Una administración pública en riesgo

AutorManuel Arenilla Sáez
Cargo del AutorCatedrático de Ciencia de la Administración, Universidad Rey Juan Carlos
Páginas17-109
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CAPÍTULO 1
UNA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA EN RIESGO
1.1. EL CONTEXTO GENERAL
1.1.1. Un bienestar incierto
Parece admitido que nos encontramos en un cambio de paradigma o de
era desde hace algún tiempo. Cuando esto ha sucedido en otros momentos
de nuestra historia, se producen choques entre los viejos valores e ideas y
los nuevos, entre las formas tradicionales de producción y las emergentes,
entre las viejas instituciones y las nuevas formas de organizar la sociedad.
Como tantas veces, la clave del progreso de cada sociedad parece residir en
el adecuado manejo del tiempo. Si bien podemos ver profundas transforma-
ciones por doquier, y que la crisis de la covid-19 resalta, también constatamos
fuertes resistencias al cambio, especialmente en las instituciones políticas y
administrativas que, en principio, se diseñaron para hacer predecible el futuro
y reducir su incertidumbre, convirtiéndose ahora, sin que probablemente sean
conscientes, en fuente de inseguridad, lo que lleva a muchos ciudadanos a
cuestionar su función.
La sociedad ha experimentado profundos cambios desde el último cuarto
del siglo XX. El más evidente es el de la revolución de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC), cuyo origen hay que situarlo en las
innovaciones tecnológicas iniciadas en la Segunda Guerra Mundial y desa-
rrolladas durante la Guerra Fría. Un segundo cambio se refiere a la reestruc-
turación económica del capitalismo y al fracaso de la economía estatalizada.
El primero recurrió a la productividad informacional, la desregulación, la
privatización, la globalización y la interconexión que han dado lugar a la
forma en las que hoy están fundamentadas la mayor parte de las sociedades
en el mundo; la segunda fracasó debido a sus contradicciones internas y a
ser incapaz de aprovechar la revolución de las TIC. El tercer factor proviene
de los valores culturales de los movimientos sociales de finales de los años
60 del pasado siglo, como los movimientos feminista y ecologista que, a
LA ADMINISTRACIÓN DIGITAL
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diferencia de otros anteriores, no tuvieron como fin hacerse con el poder del
Estado o redistribuir la riqueza. Estos tres fenómenos han tenido y tienen
distinto peso y se combinan de manera diferente en cada sociedad dando
lugar a diversas velocidades e intensidades de adaptación a la nueva sociedad
del conocimiento (Castells, 2001).
Las transformaciones también han alcanzado a los Gobiernos y las Admi-
nistraciones y se han producido en un entorno convulso en las últimas déca-
das que ha alterado, a veces profundamente, sus políticas, sus medios y sus
procesos y que los ha sumido en la desorientación. Este entorno está carac-
terizado por numerosos cambios que están ocurriendo en diversos órdenes
(CEPAL, 2020, p. 53; Fukuyama, 2020a; The Economist, 2020; Ríos y
Gómez-Ullate, 2019, p. 65; Fundación Codespa, 2019; Naciones Unidas,
2019b; Aguilar, 2019; Bepa, 2011, p. 21; Howaldt y Schwarz, 2010, p. 4).
En el orden de la política y las instituciones públicas encontramos la crisis
fiscal de los Gobiernos; la descentralización territorial y política del poder del
Estado; la erosión gradual y continua de la democracia; la existencia de demo-
cracias iliberales; la disminución de la autoridad de las instituciones tradicio-
nales de mediación (Estado, iglesias, sindicatos, partidos políticos…); el sur-
gimiento de nuevas jerarquías que dan lugar a Estados autoritarios; y el
mantenimiento de una cultura política sobrepasada por la realidad.
Por lo que respecta al orden de las ideas, los cambios los hallamos en la
potenciación de la igualdad de género y de las minorías y su apoderamiento
político y social; las tendencias neoliberales como respuesta a la Gran Rece-
sión; la irrupción de la identidad nacional o específica como factor explica-
tivo de la política por reacción a los procesos globalizadores; la aparición de
fenómenos como la posverdad y la proliferación de los bulos, las noticias
falsas y las ultra falsas; la xenofobia, la vuelta de los populismos de izquierda
y de derecha y de los nacionalismos, así como el relanzamiento del sistema
socialista en algunos países; y la modificación de los patrones de conducta,
los hábitos y las creencias de los ciudadanos.
En el ámbito social y medioambiental han surgido el crecimiento de la
desigualdad y el enquistamiento de la pobreza en el mundo; el ensancha-
miento de las brechas sociales por el efecto de la inequidad en el acceso
a las tecnologías digitales; el cambio climático, el aumento del nivel del
mar y la escasez de agua; el incremento de las catástrofes naturales; la
rápida urbanización, la expansión y el crecimiento de las ciudades como
nodos de innovación y como foco de grandes conflictos sociales; el gran
aumento de la criminalidad en algunos países; la evolución del tamaño, la
distribución y el perfil de la edad de la población mundial; el envejecimiento
de la población en los países más desarrollados; la ruptura generacional a
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partir de los años 90 y, claro es, los problemas sanitarios, como la actual
pandemia.
Desde un punto de vista económico, el avance de la globalización de la
economía; la autonomía y el predominio del capital financiero; la transfor-
mación de los modelos económicos y el agravamiento de los aranceles
fomentados por la dinamicidad de las tecnologías digitales; la tensión por las
materias primas y el agotamiento de los combustibles fósiles; y el surgimiento,
como contestación a la globalización, de medidas proteccionistas.
Si se adopta una perspectiva tecnológica, resulta evidente la aceleración
del desarrollo científico y tecnológico que ha posibilitado la conectividad y
la movilidad trasformando conductas personales y las relaciones económicas,
políticas y sociales a través de todo tipo de redes socio-digitales; y los avan-
ces en inteligencia artificial (IA), datos masivos (big data) y otras tecnologías
digitales que están impactando en todos los ámbitos con grandes consecuen-
cias en el empleo.
En lo que atañe al orden internacional, se constata el mayor peso de los
organismos internacionales en la agenda de los países; las alteraciones geopo-
líticas; la influencia de China y Rusia en el orden internacional e interno de
los países; el predominio de las respuestas locales o nacionales a la covid-19;
un escenario mundial incierto y poco proclive en la actualidad a la coopera-
ción internacional; y la centralización internacional de la tecnología, del poder
económico y del poder político.
La Gran Recesión, y sus réplicas posteriores, como las producidas en
Latinoamérica, evidenciaron las insuficientes capacidades y recursos que
tradicionalmente se venían empleando para solucionar los problemas sociales.
También puso de manifiesto que el viejo modelo de integración social y
económica creado tras la Segunda Guerra Mundial ya no resistía ni con los
arreglos periódicos que se habían introducido. Finalmente, se constató que
la correspondencia entre la legitimidad de la acción pública sustentada en
unos determinados valores y en las leyes y un poder público que representa
y atiende fundamentalmente los intereses y las demandas sociales se había
dañado de una forma irreversible.
La anterior crisis cuestionó la sostenibilidad del estado de bienestar, la
capacidad de la Administración, su posibilidad de gestionar riesgos y su
función integradora, que ahora se han acrecentado con la crisis de la pande-
mia. Ningún país estaba preparado para ella1, a pesar de que se constatara
1 En 2018, un escenario incierto definido por la inestabilidad política y económica era
el menos probable para el grupo de expertos consultados para definir las estrategias para 2050

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