El colectivo de trabajadores africanos ante la geopolítica del fruto rojo

AutorSoledad Castillero Quesada
Páginas599-617
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CAPÍTULO 30
EL COLECTIVO DE TRABAJADORES AFRICANOS ANTE
LA GEOPOLÍTICA DEL FRUTO ROJO496
SOLEDAD CASTILLERO QUESADA
Instituto de Migraciones
Universidad de Granada
Departamento de Antropología Social
1. INTRODUCCIÓN
La alimentación hoy rebasa su condición biológica como instrumento
para el aporte de calorías y nutrientes óptimos para un correcto desa-
rrollo físico, y se sitúa como un elemento de poder que, además de crear
alteridades, origina toda una jerarquía mundo entre territorios produc-
tores y consumidores. No obstante, pocas cosas hay tan esenciales
como la alimentación, hasta el punto de que nuestro desarrollo y evolu-
ción han ido de la mano para asegurar que disponemos de comida sufi-
ciente para nosotras y las personas de nuestro entorno, allí donde nos
encontremos (Valverde, 2014). Por eso, podríamos afirmar que migrar
y alimentarse son dos acciones que tienen la misma antigüedad. Desde
la migración para no morirse de hambre (Ramos, 1985) hasta las mi-
graciones para producir alimentación en otros territorios, que a su vez
se exportan a terceros países. Esta es una de las tónicas centrales en la
producción alimentaria hoy, que se encuentra dentro de un sistema de
globalización y libre mercado. La deslocalización de la mano de obra
ha supuesto una problemática acuciante durante una pandemia que res-
tringía la movilidad, dejando ver los entresijos de la estructura social
496 El presente capítulo forma parte de una investigación más amplia enmarcada dentro de
una tesis doctoral financiada por el Ministerio de Ciencia, Formación y Universidades, a tra-
vés de un contrato predoctoral FPU (Formación Profesorado Universitario) iniciado en octu-
bre de 2018 y finalizado en octubre de 2022. Se está desarrollando dentro del programa de
Estudios Migratorios del Instituto de Migraciones de la Universidad de Granada, bajo la direc-
ción del catedrático Francisco Javier García Castaño.
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presente en los enclaves agroexportadores hoy. Así, una globalización
alimentaria que situaremos no como una actividad moderna, si no como
un eje que puede situarse en la expansión occidental en 1500, alber-
gando el sistema económico mundial de Wallerstein (Mignolo,
1998:32), se vio en una encrucijada inesperada durante la primera ola
Covid 19. Un modelo comercial que es considerado heredero de la
época colonial donde los países del sur global que fueron colonias par-
ticipan hoy con materias primas y productos básicos orientados a los
mercados del Norte Global o ex-metrópolis coloniales, los cuales par-
ticipan con productos transformados y tecnificados, perpetuando así re-
laciones de subordinación y dependencia económica (Montagut y Do-
glioti, 2006:19). Situándonos en un periodo contemporáneo, desde la
década de los 80 del pasado siglo, asistimos a lo que se ha venido a
nombrar régimen alimentario corporativo (McMichael, 2004). El autor
denomina así a las relaciones que, a través del comercio agroalimenta-
rio, ordenan el mundo a partir del rol que juega la agricultura en la
construcción del Estado moderno. Desde entonces, la alimentación
atiende a un modelo productivo, de distribución y consumo que rebasa
las fronteras estatales, quedando la gestión en organizaciones empresa-
riales que controlan el acceso a recursos y mercados a nivel mundial
(Delgado, 2010: 33). El paradigma neoliberal estima que la inserción
de la alimentación en la globalización del mercado es un hecho prove-
choso. Sin embargo, vemos como mientras más se integra un territorio
al modelo de la globalización, más se acentúa su dependencia frente a
las corporaciones y el capital financiero trasnacional (Moreno, 2013:
58).
La tónica de la precarización de los derechos laborales y la opacidad en
las legislaciones medioambientales, permiten la producción a gran es-
cala en los países del Sur para vender en los mercados del Norte a pre-
cios competitivos. Ese abaratamiento de los costes recae en los últimos
eslabones de la cadena, que vienen a ser ocupados por las personas que
con su trabajo producen, recogen, siembran o tratan las distintas cose-
chas (Castillero, 2020a). Aunque la revolución verde impulsó un au-
mento de la mecanización de la agricultura, la fuerza de trabajo en gran-
des cantidades sigue siendo necesaria para la producción (Gertel y

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