Prólogo

AutorMiguel Agudo Zamora
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Constitucional, Universidad de Córdoba
Páginas21-23
PRÓLOGO
No perdamos de vista al individuo. Al ser humano concreto. Cuentan que
la historia de la Humanidad se resume en la llegada del mono dispuesto a co-
ger de improviso todos los frutos que colgaban de la rama que el rayo había
desgajado del tronco del árbol de la sabiduría. Quizá no haya sido exacta-
mente así, pero muchas veces la realidad social cotidiana que se vislumbra lo
pudiera parecer.
Cuentan también que la clave siempre se encuentra en el reparto de los
frutos. Todos nosotros, monos sin duda alguna, nos peleamos y nos morde-
mos por quedarnos con los mejores frutos. La asociación de constructores
quiere compensaciones por el aumento del número de viviendas de protec-
ción ocial. Los ganaderos y carniceros quieren dinero que les haga más
llevadera la última epidemia. Los funcionarios quieren más sueldo. Los go-
biernos europeos luchan entre ellos por repartirse los fondos. Y Hobbes,
desde su tumba adornada con pinturas de hombres-lobos, nos mira y se re-
crea en el paisaje.
Los vendedores ambulantes piden poder hacer su trabajo de la forma más
alejada al control que se pueda. La asociación de comerciantes desearía que no
existiera venta ambulante. Hay que hacer carreteras y para ello se destruyen
bosques. Los pueblos que se van a beneciar de la mejora en las comunica-
ciones presionan para que no se detengan las obras. Necesitamos electricidad,
pero qué hacemos con los residuos nucleares. ¿Quién los mete debajo de su
cama? Pero haberlos, haylos, como las meigas.
Con este panorama, gobernar siempre ha resultado ser lo más parecido a
un milagro, un derroche de esfuerzo para nunca saber si se ha llegado a buen
puerto. Hacer leyes, aprobar presupuestos. La economía es decisión. También
lo es la vida. Por lo tanto, la política es pura elección. Recursos limitados, toma
de decisiones, hipotecas del pasado, proyectos en los que avanzar y la presen-
cia del azar que cotidianamente se ltra y provoca humedades, cuando no
goteras.
Y además el Poder. Además, la Democracia. La deliberación como esencia
del arjé democrático. Y la crisis como elemento consustancial, como parte del
ADN de una democracia que nunca para de moverse.

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