Comunicación y envejecimiento
| Autor | Enrique Gonzalo Garcia |
| Páginas | 198-200 |
La mayoría de los llamados países industrializados tiene actualmente una estructura poblacional totalmente nueva, con un número sin precedentes de personas de «edad avanzada», escasamente compensado por un número igual de jóvenes. Cada día hay más personas mayores y la sociedad está además envejeciendo. El impacto social de este doble fenómeno está iniciándose, pero su envergadura obligará a cambios en los planteamientos acerca del modelo de sociedad y de las necesidades sociales, así como de las características y orientación de las políticas sociales y de bienestar. Este libro pretende contribuir
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a la reflexión social acerca del papel social de las personas mayores y de los cuidadores familiares para asegurar que el logro social que la prolongación de la vida supone no se convierta en un trauma sino más bien todo lo contrario.
La vida, como realidad atravesada en su totalidad por la comunicación y el envejecimiento, constituye el tema central de esta obra. Se fundamenta en el presupuesto de que comunicación y envejecimiento son procesos que se entrelazan en la construcción permanente y cambiante del transcurso vital.
Y aunque no elegimos vivir -envejecer, ni estar necesariamente en comunicación, en múltiples formas, intencionales o no, colectivas e individuales, decidimos la manera o las maneras en que vivimos- envejecemos, así como cuanto comunicamos y la forma en que lo hacemos.
Dado que estos dos procesos, el comunicar y el envejecer impactan de modo constante la existencia humana, aquí se plantean como ejes importantes de considerar cuando se trata de diseñar políticas integrales y sostenibles de desarrollo entendido éste, en el mejor de los sentidos, como búsqueda permanente de calidad de vida para todas las generaciones: las de hoy y las del futuro. Se trata de un libro abierto y, como la vida, necesario de seguir construyendo. Su elaboración ha tenido en cuenta aportes de múltiples compromisarios, así como consideraciones y recomendaciones derivadas de la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento y de algunas de las reuniones concomitantes a ella.
Los planteamientos expuestos cumplirán su propósito en la medida en que puedan contribuir a enriquecer el debate sobre el tema y a dar luces para la construcción de una política orientada al desarrollo, la cual contemple el envejecimiento como realidad que acompaña constantemente la vida humana individual y poblacional. Ello implica tener en cuenta la perspectiva etérea, tanto como de género, la étnica y la cultural.
El libro comienza realizando una pregunta esencial que será el punto central:
Si la vida es comunicación y envejecimiento permanente, ¿qué es necesario transformar, mediante la comunicación, para que los indi-
viduos y las poblaciones logren envejecer con calidad de vida?
La comunicación implica intercambio y la vida entera implica socialización. Y puesto que nos comunicamos y envejecemos, temas que se analizan en los dos primeros capítulos de este libro, cabe preguntar ¿cómo influye la comunicación en la forma de envejecer?, y también ¿cómo influye la forma de envejecer en la comunicación? A tales interrogantes se refiere el capítulo tercero de este libro.
Lo que comunico y lo que me es comunicado tiene más que menos responsabilidad en lo que soy, en lo que me he convertido y en lo que me convertiré. Algo así como: dime con quién
te comunicas, cómo te comunicas, qué clase de comunicación recibes y te diré quién eres, y además: quién vas a ser La comunicación incide en la identidad presente y futura.
Sólo mediante ella puedo manifestar las cualidades que me diferencian de los demás seres humanos, lograr el reconocimiento de mis formas de pensar y de ser; hacer presentes mis intereses, mis saberes, mi nombre, mi procedencia, mis planes, proyectos y anhelos como ser único que soy. Y sólo puedo saber que soy único(a) en la medida en que los demás, en una u otra forma, me comuniquen sus diferencias, anhelos, pensamientos... Sin duda, el comportamiento, las actitudes, las expectativas de la misma persona y de las demás influyen, de manera explícita o sutil, y en mayor o menor grado, sobre la propia forma de ser, de vivir, envejecer, de actuar.
En el capítulo cuarto se presentan algunas ideas orientadas a contribuir al diseño de
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políticas coherentes con la posibilidad de
lograr un desarrollo integral y sostenible
para las generaciones de hoy y del futuro,
teniendo en cuenta la realidad de nuestro
contexto. Para que una política pueda ser exi-
tosa deberá ser apta (configuración potencial-
mente eficaz para dar solución a los proble-
mas a los que está encaminada), factible
(supone disponibilidad de recursos físicos
humanos y financieros), y aceptable (implica
que el costo político social y/o económico que
provoque su implementación sea compatible
con las expectativas e intereses de los grupos
sociales involucrados y del propio gobierno
que la impulsa).
Al final se hace una invitación a la refle-
xión, orientada a revisar formas de pensar,
sentir y actuar con respecto al envejecimien-
to, la vejez y las personas viejas o adultas
mayores. La importancia de continuar el aná-
lisis, la revisión de criterios y marcos de refe-
rencia relacionados con el tema resulta fun-
damental, indispensable, e inclusive se con-
vierte en un imperativo ético, si se tiene en
cuenta que el envejecimiento a todos nos
implica y, a no ser que muramos antes, la
vejez a todos nos alcanza.
Se incluye luego un brevísimo glosario,
con ánimo de buscar un mínimo de unidad
de criterio, o cuando menos tener en cuenta
que pese a la polisemia de todo vocablo,
interesa considerar el sentido que, de acuer-
do con convenciones internacionales y bases
científicas, pretenden tener algunos térmi-
nos.
El final del libro lo constituye una adden-
da que resume planteamientos básicos de la
Declaración Política, así como del Plan de
Acción Internacional sobre el Envejecimiento
2002, aprobados por la Segunda Asamblea
Mundial sobre el Envejecimiento (Madrid,
España, abril de 2002).
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