La autodeterminación en el País Vasco: discursos de los movimientos sociales y partidos políticos sobre el derecho a decidir

AutorAmalur Álvarez, Ander Vizán-Amorós y Julen Zabalo
Cargo del AutorUniversidad del País Vasco (UPV/EHU)/Universidad del País Vasco (UPV/EHU)/Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
Páginas221-239
LA AUTODETERMINACIÓN EN EL PAÍS VASCO:
DISCURSOS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y
PARTIDOS POLÍTICOS SOBRE EL DERECHO A DECIDIR
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DOI: 10.14679/13541
Podemos hablar de autodeterminación en diferentes sentidos y ámbitos. Muchas
veces aparece asociado al derecho que puede o debe asistir a los habitantes de un deter-
minado territorio a decidir sobre la forma de estructuración política de dicho territorio, y
tuvo su punto de mayor inuencia en la segunda mitad del siglo XX, unido al proceso de
descolonización. Pero es también un concepto muy utilizado en otras disciplinas, como
decimos. Podemos hablar de autodeterminación en psicología, en el trabajo social y los
servicios sociales, en el derecho, en política, etc. Lo podemos hacer en clave colectiva o
bien individual. Hacemos mención a la autodeterminación personal, a la colectiva, a la
de las personas. ¿De qué estamos hablando?
Hablamos, al n y al cabo, de una misma idea, del supuesto derecho que asiste, o
debería de asistir, a todas las personas a decidir. A decidir, sin más, independientemen-
te de las causas, ámbitos de aplicación, o fórmulas de decisión. ¿Existe tal derecho? No
de una manera generalizada, desde luego. Pero, en cualquier caso, es algo de lo que
se habla cada vez más. No tanto de la autodeterminación, que parece quedar como
un concepto estanco en las disciplinas que hemos comentado, sino del derecho a po-
der decidir sobre diversas cuestiones que, como personas o grupos de personas, nos
conciernen.
En esta reivindicación creciente del derecho a decidir han colaborado, sin duda, los
movimientos sociales. Recordemos que, al lado de la vía institucional, estos movimientos
constituyen una forma diferenciada de hacer política (Tilly, 2009). Ante la representati-
vidad institucionalizada, reivindican la participación directa y con ello, poder actuar y
decidir sobre los problemas que sienten más cercanos (v. entre otros, Oe, 1988; Pleyers,
2018; Santos, 1998).
Amalur Álvarez, Ander Vizán-Amorós y Julen Zabalo222
Nuestra propuesta en este capítulo es combinar todos estos elementos. Es decir, nos
proponemos hablar de la opción de poder decidir sobre diversos temas, reriéndonos en
especial a opciones políticas y dentro de un marco vasco, marco territorial muy apropiado
para hablar del tema, teniendo en cuenta las reivindicaciones soberanistas de las fuerzas
nacionalistas vascas. Hablaremos, pues, del derecho de autodeterminación y su expresión
más reciente, el llamado derecho a decidir. Para ello, en un bloque teórico, revisaremos,
primero, diferentes propuestas históricas sobre la solución de conictos territoriales; des-
pués entraremos en las diferentes maneras de enfocar el derecho de autodeterminación; y
en tercer lugar, nos acercaremos al nuevo concepto del derecho a decidir. En un segundo
bloque, punto cuarto, centraremos este tema en el marco vasco, y expondremos cómo se
sitúan partidos políticos y movimientos sociales ante este derecho.
1. EL DERECHO A DECIDIR SOBRE TEMAS TERRITORIALES
Las formas estatales del Antiguo Régimen desarrollaban un número limitado de fun-
ciones, en especial la impositiva, por lo que territorialmente habían sido permisivas con
los diversos pueblos que habitaban sus demarcaciones. Las necesidades de la burguesía
en el proceso de industrialización que se van extendiendo a partir del siglo XVIII pasan,
sin embargo, por una mayor uniformidad de los estados, tanto en sus aduanas como, por
ejemplo, en la formación de los trabajadores.
Este nuevo escenario trae un movimiento de uniformización cultural, para poder
formar adecuadamente a la población, y supone una pérdida clara de la permisividad
cultural y administrativa anterior. La nueva forma política emergente es el estado-nación,
es decir, el estado donde una nación predomina claramente e impone una determinada
cultura que sirva de nexo entre todos los habitantes del estado. Queda poco espacio para
otras culturas o naciones, y en el mejor de los casos deben permanecer en un segundo
plano (sobre el estado-nación, v. Tivey, 1981; Guibernau, 1996).
Pero lo mismo que algunas culturas corren el riesgo de quedar postergadas, también
las burguesías ligadas a esas culturas lo corren. Los diferentes movimientos nacionalistas
que comienzan a extenderse desde el siglo XVIII y, sobre todo, durante el siglo XIX son la
respuesta de muchos de estos pueblos ante la incertidumbre cultural y económica que los
acecha. Esto se hace más evidente en los sucesivos movimientos de independencia que
van surgiendo en América, y que en el plazo de un siglo transforman casi por completo
el mapa político americano, desde el surgimiento de los Estados Unidos o Haití hasta la
independencia de Cuba.
En todos estos casos se trata de revueltas contra la metrópoli, a través de un enfren-
tamiento armado en mayor o menor medida. Pero, a partir del siglo XIX, se comienzan
a pensar alternativas con una mayor proyección democrática y participativas que den
respuesta a los problemas territoriales que nos llevarán a la formulación del derecho
de autodeterminación. Su primer camino tiene dos referentes de muy diferente signo
ideológico; por un lado, la tradición socialista europea, y por otro, la democracia liberal
estadounidense.
El pensamiento socialista del siglo XIX y XX inevitablemente tenía que abordar la
problemática territorial de los grandes imperios aún existentes en Europa. En el caso del

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