La ciudad, la urbanización y las desigualdades
| Autor | Jordi Borja |
| Cargo del Autor | Universitat Oberta de Catalunya |
| Páginas | 147-164 |
LA CIUDAD, LA URBANIZACIÓN Y LAS DESIGUALDADES
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U O C
DOI: 10.14679/13537
1. GLOBALIZACIÓN, ESTADOS Y CIUDADES
El Estado centralista ni se impone a la globalización ni refuerza a los poderes locales
que son la conexión con la ciudadanía. En defensa de esto compartimos la asunción que
hacía Dahrendorf (1992) sobre el efecto que la rigidez del estado democrático ejercía so-
bre sus ciudadanos, provocándoles indiferencia mediante su incapacidad de adaptarse.
Los ciudadanos están alejados del “Estado” pero, por lo menos, mantienen relaciones:
por medio de elecciones, impuestos o leyes represoras, pero también a través de las políti-
cas sociales. En las últimas décadas, sin embargo, el Estado “soberano” se ha debilitado de
forma importante. De una parte, se ha debilitado por el desarrollo de organizaciones su-
pranacionales como la Unión Europea, pero mayor ha sido el impacto de la globalización
económica. El poder global económico-nanciero-comercial, se impone a los Estados
nacionales. Los tratados y las leyes internacionales, fundamentalmente tendentes hacia
un supuesto libre mercado, son favorables a los poderes económicos globalizados. Y los
Estados, subordinados a o cómplices de los p oderes económicos, se vuelven más represo-
res con la ciudadanía y van liquidando el welfare state (Borja, 2009). En apariencia, las
mayorías sociales se rebelan, protestan, pero esa rebelión es más protestaria que trans-
formadora. En ese contexto, parece que el poder local puede adquirir mucha más fuerza
transformadora, siempre que las instituciones territoriales se enraícen con las sociedades
ciudadanas articuladas.
En este escenario, hemos de prestar atención a un panorama que esquemáticamente
se compone de los siguientes elementos.
a) Evolución de la globalización: de la economía nanciera y comercial a la repro-
ducción social. Los grandes actores económicos y su estructura nanciera ejercen un
poder muy real, frente a gobiernos estáticos o incluso colaboradores de los intereses de
esos actores. Las poblaciones son simplemente “mano de obra”, cualicada o no; seden-
taria o nómada, dispersa o marginada. Los sindicatos se han debilitado; los asalariados
reales son la gran mayoría, pero han renunciado a ejercer buena parte de sus derechos,
aunque las poblaciones, más o menos urbanas, emergen cada día en diferentes lugares del
mundo. Y algunos de los ciudadanos han recomenzado una movilización social que se
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orienta a otra política, a “otra globalización”, a otros modelos de trabajo y de relación con
el medio ambiente, a los derechos y el reconocimiento.
b) Los Estados entre dos mundos. Los Estados como marco político-jurídico estáti-
co, rígido y anacrónico, son pesados y escasamente ecaces y realistas. El Gobierno y el
Parlamento, las Fuerzas Armadas, la Judicatura, la Alta Administración centralizada y las
Iglesias (muy pegadas al Estado) son hoy más inoperantes que nunca en la historia; más
funcionales y representativos, a veces resultan incluso negativos. Entre la Globalización
económica-nanciera y las Ciudad-región, el Estado necesita transformarse para en-
contrar una nueva identidad; más allá de la histórico-cultural, quizá como un elemento
articulador entre territorios complementarios, relacionados mediante un sistema políti-
co-jurídico más contractual que jerárquico.
c) De los Estados a las Ciudades. Las ciudades encuentran su fuerza en tres ele-
mentos. El primero de ellos es la concentración de población densa y diversa. Las
ciudades-región, la ciudad metropolitana o ciudades en red son la base de la innova-
ción. La heterogeneidad es una clave de la creatividad; un director ejecutivo de la City
londinense, preguntado sobre qué se necesitaría para dinamizar la actividad económica
respondió: eso es algo que ya tenemos: los pubs. Allí es donde se encuentran gentes que,
de no existir los pubs, jamás se hubieran encontrado. Una segunda fuente de fuerza en las
ciudades surge de los gobiernos de proximidad y la ciudadanía activa y estructurada.
Son un poder político y pueden confrontarse con la globalización económica-nancie-
ra. La combinación de poderes territoriales y movilizaciones sociales/ciudadanas genera
un poder real, que cabe transferirse desde los Estados hacia lo local o regional, con com-
petencias legislativas y ejecutivas, y con recursos personales (sector público), nancieros
y tecnológicos. Una tercera expresión de la fuerza de las ciudades puede verse en su ca-
pacidad respecto a las fuerzas globalizadas, sean nancieras, comerciales o tecnológicas,
como los captadores de Big data. Aunque se pensó que, en teoría, el refuerzo de uniones
estatales (como la UE) reforzaría a los Estados frente a las empresas globalizadas, lo cier-
to es que el resultado fue el opuesto. Los poderes locales y los movimientos ciudadanos
pueden, sin embargo, encontrar vías con las reducir los privilegios de los grandes globa-
lizados. La actual situación “global” les brinda oportunidades.
2. CIUDADES Y TERRITORIOS, SU DESARROLLO HASTA NUESTRO TIEMPO
Las ciudades han adquirido cada vez mayor protagonismo tanto en la vida política,
como en la económica, social, cultural y mediática. No hay duda de que son ya actores
sociales complejos y multidimensionales (Borja, 1997). Pero la globalización tiende a ma-
tar la ciudad entendida como expresión colectiva de la sociedad. Las ciudades actuales se
ven amenazadas por un triple proceso negativo: la disolución, la fragmentación y la pri-
vatización. Estos procesos, además, se refuerzan mutuamente y acentúan la marginalidad
y la desigualdad.
Regularmente en la historia de la ciudad y del urbanismo, existe una respuesta colec-
tiva que se presenta cuando las formas del crecimiento urbano o la evolución de la ciudad
existente dan prioridad a la edicación y / o a la viabilidad, cuando los espacios se espe-
cializan debido a la segregación social o a la zonicación funcional o cuando la ciudad
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