El activismo juvenil como campo de prácticas ciudadanas performativas. Una mirada desde el País Vasco
| Autor | Ane Larrinaga, Iker Iraola, Mila Amurrio y Onintza Odriozola |
| Cargo del Autor | Universidad del País Vasco (UPV/EHU)/Universidad del País Vasco (UPV/EHU)/Universidad del País Vasco (UPV/EHU)/Universidad del País Vasco (UPV/EHU) |
| Páginas | 241-268 |
EL ACTIVISMO JUVENIL COMO CAMPO DE
PRÁCTICAS CIUDADANAS PERFORMATIVAS.
UNA MIRADA DESDE EL PAÍS VASCO
A L R
U P V (UPV/EHU)
I I A
U P V (UPV/EHU)
M A V
U P V (UPV/EHU)
A L, I I, M A
O O I
U P V (UPV/EHU)
DOI: 10.14679/13542
1. INTRODUCCIÓN
Los estudios sobre participación política juvenil de los últimos años coinciden en se-
ñalar una serie de tendencias comunes a la juventud occidental. Por un lado, se constatan
cambios en las formas de participación política juvenil, que deviene más diversa, frag-
mentada y esporádica, a medida que las transiciones juveniles se prolongan y pierden
linealidad. Por otro, los procesos de individualización y desinstitucionalización que in-
vaden el “campo político” –en el sentido atribuido por Bourdieu al concepto (Bourdieu
y Wacquant, 1992)– traen consigo una mayor desvinculación hacia los actores políticos
institucionales y, en términos generales, un distanciamiento del sistema político por par-
te de las nuevas generaciones. El País Vasco no es una excepción en lo que respecta a estas
tendencias generales.
El informe “Retratos de Juventud” realizado periódicamente en la Comunidad
Autónoma Vasca (CAV) por el Gobierno Vasco, ofrece en el año 2020 datos signicati-
vos sobre las actitudes de la juventud de este territorio hacia la política: sólo un 29% de
individuos entre 18 y 29 años está muy interesado o bastante interesado en la política, un
71% no se siente próximo a ningún partido político, y los partidos se encuentran entre
las instituciones que menos conanza les ofrecen (Observatorio Vasco de la Juventud,
2020). Sin embargo, desconocemos los sentidos que la juventud vasca, en su diversidad,
atribuye a la política. Igualmente, carecemos de información sobre las prácticas que de-
sarrollan los colectivos de jóvenes políticamente comprometidos y, más en concreto, las
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personas jóvenes que actúan fuera de las instituciones políticas convencionales, dentro
el campo activista.
Una de las manifestaciones más relevantes del activismo juvenil en la CAV y Navarra
se ha desarrollado –no exclusivamente, pero si de manera relevante– en los ámbitos
próximos a la izquierda nacionalista vasca. Por otro lado, el campo socio-político de la
CAV y de Navarra ha experimentado en los últimos años algunos de los cambios gene-
rales acontecidos en el contexto español y europeo, pero también otras transformaciones
especícas derivadas del n de la actividad de la organización armada ETA y la pro-
gresiva normalización del sistema democrático. Ello ha supuesto una recomposición del
campo político vasco general y de la propia sociedad en la nueva situación. En especial,
ha implicado una reorganización de las fuerzas de izquierda del ámbito nacionalista vas-
co anes a ETA. Dichas organizaciones han generado desde el período franquista hasta la
actualidad una cultura y unas prácticas participativas arraigadas en sectores signicativos
de la sociedad, caracterizadas por un tipo de activismo contrahegemónico, contencioso y
deslegitimador del orden constituído.
Estas fuerzas de izquierda han reformulado actualmente sus discursos y prácticas
políticas, y aparecen cada vez más institucionalizadas e integradas en el entramado del
campo político vigente, a escala autonómica y estatal. Al mismo tiempo, la sociedad vasca
sigue siendo una sociedad relativamente politizada como consecuencia de la percepción,
arraigada en sectores signicativos de la población, de la persistencia de un conicto
nacional irresuelto. En este sentido, contiene una densa vida comunitaria ligada a pro-
yectos de “nation building” y “state building”, y una gran tradición de auto-organización
heredada de la época franquista, que ha perdurado en las últimas décadas. Modernidad
y tradición se fusionan en la realidad vasco-navarra, una sociedad social y económi-
camente desarrollada, pero que mantiene un importante legado de vida comunitaria y
cooperación colectiva, retroalimentada por los proyectos políticos mencionados.
La institucionalización del campo político en la CAV y Navarra se ha combinado
desde el período franquista hasta la década pasada con un amplio ciclo de movilización
que, aunque ha estado inspirada en el leitmotiv de la construcción nacional, ha permiti-
do la conuencia de múltiples reivindicaciones sectoriales, conformando un verdadero
ciclo de protesta de contenidos amplios y complejos (Zubiaga, 2014). Los nacionalismos
subestatales, como el vasco, se caracterizan por ir transformándose y adaptándose a con-
textos históricos cambiantes (Odriozola, Iraola y Zabalo, 2020) y por la elaboración de
discursos y prácticas en los que se integran valores alternativos neo-identitarios, como el
ecologismo, el feminismo, el antimilitarismo y otros (Letamendía, 1997). A este respecto,
la especicidad del ciclo de movilización y reivindicación nacional vasca de las últimas
décadas estriba en la integración de los valores universalistas de la izquierda con las rei-
vindicaciones de los nuevos movimientos sociales. La estrategia nacionalista de izquierda
ha buscado una articulación entre diferentes, en un contexto de lucha por la hegemo-
nía, es decir, por la institución de un sentido o nueva legitimidad que reordene el campo
político y social (Laclau y Moue, 1985). El resultado ha sido una sociedad civil excep-
cionalmente activa, con una gran diversidad de iniciativas populares y grupos sociales
(Zubiaga, 2014), en cuyo seno han iniciado y desarrollado sus aprendizajes políticos mu-
chos jóvenes activistas.
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