Medio ambiente y consumo. Reflejos de un desdoblamiento

AutorDomingo Jiménez Beltrán
CargoIngenierio Industrial
Páginas11-13

    Domingo Jiménez Beltrán Ingenierio Industrial. Actualmente, es Director Ejecutivo de la Agencia Europea de Medio Ambiente, habiendo ostentado con anterioridad, entre otros, los cargos de Jefe de División en el Servicio de Política de los Consumidores de la Comisión Europea y el de Director General de Política Ambiental del MOPTMA. Es también profesor de cursos especializados, activo conferenciante y autor de numerosas publicaciones en el campo del Medio Ambiente.

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La ventaja del ejercicio ambiental es que te obliga o te permite una visión global de las situaciones o problemas, aunque esto puede ser a veces perturbador para el sistema; y a veces en mi posición actual en la Agencia, tengo la sensación de estar desarrollando unas capacidades de análisis al servicio de las Instituciones Europeas y nacionales de los ciudadanos en general, que asustan un poco, pues es como si —parafraseando aquel famoso libro sobre información sexual de principios de los setenta— pudiéramos responder a «todo aquello que Vd. quiso saber sobre el medio ambiente pero tenía miedo de preguntar».

Una mirada ambiental, en particular a la economía de mercado y a la sociedad de consumo nos suele deparar imágenes perturbadoras para el sistema, pero al mismo tiempo esperanzadoras para el futuro en cuanto hay claramente un escenario posible, de mayor calidad de vida y más sostenible. Pero primero hay que reconocer los problemas lo que a veces implica reconocer como en el famoso cuento de Andersen de «el traje del emperador», que el «emperador está desnudo».

Y esto significa reconocer situaciones de desdoblamiento continuo de nuestras aspiraciones y comportamientos.

— Que por un lado, un planteamiento responsable como ciudadanos del mundo nos obliga a —respondiendo a criterios de eficacia y equi- dad en el uso de recursos naturales, que son las bases de la sostenibilidad—, satisfacer nuestras necesidades e incluso a obtener una mayor calidad de vida, con menos consumo de recursos y energía; nos obliga a una desmaterialización progresiva de la sociedad o a consumir menos.

— Mientras que por otro, la presión de la economía de mercado y una respuesta disciplinada como consumidores, —que parecen más bien al servicio del mercado o de la oferta que lo contrario— nos induce a consumir más. En este aspecto no deja de ser perturbador que señales positivas desde el punto de vista ambiental como la bajada del consumo, —normalmente todavía muy referido a productos y energía más que a servicios— son consideradas como señales fatales en la economía y aparecen muchos días en las cabeceras de los periódicos como «mal comportamiento del consumo», así que somos unos chicos malos si no cumplimos con nuestro cometido básico que es eso, consumir aunque no lo deseemos.

Afortunadamente este síndrome de dirigismo de la oferta, que me cansé de denunciar en España ya hace algunos años dentro del entonces Ministerio...

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