a no más de medio siglo. La realidad es que
algunos de los fenómenos que hoy rompen nuestros esquemas, ya fueron ensaya-
dos, y con éxito, en otros momentos de la historia, me refiero al fascismo y a esas
mecánicas que, en cierto grado, vienen a romper con la lógica interna de los concep-
tos. En las décadas de entreguerras, por ejemplo, no fue infrecuente la aparición de
extrañas expresiones de difícil anclaje en el sentido normal de las palabras. Así, pese
a su carácter de oxímoron, se utilizaron sintagmas como “derecha revolucionaria”,
incluso, “revolución conservadora” pese a lo contradictorio, en su semántica, de los
términos “revolución” (vinculado a la idea de movimiento) y “conservador”, que nos
remite a la semántica de inmovilidad. Esta confusión de términos nos obligará a
apreciar no pocas coincidencias y puntos comunes con algunos de esos grupos au-
toproclamados hoy de derechas. Sin embargo, y esto no resta valor a esta inquietud
que anotábamos al principio, si el concepto fascismo fue suficiente para entender
aquel momento histórico, resulta insuficiente para el día de hoy. De ahí la necesidad
de buscar nuevas causas y nuevos conceptos.
* * *

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR