Cómo gestionar el despacho

AutorRaúl Herrera García
Cargo del AutorLicenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid
Páginas107-122
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8. CÓMO GESTIONAR EL DESPACHO
No hay nada más revolucionario que el sentido común
Cuando estamos ante un potencial cliente lo pri-
mero que hay que hacer es atenderle, oírle, ofrecerle
tus servicios y en caso de estar interesado anunciarle el
precio, tus honorarios por la primera consulta o en su
caso tu presupuesto. Díselo desde el principio porque
te dará la medida del tipo de cliente que es, y eso te per-
mitirá cribar y no perder tiempo.
Los buenos clientes y la gente normal entienden a la
primera que la consulta no es gratuita. Los getas o malos
pagadores son aquellos que te pondrán peros, huye.
En mi caso rara vez cobro las consultas iniciales,
salvo que sean finalistas, esto es, que el cliente se vaya
con la respuesta y ahí termine el asunto. No le vuelvo a
ve r.
Una consulta finalista es aquella en la que el clien-
te, tras realizar las preguntas oportunas, se lleva “take
away” las respuestas de su caso. Por ejemplo: “He com-
prado un coche a un particular ¿Tengo garantía de dos
años o tengo menos plazo?”. La respuesta es que la “ga-
rantía” es de seis meses, ya que no aplica la normativa
de Consumidores y Usuarios sino el Código Civil; ter-
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Raúl Herrera García
minando allí la consulta. Este tipo de consultas se co-
bran por el tiempo dedicado al cliente, “equis” euros la
hora o precio fijo por consulta. Y en mi caso siempre las
hago On Line.
En cuanto a cobrar las consultas hay muchos de-
bates y al respecto quiero decir que me parece legítima
cualquier política que se aplique, esto es, hay abogados
que deciden cobrar y los hay que no. Pero, en uno u
otro caso, la clave es que el cliente, con carácter previo
a la consulta, siempre sea informado de cuánto le va a
costar.
Partiendo de esa buena praxis, todo es transparen-
te por tanto correcto y legal. Por el contrario, no me pa-
rece ético lo de ocultar el precio y luego “acogerse” a
los criterios del colegio. Me parece que atenta contra la
competencia y la transparencia.
Entremos en harina. Yo particularmente soy parti-
dario de no cobrar la primera consulta, pero por una
sola razón, porque las consultas que recibo nunca son
finalistas, es decir, son el primer paso de un asunto y
entiendo que resolver gratuitamente esas dudas (sen-
cillas sin estudio) fortalece mi relación con el cliente.
Además coincide que la mayoría de mis clientes tienen
tres orígenes; o son clientes previos, o son clientes que
vienen recomendados por otros clientes, o vienen reco-
mendados por otros abogados. Por ello ese tratamiento
me permite no cobrar: no se suelen ir.
Ahora bien muchos compañeros reciben otro tipo
de asuntos; clientes desconocidos y sin referencia, y
clientes con consultas finalistas, esto es, que se van del
despacho con su duda resuelta y “su caso” terminado.
En estos casos entiendo que la consulta debe ser
cobrada porque se corre el riesgo más que evidente de

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