Introducción: Derecho Administrativo y administración pública en Iberoamérica

AutorJaime Rodríguez-Arana
Cargo del AutorPresidente del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo. Catedrático-Director del Grupo de Investigación en Derecho Público Global
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Hace algunos años, 1997 para más señas, recuerdo que el profesor Allan Brewer Carías, uno de los grandes forjadores de la democracia en Venezuela al que la defensa de la libertad en su país le ha costado el exilio y la persecución política, me comentó que el espacio jurídico iberoamericano del Derecho Administrativo compartía raíces, tradiciones y fuentes que aconsejaban la tarea de estudiar el conjunto de las instituciones, categorías y conceptos de esta rama del Derecho Público desde esta perspectiva regional. El consejo no cayó en saco roto y gracias también a Julio Comadira empezamos a pensar en la forma de dar forma a esta gran aventura intelectual. Para ello era necesario acudir más al continente, propiciar foros de encuentro, leer y citar la doctrina americana y contribuir a tender puentes entre España y América en lo que se refiere al Derecho Administrativo. La misma orientación, unos años antes, entre 1990 y 1992, recibí de otro gran maestro del Derecho Administrativo, Juan Carlos Cassagne, gran amigo de España y también egregio jurista de renombre universal. Finalmente, el maestro José Luís Meilán certificó la pertinencia de tal proyecto.

Empezamos a trabajar a través del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo, a partir de 2000, estudiando las principales instituciones del Derecho Administrativo gracias a la colaboración de tantos y tan buenos profesores y maestros del Derecho Administrativos de los países de la región. Y después de algunos años, 2013, comenzó el doctorado en Derecho Administrativo Iberoamericano que promovimos entre más de diez universidades de ambos lados del Atlántico.

La tarea de comparación de los Derechos Administrativos de nuestros países, buen reflejo es este Curso, es posible porque en España ha existido y existe una escuela de Derecho Administrativo de gran calibre e influencia que ha sabido acercarse, con modestia y sentido del aprendizaje, a la gran comunidad académica del Derecho Público Iberoamericano. Ahora que también nos ha dejado Eduardo García de Enterría, maestro universal de juristas, es de justicia reconocer la impronta y la huella que su obra acadé-mica ha dejado en la región Iberoamericana. Además, profesores españoles como Jesús

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González Pérez, José Luis Meilán o Luciano Parejo, por citar los más relevantes, y otros tantos, han transmitido generosamente sus conocimientos a lo largo y ancho de todo el continente con una generosidad sin par. Doctorandos, discípulos, leyes administrativas de procedimiento administrativo, legislación en materia de jurisdicción contenciosa administrativa, normas en materia de empleo público, de contratación… han tenido su origen en la presencia española en la región. Una presencia que a mí me gusta decir, porque así lo experimento con frecuencia, que permite a los españoles conocer mejor esta gran realidad y aprender tanto de los países allén de los Mares.

Mi Universidad, la Universidad de La Coruña, desde el curso 2013-2014 dispone de un programa de doctorado en Derecho Administrativo Iberoamericano en colaboración con once universidades latinoamericanas que va a permitir, en régimen interuniversitario, potenciar la investigación al más alto nivel en este sector tan relevante del derecho Comparado que es el Iberoamericano.

No es casual o baladí que en estos momentos Iberoamérica tenga la pujanza que tiene. Con luces y con sombras, es verdad, como toda realidad humana que se precie. En materia de Derecho Administrativo la región está de enhorabuena pues dispone desde el 10 de octubre de 2013 de una Carta Iberoamericana de los Derechos y Deberes de los Ciudadanos en relación con la Administración Pública que supera con creces, por ejemplo, la regulación europea en materia de derecho fundamental de la persona a la buena administración pública. Así, de esta manera, se percibe la construcción de un nuevo Derecho Administrativo Iberoamericano, más humano, más solidario, que apuesta por repensar las categorías y las instituciones del Derecho Administrativo desde la dignidad del ser humano en el marco del Estado social y democrático de Drecho. Consecuencia de la radicalidad con la que las Constituciones de la región afirman que el centro, la raíz y el principio del Estado es la persona.

Es verdad que la influencia en Iberoamérica, y en otras partes del globo, de la doctrina española es patente. No hay más que abrir cualquier de los distintos Manuales al uso de Derecho Administrativo que los estudiantes manejan en las Facultades de Derecho de las Universidades de la región. Es verdad. Los que con frecuencia tenemos el privilegio de compartir actividades académicas con los colegas de este lado del hemisferio damos fe de ello, y sobre todo, somos conscientes de que en este momento la cátedra de Derecho Administrativo de los países americanos, de todos sin excepción, brilla con luz propia, y en bastantes sectores de nuestra disciplina los europeos somos los que tenemos que aprender de tan agudas y atinadas lecciones como se imparte al otro lado del Océano.

Por lo que se refiere a la Administración pública en Iberoamérica, conviene tener en cuenta algunas consideraciones que ayudan sobremanera a comprender las reformas y nuevos planteamientos que empiezan a alumbrarse en el continente, muchas de gran calado y actualidad.

En efecto, en este tiempo de crisis económica y financiera planetaria, destacadas voces del sector económico, a pesar de los actuales riesgos de contagio para las economías

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emergentes, han reconocido que el futuro, en alguna medida, pasa por Iberoamérica. El futuro, desde luego, pero también el presente. Y no sólo desde la perspectiva económica, también desde el punto de vista cultural y social —el Derecho es un producto cultural— el continente americano está en inmejorables condiciones de liderar las grandes transformaciones que el mundo actual precisa. Entre otras razones porque en la región todavía late con inusitada fuerza, con luces y sombras obviamente, la vitalidad propia de una tierra en la que todavía está presente con intensidad, esperemos que por largo tiempo, la centralidad del ser humano y de sus derechos fundamentales.

En efecto, 600 millones de consumidores que representan el 9% del PIB mundial constituyen una buena demostración del poderío iberoamericano. Voces bien autorizadas llevan algún tiempo afirmando que la hegemonía del Norte está a punto de concluir y que se está produciendo un cambio del centro de gravedad del mundo que ahora se encuentra hacia el sur y hacia el pacífico. En concreto Iberoamérica dejará en este siglo su condición de continente en desarrollo para erigirse en un continente puntero y de vanguardia pues cuenta ya con capacidades y ventajas estructurales que pueden colocarle a la cabeza del desarrollo económico mundial. Iberoamérica está incluso ya en mejor posición que Asia para beneficiarse en esta década del proceso globalizador pues tiene el mejor sistema financiero regional del mundo: dispone de un reducido apalancamiento, bajos niveles de morosidad y una alta rentabilidad.

Desde el punto de vista cultural y social, las condiciones para el despegue son también óptimas. En la sociedad, a pesar de la existencia de no pocas desigualdades y de una alta corrupción, los valores humanos están bien presentes y la institución familiar es central para la vida de las personas. Los gobiernos, unos más que otros, están preocupados por mejorar los patrones de la gobernanza y por el compromiso con los derechos humanos, algo que en Europa, el viejo y enfermo continente, hoy, sumidos como estamos en una grave crisis moral, brilla por su ausencia. La Universidad en Iberoamérica está pujante, los alumnos estudian, tienen hambre de conocimientos, el fracaso escolar es más bajo que en Europa. Es posible, pues, también en este sector, poner en marcha iniciativas de vanguardia porque los prejuicios apenas existen.

Iberoamérica es un continente abierto a la vida, al conocimiento. Hay dificultades que todos conocemos pero en términos generales en la región, unos países más que otros obviamente, se advierte que la mayoría de las naciones están comprometidas en un desarrollo plenamente humano con especial referencia a los más pobres y desfavorecidos.

La crisis económica y financiera que se ha cebado en el mundo occidental, espacio en el que reina un modelo de capitalismo que habrá de renovarse o refundarse sobre bases más humanas y razonables, no ha podido doblegar, hasta el momento por lo menos, las economías de los países iberoamericanos. Países que ordinariamente, dada su especial fragilidad institucional y económica eran, tiempo atrás, las primeras víctimas que se llevaba por delante cualquier recesión o crisis económica internacional. Sin embargo, a día de hoy, las economías de las repúblicas hermanas de allén de los mares, con las

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excepciones que todos conocemos, siguen creciendo equilibradamente, ahora un poco menos, y disponen de cuentas públicas razonablemente sólidas.

¿Qué es lo que ha pasado para que en plena crisis global Europa y Estados Unidos de Norteamérica no levanten cabeza y la región latinoamericana disfrute de una cierta bonanza económica? Los expertos hablan de que estos países de América del Norte, del Centro y del Sur, han sabido aplicar las recetas macroeconómicas más adecuadas. Así, en este contexto, ha sido posible adoptar medidas económicas de estímulo y contener el déficit público en un entorno del 4%, cuando en España, por ejemplo, se ha disparado de forma alarmante. En el llamado mundo occidental nos hemos lanzado a un irresponsable aumento del gasto público hipotecando las condiciones de vida de las nuevas generaciones evitando adoptar las medidas del caso por miedo a perder apoyos electorales. En Iberoamérica, en términos generales, se está practicando una política económica solvente y responsable en la que la contribución de las empresas al desarrollo está siendo decisiva. Ello explica, por ejemplo, que Chile o Brasil...

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