Acoso Sexual en el Trabajo, hacia un enfoque renovador desde la Economía Política.

AutorDopico, Sergio Pena
CargoMISCEL

Sumario: 1. Introducción. 2. Algunas aclaraciones conceptuales y metodológicas. 3. Método de investigación. 4. La reificación del cuerpo y la fuerza de trabajo. 4.1. AST y la subjetividad como recurso productivo para la intensificación del trabajo. 4.2. AST y plusvalor sexual. 4.2.1. Plusvalor erótico y consumo individual. 4.2.2. Plusvalor erótico y consumo productivo. 4.2.3. Plusvalor reproductivo. 4.2.4. Contradicciones entre consumo productivo e individual del plusvalor sexual. 5. Conclusiones. 6. Bibliografía.

Workplace Sexual Harassment, towards a renewing approach from the Political Economy

  1. Introducción

    Veinte años atrás, Welsh (1999) lamentaba que una de las debilidades de los estudios sobre Acoso Sexual en el Trabajo (AST) era la falta de explicaciones teóricas sistemáticas. Consideramos que esta observación sigue vigente en nuestros días (3), y entendemos esta falta de sistematicidad como el resultado de tres elementos.

    En primer lugar, el AST es un fenómeno que ha sido estudiado principalmente en grandes organizaciones formales en países "desarrollados" (DeSouza y Cerqueira, 2009). Aun cuando se han realizado estudios en otras latitudes, esto se ha hecho sin cuestionar los preceptos heredados de los primeros.

    En segundo lugar, a pesar de que ha habido cierta evolución desde los estudios centrados en las características individuales de víctimas y victimarios hacia la atención a los factores organizacionales, el enfoque psicologicista predominante ha excluido la posibilidad de atender a las organizaciones propiamente como "perpetradoras" del acoso (Williams, 2007), obviando, por tanto, una parte fundamental del fenómeno.

    Por último, el AST ha sido estudiado excesivamente como un problema encerrado en sí mismo, desconectado de aspectos tan interrelacionados como el Acoso Laboral General (Lopez et al., 2009), otras formas de violencia contra las mujeres, y diferentes mecanismos de explotación, ignorando, por tanto, las causas comunes que pueden subyacer a todos ellos.

    En este artículo proponemos una reflexión teórica que avanza para ofrecer una respuesta sistemática a estas limitaciones, y que parte de un trabajo de investigación realizado en Ecuador basado en la realización de dieciséis grupos de discusión. Para lograrlo, hacemos un uso extensivo de la crítica marxista de la economía política, así como de las teorías de la economía política de la salud (Doyal y Penell, 1979), las perspectivas sistémicas sobre género (Doyal, 1995; Segato, 2003; Beauvoir, 2005; Federici, 2010), así como de aportaciones provenientes de disciplinas como la sociología del trabajo (Castillo y López, 2018; López, 2018) o la psicodinámica del trabajo (Dejours, 2009).

    Después de una breve discusión conceptual y metodológica, discutiremos la asunción que domina la mayor parte de la literatura académica sobre el AST: la importancia del "clima organizacional" como predictor del acoso. Abordaremos la importancia de prestar atención a la reificación y a las diferentes formas de explotación como determinantes de dicho clima y las formas que adquiere el acoso. Esto nos permite entenderlo como un dispositivo de intensificación del trabajo y de construcción de subjetividades que sirvan como recurso productivo. Finalmente, abordamos el concepto de "plusvalor sexual" para analizar diferentes formas de explotación de la sexualidad por parte de las organizaciones.

  2. Algunas aclaraciones conceptuales

    Entendemos el AST como un "patrón de experiencia" marcado por relaciones sociales de dominación y explotación que rodean a la sexualidad en el lugar de trabajo (Fitzgerald y Cortina, 2018). Rehuimos las explicaciones psicologicistas centradas en los actos individuales como un enfoque excesivamente reduccionista que ha velado las múltiples relaciones sociales por las que las organizaciones "rutinaria e intencionalmente explotan la sexualidad de los y las trabajadoras" (Williams, 2007: 158). Nuestro enfoque no elude las responsabilidades individuales de los perpetradores, sino que las extiende a un marco más amplio. Por otra parte, entendemos que, para nuestros objetivos, lo fundamental no es tanto la definición rígida de los comportamientos individuales que pueden ser etiquetados como AST, sino "entender en qué trama de relaciones se producen, qué realidades materiales y simbólicas lo favorecen" (Pernas, 2001:55).

    Decidimos tratar las diferentes formas de acoso atravesadas por la sexualidad (como el acoso de género) como AST a pesar de sus diferencias (4), de cara a subrayar su papel común en la reificación de la fuerza de trabajo (especialmente, pero no solo, de las mujeres trabajadoras), y cómo son usadas para convertir la sexualidad en un recurso productivo en las manos de las organizaciones. Por lo tanto, y de acuerdo con la forma en la que las personas que participaron en los grupos de discusión experimentan este problema, elegimos incluir un rango de experiencias que va desde las formas más extremas de acoso a las más naturalizadas y cotidianas como un continuum de violencia y opresión.

    Por otra parte, la falta de aproximaciones teóricas sistemáticas al AST que previamente hemos identificado está íntimamente relacionada con los paradigmas metodológicos que han sido utilizados para abordar el tema. Varias autoras han señalado que la mayor parte de estudios se han centrado en ofrecer modelos descriptivos para unas pocas variables que impactan en el fenómeno, sin ofrecer explicaciones de por qué ocurre el acoso (Welsh, 1999; Cuenca-Piqueras, 2017). La influencia del neopositivismo (de la Garza, 2012) ha llevado a una situación en la que buscamos confirmar hasta la extenuación "pequeñas verdades" que, en ocasiones resultan difícilmente generalizables debido al escaso número de variables controladas. Esto ha creado una literatura plagada de lo que podríamos denominar "tautologías probabilísticas" como, por ejemplo, demostrar que las mujeres con jefes que las apoyan o que trabajan en grupos con relaciones de solidaridad fuertes tienen menos posibilidades de ser acosadas (de Coster, et al., 1999).

    Partiendo de la imposibilidad intrínseca de operacionalizar una realidad muy compleja en un número limitado de variables, también se observa un análisis problemático de las relaciones entre dichas variables. La búsqueda de correlaciones ha sido insuficiente para hablar sobre la raíz de los problemas analizados y, en ocasiones, ha llevado a forzar una relación de causalidad entre dichas variables--véase el caso de Hersch (2018)--.

    Por otro lado, la propia conceptualización del AST también determina la forma de obtener resultados e interpretarlos: por ejemplo, Buchanan, Settles y Woods (2008) han mostrado que las definiciones genéricas del acoso en las mediciones a menudo ocultan diferentes formas de acoso, en su caso en función de la identidad racial. En este sentido, diversas autoras se están centrando en identificar estas diferentes formas, destacando la necesidad de incorporar elementos cualitativos para acercar las concepciones del acoso al terreno (Rodríguez-Martínez y Cuenca-Piqueras, 2019; Fitzgerald, 2019; McDonald, 2012; Pérez y Rodríguez, 2012; Chamberlain et al., 2008; Williams, 2007; Welsh, 1999).

  3. Método de investigación

    Inspirados por la investigación realizada por Pernas (GEA 21, 1998), organizamos dieciséis grupos de discusión: ocho en la ciudad de Quito (Q) y ocho en la ciudad de Guayaquil (G), por ser las dos ciudades más grandes y representativas de Ecuador. La literatura preexistente sugiere que la experiencia de acoso cambia en función del tipo de empleo o la proporción de hombres y mujeres en el lugar de trabajo, y que el fenómeno afecta más a las mujeres que a los hombres. Por esta razón, nuestros grupos de discusión se compusieron de empleados y empleadas pertenecientes a las tres ramas de actividad más feminizadas y a las tres ramas de actividades menos feminizadas de Ecuador. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos de Ecuador (Ferreira et al., 2012), los sectores más feminizados son: hogares privados con servicio doméstico (94,1%), actividades de servicios sociales y salud (68,3%) y hoteles y restaurantes (65,8%). Las tres ramas de actividad con el menor porcentaje de mujeres son: construcción (5,3%), explotación de minas y canteras (9,7%), y transporte, almacenamiento y comunicaciones (11%).

    También asumimos que los niveles de cualificación están relacionados con el estatus (en términos de estabilidad o autonomía), y la literatura existente sugiere que las cualificaciones son un factor influyente a la hora de configurar distintas formas de acoso (Chamberlain et al., 2008).

    Como resultado organizamos los grupos de discusión, para un total de 138 participantes, como sigue a continuación (los números de abajo indican el número total de participantes en cada grupo):

    Las tres grandes temáticas que fueron abordadas en el guion de los grupos de discusión fueron las siguientes: relaciones entre hombres y mujeres en el trabajo, experiencias de AST y, finalmente, el rol de la organización. También incluimos una pregunta de cierre centrada en las posibles soluciones al AST. El guion utilizado para fomentar el diálogo fue el siguiente:

  4. ¿Cómo son las relaciones con sus compañeros varones/mujeres en el trabajo?

  5. ¿Alguna vez han experimentado alguna situación incómoda con sus jefes, colegas, clientes...?

  6. ¿Podrían hablar acerca del Acoso Sexual que han visto o experimentado en el trabajo?

  7. ¿Cuál creen ustedes que fue el rol que cumplió la empresa durante dichas experiencias?

  8. ¿Qué soluciones consideran útiles para lidiar con el AST?

    Aunque puede ser difícil acercarse al AST mediante métodos cualitativos, debido a la autocensura y el temor a las represalias que pueden tener las informantes (Lopez et al., 2009), un elemento positivo que encontramos en nuestros grupos de discusión fue precisamente que, a pesar de mostrar resistencias y suspicacias iniciales--por ejemplo, algunas participantes...

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