El contexto europeo y los ejes principales de las reformas en el mercado de trabajo en los EEMM de la UE desde el inicio de la crisis a la actualidad con una especial referencia al caso de Italia y Portugal
| Autor | Ignacio Camós Victoria |
| Cargo | Profesor Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Girona |
| Páginas | 223-252 |
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En un contexto europeo de crisis financiera internacional sin precedentes, los mercados de trabajo de los Estados Miembros (en adelante EEMM), están siendo expuestos desde el inicio de esta crisis a cambios muy profundos y significativos, no en vano se ha impuesto, con carácter general, la doctrina de una mayor austeridad en el gasto público y la necesidad de reformas estructurales del mercado de trabajo como el instrumento o la condición necesaria para convencer a los mercados financieros internacionales de que nuestras economías son competitivas y tienen capacidad suficiente para que, a través de estas reformas, se garantice una adaptación efectiva de las estructuras y figuras laborales a las necesidades presentes ávidas de flexibilidad, ya que de lo contrario, pueden surgir, de un lado, serias dudas, ya presentes, en muchos EEMM, sobre las rigideces de los mercados de trabajos y de otro, recelos, muy marcados, sobre el grado de sostenibilidad de las finanzas públicas y la posibilidad real de que se alcance el objetivo general de controlar el déficit público.
En un primer momento la respuesta a la crisis fue la adopción o puesta en marcha de medidas rápidas (transitorias) tendentes a frenar la destrucción del empleo a través, principalmente, del fomento de la reducción de la jornada subvencionada o del fomento del desempleo parcial como alternativa al desempleo definitivo o total1, a pesar de los evidentes riesgos de precarización de la relación
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laboral2y de los efectos negativos que en ocasiones tienen medidas como esta en términos de productividad y competitividad.
Superado este momento inicial de puesta en marcha de respuestas urgentes frente a la crisis y en un contexto como el presente de crisis financiera con una duración mayor de la inicialmente prevista, marcado por un deseo, algo exagerado, de contención del gasto público y de adopción de una cuestionable política de austeridad que ahoga, en gran parte, el crecimiento económico se ha optado por la adopción, de un lado, de acciones individualizadas en cada EEMM, según la gravedad de la crisis y de otro, por el diseño de medidas generales y comunes para todos los EEMM como la reciente garantía juvenil europea.
A efectos del mercado de trabajo, en esta segunda fase parece haberse acelerado la puesta en marcha de reformas ya anunciadas como es el caso de la reforma de las pensiones3o bien justificado la adopción de algunas que estaban pendientes de concretar y negociar con los interlocutores sociales como la descentralización de la negociación colectiva, las reforma del régimen de los despidos4.
En el ámbito de la UE, en un contexto de crisis y de recuperación muy frágil del empleo, se ha optado por determinar en qué ámbitos se considera necesario acometer reformas que favorezcan la recuperación del empleo ya sea para solventar algunos problemas comunes que han adquirido, como consecuencia de la crisis, un nivel alto de relevancia e incluso de dramatismo (caso es el desempleo juvenil o del paro de larga duración; ineficacia de las políticas activas de empleo; modernización de los servicios de intermediación; etc), o bien permitir que las empresas se doten de instrumentos suficientes para enfrentarse a los cambios de ciclo económico con la máxima flexibilidad y con el menor coste económico posible a fin de minimizar los efectos de la crisis sobre las mismas.
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A continuación voy a tratar de exponer cuál es el contexto en el que las reformas se están promoviendo en términos de documentos de reflexión que a nivel europeo se han aprobando donde se fijan o establecen cuáles son los principales ámbitos que han de ser objeto de reforma y determinar, de modo general, cuáles han sido los principales cambios o reformas introducidos bajo el amparo del artículo 2.3 del TFUE5.
Si bien es cierto que es competencia de los EEMM la definición de la políticas nacionales de empleo, la puesta en marcha del denominado semestre europeo que constituye una de las principales novedades del año 2011 con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa reforzando la gobernanza de la UE y, por tanto, la política económica (y laboral) de sus EEMM, se ha situado en el eje de actuación de la UE la revisión las políticas presupuestarias y estructurales de los EEMM para detectar las posibles incoherencias y desequilibrios que aparecen o pueden aparecer, con el objetivo de reforzar la coordinación mientras se siguen preparando las principales decisiones presupuestarias, teniendo una importante repercusión sobre los mercados de trabajo, su funcionamiento y las reformas que se acometen o deben acometer.
La UE ha sido muy consciente desde el inicio de la crisis y, muy especialmente, desde la puesta en marcha de la Estrategia Europa 2020 de la necesidad de consensuar acciones y respuestas comunes a la crisis y sus consecuencias en el ámbito del empleo, de tal manera que la recuperación económica vaya acompañada de la creación de empleo.
Quizás, a pesar del escaso margen de tiempo transcurrido desde el inicio de la crisis y, en especial, desde la puesta en marcha del semestre europeo, se aprecia un pequeño cambio de orientación en las prioridades y directrices no tanto en las acciones y medidas, ya que si bien en un primer momento los esfuerzos estaban dirigidos a favorecer la recuperación económica, en un momento posterior y una vez valorados los efectos de la crisis sobre el empleo, los esfuerzos han tratado de centrase en mitigar los efectos de la crisis sobre el mercado de trabajo y promover acciones más a medio y largo plazo que permitan que la recuperación económica vaya acompañada de acciones favorecedoras del mantenimiento y de la recuperación del empleo; fortaleciendo las estructuras del mercado de trabajo para hacerlas, en principio, más permeables a la crisis y/o ciclos económicos abogándose por la idea de favorecer la creación de mercados de trabajo más dinámicos e inclusivos que sean más permeables a los ciclos económicos.
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No obstante, la crisis ha dado lugar a un deterioro muy considerable de los mercados de trabajo, a un aumento de la precariedad laboral con un desajuste muy acentuado de la oferta de cualificaciones frente a los cambios en la demanda de las mismas, así como a un incremento considerable de la tasa de riesgo de pobreza y de exclusión social y a una disminución del gasto social a pesar del aumento del deterioro de las condiciones económicas y sociales6.
La propia UE en el Informe trimestral de la Comisión sobre el empleo y la situación social, septiembre 2013 si bien considera que la Unión Europea empieza a experimentar una frágil recuperación económica, considera que las condiciones sociales y del mercado de trabajo siguen siendo muy difíciles no sólo por el incremento de las tasas de desempleo juvenil o del desempleo de larga duración, en especial, porque, de un lado, la destrucción neta de puestos de trabajo ha coincidido con empleos más precarios: ha aumentado el empleo a tiempo parcial, especialmente el involuntario, aunque haya disminuido la proporción de contratos temporales en la UE, más afectados por la contracción, y de otro, la pobreza ha aumentado en la UE desde 2007. Los ingresos de las familias han disminuido y un 24,2 % de la población de la UE se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión, situación esta que afecta especialmente a los niños, puesto que ha aumentado el desempleo y el número de hogares sin ingresos laborales, así como la pobreza de las personas con empleo7.
El punto de partida de las acciones puesta en marcha para hacer frente a la crisis lo constituye el estudio Prospectivo Anual sobre el Crecimiento 2011: anticipo de la respuesta global de la UE a la crisis8que marca el inicio de un nuevo ciclo de gobierno económico en la UE y abre el primer semestre europeo de coordinación de la política económica (y de empleo) instituido para favorecer la coordinación de las respuestas de los gobiernos europeos a los principales retos económicos. Las acciones prioritarias se centraron en tres ámbitos principales: consolidación fiscal y mejora de la estabilidad macroeconómica, reformas del mercado laboral para aumentar el empleo y medidas de estímulo del crecimiento.
A pesar de que en este Estudio se señala que la tarea más urgente para los años 2011-2012 es impedir que se forme un círculo vicioso de deuda insostenible, per-
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turbación de los mercados financieros y bajo crecimiento económico, por ello, se considera que la máxima prioridad es asentar las políticas presupuestarias en unas bases sólidas mediante un saneamiento fiscal...
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