El derecho a la ciudad, de Henri Lefebvre.

AutorJosé María Chico Ortiz
Páginas451-452

    LEFEBVRE, HENRI: El derecho a la ciudad. Ediciones Península. Colección Historia, Ciencia y Sociedad. Barcelona.

Cuando aún no se había producido en España el cambio litúrgico que se provoca a partir del último Concilio, solía ser frecuente la utilización del devocionario para seguir con fidelidad y «traducción simultánea» las distintas oraciones y ceremonias de la misa. Entre los «misales» más utilizados por el pueblo español se hizo famoso el Lefebvre, que la Editorial DESCLEE, de Bélgica, difundió y distribuyó. Su autor era Dom Gaspar Lefebvre, y era ofrecido al castellano por un monje benedictino del Monasterio de Silos, ese rincón del ciprés solitario que con tanta garra cantara Gerardo Diego.

Pues bien, entre aquel Lefebvre y el autor del libro que ahora traemos a recensión no debe haber más coincidencia que el apellido, pues el primero es católico y obispo de la Abadía de San Andrés, de Brujas, y el segundo es marxista revisionista y gran estilista del urbanismo. En suma, las diferencias que entre uno y otro existen son como las que podrían predicarse, pongo por ejemplo, entre el conocido libro utilizado por católicos especializados y que lleva por título Camino y el regocijante y chispeante de Perich llamado Autopista.

La aportación de Henri Lefebvre a la teoría y crítica de la vida urbana comienza a ser apreciada en su justa medida por los estudiosos interesados en el tema. Estas son las primeras palabras del prologuista-Mario Gavi-ria-y que nos permiten situar la esencia e importancia de este breve manual del urbanismo. Siguiendo al prologuista puede decirse que el libro Page 452 contiene un importante trabajo de reflexión crítica, que puede calificarse de aportación sensacional después de la Carta de Atenas.

Para llegar a la total comprensión del análisis crítico que el autor realiza en esta obra es preciso remontarse-como hace el prologuista- a los cursos de Sociología de la Vida Urbana de la Universidad de Estrasburgo, donde Lefebvre desmonta el andamiaje teórico de la Carta de Atenas y el planeamiento de las grandes urbanizaciones francesas. La trampa de la Carta está en que parte de una definición funcional de las necesidades humanas que reduce caricaturalmente la vida. Esta es algo más que habitar, trabajar, circular, cultivar el cuerpo y el espíritu. La separación de funciones allí donde se ha llevado a rajatabla ha provocado la destrucción de la vida urbana. Lo más urbano, la calle, el cuarto de estar de la ciudad, es...

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