El voluntariado: prácticas sociales e impactos económicos

AutorVicente Marbán Gallego, Gregorio Rodríguez Cabrero
CargoUniversidad de Alcalá
Páginas49-69

El voluntariado: prácticas sociales e impactos económicos VICENTE MARBÁN GALLEGO * GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO * 1. EL VOLUNTARIADO EN EL ESTADO DE BIENESTAR: FUNDAMENTOS SOCIALES Y MODELOS INSTITUCIONALES 1.1. La naturaleza del voluntariado T al como señala Joaquín García Roca (García Roca, 2001, pág. 17) el volun- tariado es una institución que se materializa en prácticas individuales de do- nación canalizadas, en general, a través de organizaciones solidarias y movimientos so- ciales. Obviamente, el redescubrimiento del voluntariado ---una de las dimensiones del Tercer Sector--- debe ser matizada a la luz de la historia (Casado, 2000, págs.46 y ss.) y con- textualizada en el proceso histórico de rees- tructuración del Estado de Bienestar. En este sentido no cabe olvidar las profundas raices históricas del fenómeno cuando asistimos, en el caso de España, a su eclosión social. Para explicar esta eclosión es preciso ponerla en relación con complejos cambios sociales e ins- titucionales de los que trataremos dar cuenta a continuación de manera tentativa. El voluntariado forma parte, en su actual dinámica, de tres procesos coincidentes rela- tivamente en el tiempo: la reconstitución de la sociedad civil, la reestructuración del Esta- do de Bienestar y la remercantilización de la actividad económica. Es decir, el voluntariado es una manifestación ambivalente y compleja de nuevas formas de participación cívica, del retroceso y/o contención del Estado de Bie- nestar y de cambios en el mercado de trabajo y en la estructura de los tiempos sociales. Esto quiere decir que la valoración económica del voluntariado no puede explicarse por si misma sin estos procesos sociales ya que ello supondría adoptar un enfoque reduccionista de la acción voluntaria y de legitimación de- fensiva de la misma al basar su justificación en su simple dimensión económica. Los tres procesos mencionados, de ámbito general, están reconfigurando los contenidos de la acción civil, la materialización de los de- rechos sociales y las vías de inserción sociolabo- ral. Veamos cada uno de estos procesos en conexión con el objeto de nuestra preocupación. 1. El voluntariado no puede comprender- se, en primer lugar, si no se le relaciona con los cambios que han tenido lugar en el merca- do de trabajo y con el proceso general de re- mercantilización de la actividad económica. El voluntariado tiene como fundamento ma- terial la disponibilidad de un excedente de tiempo individual que es , finalmente, social. La jornada de trabajo se ha reducido (intensi- ficando el tiempo de trabajo) y el acceso al mercado de trabajo se bloquea por abajo y cercena por arriba la pirámide laboral. La re- 49 * Universidad de Alcalá. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ducción de la jornada y la reducción del em- pleo liberan tiempo disponible para los con- sumos individuales y, tambien, para la solidaridad. Ambos son tiempo social repro- ductivo, de orden económico y de cohesión so- cial. Por la parte superior de la pirámide socio- laboral el tiempo disponible se ha ampliado debido a la jubilación anticipada de personas mayores-jovenes que, con una esperanza de vida a los 55 años de 25 años, disponen de tiempos de participación social muy variados, parte de los cuales son tiempos asociativos: mutualistas o altruistas. Por la parte inferior de la pirámide sociolaboral se libera tambien tiempo de trabajo posible en tiempo de forma- ción, ocio-consumo, prácticas de progresiva inserción sociolaboral y de aprendizaje indi- vidual de la disciplina de entrada en el mer- cado de trabajo. Es decir, en términos laborales el voluntariado es en muchos senti- dos y; casi siempre al mismo tiempo, una es- pera disciplinada a la entrada en trabajos estables, una escuela de aprendizaje sociola- boral y un tiempo de solidaridad tan altruista como pragmático. 2. El voluntariado es, tambien, una ma- nifestación histórica del llamado Tercer Sector o, en un sentido más amplio, de la re- constitución de la sociedad civil. El auge de la sociedad civil (Rodríguez Cabrero, 1993) pue- de explicarse en base a dos procesos de carác- ter político-cultural y económico que tienen lugar a finales de la década de los sesenta y primeros setenta. Por una parte, la emergen- cia de los nuevos movimientos sociales en pro de nuevas demandas sociales, formas de par- ticipación política y expresión colectiva. Su fragmentación y declive en los primeros años ochenta (Castells, 2001) no implica su fín, sino la aparición de nuevas formas de am- pliación de la política y de la ciudadanía (Alonso Benito, 1999, pág. 9 y ss.): de la polí- tica como desarrollo tentativo de la democra- cia participativa, como enriquecimiento de la democracia representativa. Tambien expan- sión de la ciudadanía social como intento de desarrollo de una nueva generación de dere- chos sociales en relación con la igualdad de género, la defensa del medio ambiente y el desarrollo de los derechos humanos. La crisis de los movimientos sociales de- viene en los primeros años ochenta en rutini- zación asociativa canalizando las energías sociales en favor de un voluntariado politica- mente contenido (integrador de energías) y socialmente cooperativo con el Estado (susti- tuto y, a veces, extensión asistencial del Esta- do). El voluntariado se expresa ahora como individualización de la participación social y como nexo en muchos casos entre el Estado de Bienestar y los segmentos de riesgo o en exclusión de la sociedad. De manera concreta, de lo que se trata es de que el momento reinstituyente del volun- tariado como reconstrucción de una cultura solidaria en las sociedades con Estado de Bie- nestar cristaliza al mismo tiempo, para su propia supervivencia y desarrollo, en asocia- ciones cívicas reguladas y en organizaciones económicas dependientes en muchos casos del Estado. 3. Finalmente, las entidades voluntarias forman parte del proceso no concluido de reestructuración del Estado de Bienestar del que son, en parte, efecto (en sus nuevas mo- dalidades de acción) y, en parte, causa (por cuanto están contribuyendo a la creación de complejos sistemas mixtos de generación de bienestar). El proceso de reestructuración del Estado de Bienestar es consecuencia, como es ya sabido, de cambios profundos en sus funda- mentos materiales, organizativos e ideológicos que han conducido a formas institucionales con un mayor peso de lo asistencial y de la acción privada tanto solidaria como mercantil. El acceso tradicional a las prestaciones y servicios del Estado de Bienestar se justifica- ba en base al trabajo estable; tambien, no cabe olvidarlo, en base a una dinámica de po- líticas nacionales centralizadas de cohesión social y de naturaleza, al mismo tiempo, re- 50 ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES productiva (sistemas educativo y sanitario). Pues bien, la crísis del empleo ha fragmenta- do el acceso al Estado de Bienestar y ha deve- nido parcialmente en extensión asistencial para ciudadanos precarios (Moreno Fernán- dez, 2000). Auna parte pequeña apenas si lle- ga ya que su diseño institucional no suele comprender las situaciones de máxima exclu- sión. Tambien el Estado se ha privatizado en parte no solo por la importancia creciente de las empresas privadas en la gestión de servi- cios públicos, sino tambien por el recurso en ascenso de los estratos de alta renta a servi- cios privados mercantiles. El Estado se contiene, a veces incluso se «adelgaza», justificado en base a las dificulta- des financieras ---a veces reales y otras sobredi- mensionadas--- y a la necesidad de trasladar parte de los costes a la familia y a las entida- des voluntarias, en este último caso parte de la propia gestión estatal de servicios sociales. El traslado de una parte de los costes de la crísis del empleo o de la creciente depen- dencia a la familia no precisa aquí de mayor argumentación ya que su solidaridad (feme- nina sobre todo ) por arriba y por debajo de la pirámide sociodemográfica es harto conocida. Las entidades voluntarias realizan no solo su viejo papel histórico de solidaridad sino nue- vos cometidos en el ámbito de la gestión de servicios sociales. Esto las conduce a ser enti- dades colaboradoras del Estado, bien como extensión del mismo, bien como entidades de- pendientes financieramente de los recursos públicos. Ello supone situaciones nuevas como competir con otras ONGs por los recur- sos públicos (Rodríguez Cabrero y Monserrat Codorniu, 1996) o adoptar modos cuasi-mer- cantiles para hacer frente a la presión del propio mercado. En suma, la consideración que hemos he- cho de manera esquemática de los tres proce- sos sociales e institucionales que subyacen al desarrollo de las entidades voluntarias podría resumirse del modo siguiente: las entidades sociales, con profundas raíces históricas, son fruto de la transformación de los nuevos mo- vimientos sociales en asociaciones y organi- zaciones de servicios; tienen su base social de reclutamiento en segmentos sociales muy va- riados, en los que predomina la nueva clase media urbana, con dificultades de acceso al mercado de trabajo o excluidos del mismo prematuramente, si bien no en exclusiva, que de manera pragmática tratan de conciliar in- tereses individuales y conductas solidarias en el contexto de remercantilización de la ac- tividad económica y de reestructuración del Estado de Bienestar. No podemos olvidar que el voluntariado no solo es fruto de la transfor- mación de movimientos sociales «políticos» en organizaciones «solidarias» sino tambien de la energía excedente solidaria de la sociedad frente a la creciente remercantilización de la sociedad y a la contención del Estado de Bie- nestar. Su naturaleza es, por ello, ambivalen- te lo cual obliga a evitar tanto su idealización ---como panacea de democracia participativa y de producción de bienestar--- como su des- valorización debido a su fragmentación y de- bilidad financiera. 1.2. Estados de Bienestar y voluntariado Habiendo acotado antes de manera sucin- ta la relación entre las entidades voluntarias y el Estado de Bienestar es preciso profundi- zar en la naturaleza de dicha relación ya que esta varía según los distintos Estados de Bie- nestar. Entre nosotros (García Roca, 2001, pág. 9 y ss.) se ha sostenido que la naturaleza y papel del voluntariado depende en muchos sentidos del modelo de Estado de Bienestar o de reforma social de cada país. Es evidente que el voluntariado, en su versión actual, está intimamente relacionado con el Estado de Bienestar y con los modos de intervención pública en la vida social. Entre nosotros Sarasa (1995, págs. 157- 183) ha diferenciado cuatro modelos de rela- ción entre Estado y asociaciones altruistas a modo de tipos «ideales» ya que, efectivamen- te, se trata de aproximaciones a la realidad a través de ciertos artificios conceptuales. Se- 51 VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES gún este autor, podríamos distinguir cuatro modelos básicos siguiendo una modelización geográfico-institucional: a) Modelo renano, característico de paises como Alemania, Bél- gica, Paises Bajos, Suiza y Austria, en los que las entidades voluntarias forman una especie de oligopolio social, de naturaleza ideológica y religiosa, y que son una extensión estatal dada su elevada dependencia financiera de los fondos públicos. Su influencia política es eleva- da dado que la filosofía que subyace a la acción voluntaria es el principio de subsidiariedad. b) En el modelo escandinavo las entidades so- ciales son casi públicas y se financian inte- gramente con fondos estatales. Aunque el Estado tiene un papel central en la provisión de servicios y en la oferta de bienestar las or- ganizaciones sociales son una herramienta de la política estatal. c) En el modelo nortea- mericano las entidades se organizan en base a filiaciones de orden religioso o étnico, tie- nen un nivel elevado de independencia de la acción pública si bien la financiación tambien es, en buena medida, pública. d) Por último, el modelo mediterraneo (Italia, Francia y Es- paña) se caracterizaría por lo que el autor lla- ma acomodación distante entre Estado y ongs, elevada fragmentación, fuerte depen- dencia financiera y recelos en las relaciones entre el sector público y las entidades socia- les. Esta misma modelización puede estable- cerse en el orden ideológico tal como hace García Roca y que, en parte, coincide con la anterior. Es decir, cabría diferenciar entre cuatro modelos: uno de tipo conservador, otro liberal, un tercero denominado socialdemó- crata y, finalmente, otro de orden alternativo. Según esta clasificación, interpretamos que estaríamos ante cuatro filosofías diferencia- das según las cuales el sector voluntario se concebiría como defensivo (conservador) re- gresivo (liberal) receloso (socialdemocrata) e integrador (alternativo) en relación con el Es- tado de Bienestar. Cualquier modelización que establezca- mos nos permite definir, en todo caso, algu- nas convergencias y algunas divergencias en- tre los diferentes modelos. En el orden de las convergencias, por ejemplo, cabe destacar las siguientes: la creciente presencia del sector voluntario en la producción de bienestar jun- to al Estado si bien el mercado tiene un papel igualmente creciente; es lo que podría deno- minarse pluralismo del bienestar en el senti- do de nuevas configuraciones de actores e instituciones. En segundo lugar, las entida- des voluntarias, en general, en todos los mo- delos tienen una elevada dependencia de los recursos públicos; en este sentido no dejan de ser una extensión de la acción estatal en mayor o menor grado. Tercero, las entidades volunta- rias están sometidas, sobre todo recientemente, a la presión del mercado en sociedades donde la actividad económica tiende a reducirse al im- perativo mercantil; ello supone no escasas presiones en el orden organizativo, en el eco- nómico y en el de los valores subyacentes a la naturaleza de la acción voluntaria. Ahora bien las divergencias «nacionales» siguen siendo importantes. Así en los mode- los socialdemócratas y continentales se da una elevada concentración del poder de las organizaciones voluntarias. Unas pocas orga- nizaciones son las que canalizan el grueso de la actividad asociativa. Por el contrario, en los paises del sur de Europa se da una elevada fragmentación asociativa que favorece la com- petencia o, mejor, pugna por los recursos esta- tales. Por otra parte, la debilidad de las sociedades civiles de los paises del sur, princi- palmente España y en menor medida Italia, rasgo típico de procesos de modernización tar- díos y conflictivos, han pasado por largos perío- dos de modernización conflictiva y desigual y una parte de dicha sociedad civil organizada ha tenido una naturaleza clientelar y colusiva con la acción estatal. Finalmente, mientras las entidades sociales del norte y centro de Europa tienen un elevado grado de concentración y au- tonomía frente al mercado, en los paises del sur se está produciendo una creciente competen- cia del sector mercantil cuando aún el sector asociativo no se ha consolidado en términos organizativos y económicos. 52 ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES 1.3. Sobre el patrón latino de entidades voluntarias En otros escritos (Rodríguez Cabrero, 1996) hemos señalado que la naturaleza del sector voluntario español, compartiría mucho de los rasgos del sector voluntario italiano. Es decir, entre Estado y entidades volunta- rias habría una cooperación financiera y fun- cional basada en una desconfianza mutua con profundas raíces históricas y un entra- mado asociativo con un bajo nivel de coordi- nación. Todo ello sigue siendo cierto si bien han tenido lugar importantes cambios duran- te los últimos años que han favorecido una cierta reinstitucionalización de la acción vo- luntaria, un proceso de descentralización de la misma y una clara dignificación de la ima- gen de las asociaciones y fundaciones. Por reinstitucionalización entendemos los esfuerzos de ordenación del sector no lucrati- vo a través de la legislación en el orden gene- ral (leyes de voluntariado, sobre fundaciones y fiscalidad, entre otras) así como en el orden operativo (sustitución de la técnica de la sub- vención por la del convenio, mejora de los ins- trumentos de información como son la contabilidad aplicada a entidades sin fín de lucro, creación de plataformas u órganos de encuentro y de debate entre el sector público y el voluntario, por mencionar algunas). Por des- centralización, a su vez, entendemos no solo la transferencia de competencias en la regula- ción de estas materias desde el Estado a las CCAA, sino tambien la importancia reciente que el sector está adquiriendo en el ámbito lo- cal tanto en la provisión de servicios como en la reivindicación de derechos y promoción de la participación ciudadana. Finalmente, por dignificación del sector entendemos la mejora de la imagen social de las entidades voluntarias, su mayor relevancia social y valoración de la acción de estas entidades que empiezan a formar parte de la acción pú- blica. Tales cambios positivos no pueden hacer- nos olvidar, como señala criticamente Joan Subirats (2001, pág 41 y ss.) que nuestro país sigue siendo anómalo en relación a otros pai- ses europeos ya que Estado y sociedad son dos caras de la misma realidad, es decir, que conviven al mismo tiempo una concepción po- bre de lo público, como ámbito de responsabi- lidad colectiva, y una sociedad civil debil y poco estructurada, junto a un mercado toda- vía hoy altamente protegido, todo lo cual ha conducido a una vertebración desigual y dis- tante entre los diferentes niveles de activi- dad. De manera concreta nuestra sociedad civil tiene una de sus manifestaciones deter- minantes en el sector asociativo y este sigue siendo escaso en términos comparativos y muy fragmentado. Ello, obviamente se refleja en la generación de voluntariado en cuanto realidad específica y dinámica de la acción asociativa ya que su composición, dedicación e impactos reflejan en gran medida la amplia fragmentación de las entidades sociales y la naturaleza de una acción pública en fase de desarrollo y consolidación y que se ve limita- da en parte a la política de subvenciones y convenios que, siendo necesaria, dificulta la superación de una relación histórica predo- minante de carácter financiero entre el Esta- do y las entidades sociales. Antes de entrar, en el epígrafe siguiente, en el análisis microsocial de las tipologías y dinámica de la acción voluntaria en el caso español nos resta por señalar, de modo cierta- mente esquemático, que la institucionaliza- ción del movimiento asociativo en España ha supuesto un reforzamiento de las entidades de servicios frente a las de tipo reivindicativo como consecuencia de los cambios antes men- cionados; igualmente, un papel creciente de los profesionales en asociaciones que son cada vez más organizaciones de reclutamiento y gestión del voluntariado ; y finalmente la cre- ciente concentración de las entidades más grandes en plataformas de representación/pre- sión. Se trata de un modelo organizacional de nuevo tipo dirigido en buena medida a la ges- tión de recursos escasos. La pregunta que se nos plantea es si el modelo emergente de en- tidades voluntarias supone un desarrollo real 53 VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES de la sociedad civil de manera que fomente al mismo tiempo la participación y la responsa- bilidad social o si se trata, por el contrario, de un desarrollo organizativo de cara a la ges- tión de recursos públicos de la que formaría parte el actual proceso de reclutamiento y gestión de la acción voluntaria. La respuesta no es simple ya que posiblemente estén te- niendo lugar al mismo tiempo los dos proce- sos; pero no cabe duda que el sobreénfasis en la gestión del voluntariado, la importancia de los nuevos yacimientos de empleo y la valoración económica del voluntariado parecen indicar una superior importancia de lo organizativo- económico sobre lo institucional-participati- vo. 2. TIPOLOGÍAS Y AMBIVALENCIAS DE LA ACCIÓN VOLUNTARIAEN LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA Conceptualmente, el voluntario como suje- to y el voluntariado como versión colectiva del anterior, se han definido bajo parámetros muy similares. La Ley 6/1996 de voluntaria- do, del 15 de enero, define al voluntariado en su artículo 3 como «el conjunto de actividades de interés general, desarrolladas por perso- nas físicas, siempre que las mismas no se rea- licen en virtud de una relación laboral, fun- cionarial, mercantil o cualquier otra retribui- da y que reúna los siguientes requisitos»: realización libre, carácter altruista y solida- rio, sin contraprestación económica, y reali- zada a través de organizaciones privadas o públicas con programas y proyectos concre- tos. Autores como Gil Calvo (1995) conciben el voluntariado como «la prestación gratuita y libremente asumida de trabajo o servicios en el seno de alguna clase más o menos organiza- da de asociación» (Gil Calvo, 1995, pág. 45), o el «Centre d'etudes et d'information sur le vo- luntariat», que considera al voluntariado como «aquella persona que se compromete (noción de compromiso) por iniciativa propia (noción de libertad), de manera desinteresada (noción de acto sin finalidad lucrativa) en una acción organizada (noción de pertenencia a un gru- po, a una estructura) al servicio de la comuni- dad» (noción de interés común) (Ariño et al, 1999, pág. 53). Definiciones todas ellas, con unos rasgos comunes sustentados en cuatro pilares como son el libre ejercicio, la organización, la au- sencia de remuneración y la solidaridad. El libre ejercicio y la organización se concretan respectivamente, tanto en la ausencia de cualquier indicio de obligación personal o ju- rídica como en la de actos improvisados. En este sentido podríamos concebir el volunta- riado como un grupo estructurado y legal- mente constituido compuesto por unos miembros con un objetivo o propósito social común, que carece de ánimo de lucro y desa- rrolla programas de interés general. En lo que respecta a la ausencia de remu- neración, ésta se configura como uno de los rasgos distintivos del voluntario con respecto a las actividades realizadas por otros agentes de la misma organización como son los direc- tivos, los socios y los profesionales. Sucede, empero, que sobre todo en las organizaciones de pequeña dimensión, la figura del volunta- rio puede llegar a resultar trivalente, pudién- donos encontrar fácilmente al voluntario directivo, voluntario socio, o al voluntario que desarrolla tareas que corresponderían a los profesionales. Mientras que los dos primeros pueden surgir de una voluntad más o menos manifiesta por parte del voluntario, el último puede suscitar mayor controversia: son mu- chos los voluntarios que ven desvirtuados sus primeros propósitos solidarios para terminar realizando labores no deseadas, que poco tie- nen que ver con el altruismo, por las que otros semejantes son remunerados. En estos casos, el factor no retributivo se cumple pero quizá no tanto el factor solidaridad. Aunque en ambos casos se trata de prestar servicios a la organización, la diferencia no radica tanto en el requisito de ajenidad propio del trabajo remunerado frente a la gratuidad de la pres- tación voluntaria, sino en el compromiso com- 54 ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES partido y libre de esta ultima, que no siempre se produce, frente a la dependencia y subordi- nación del primero (García Campá, 1999). Por último, en lo referente a la solidari- dad, las denominaciones expuestas no se re- fieren a tipos ideales de solidaridad como la Orgánica (Durkheim) procedente de la divi- sión del trabajo y en cierta manera de carác- ter involuntario, la solidaridad pública, de carácter institucional, redistributiva y coerci- tiva, o la solidaridad proxémica también no lucrativa pero revestida de una combinación de obligación o desinterés hacia los indivi- duos más próximos, sino a la solidaridad al- truista puramente voluntaria y universal, que no distingue entre sujetos próximos y aje- nos. Esto es lo que lo teóricos pueden entender por voluntariado, pero ¿qué entienden ellos mismos, los voluntarios?. De los resultados de 56 entrevistas en profundidad realizadas a colectivos de responsables y voluntarios de Cruz Roja Valladolid, se desprenden tres imágenes de la acción voluntaria. En primer lugar, que la acción voluntaria, aunque al- truista, no debe ser improvisada sino profe- sional y eficaz, de ahí que gran parte de los voluntarios proclives a esta opinión conciban a los receptores de su ayuda como «pacientes» con problemas específicos que deben ser re- sueltos por profesionales. En segundo lugar, los que entienden su actividad como «heroi- ca», requiriéndose no sólo buenos conocimien- tos sino determinados valores y actitudes, y que consideran a los beneficiarios de su ac- ción más como «usuarios» que solicitan de ellos un servicio que como «clientes». Por últi- mo, los que estiman que sus acciones son fru- to de la espontaneidad, con pretensiones de ayudar a «personas necesitadas» cuyo apoyo no requiere una especial cualificación. Paralelamente a esta velada tipología de voluntariado obtenida con los propios prota- gonistas entre voluntarios «eficaces», volun- tarios «héroes» y voluntarios «espontáneos», surgen otras como la propuesta por García Roca (1994) entre el voluntario «guía» o vo- luntariado de la rehabilitación, el voluntario «vigía» o voluntariado de la prevención, el vo- luntario «mediador» o voluntariado de la in- tegración y el voluntario «acompañante» o voluntariado de la asistencia. O la diferencia- ción planteada por Mora y Aranguren (1999) entre el voluntariado de «mínimos» y el vo- luntariado de «máximos». Para éstos últimos autores, el voluntariado de mínimos estaría incentivado por necesidades instrumentales (adquirir experiencia y formación, mejorar su curriculum vitae) e intereses expresivos (des- plazar su soledad y aislamiento, distraerse), mientras que el voluntariado de máximos se vería más comprometido socialmente sin es- perar nada a cambio. En definitiva, dos tipos de voluntariado que, por una parte, ofrece su tiempo y esfuerzo a cambio de realizarse per- sonalmente y cuyas acciones están proyecta- das hacia ellos mismos, a los que podríamos denominar como voluntariado de ayuda mu- tua y, por otra, un voluntariado altruista más desprendido en su acción voluntaria y que ac- túa fundamentalmente por compromiso so- cial y moral (Cuadro 1). 55 CUADRO 1. ALGUNAS TIPOLOGÍAS REPRESENTATIVAS DEL VOLUNTARIADO Fuente bibliográfica Cruz Roja Valladolid García Roca (1994) Mora y Aranguren (1999) Propuesta alternativa Tipologías de voluntariado Voluntario eficaz Voluntario heroico Voluntario espontáneo V. guía V. v g a V. mediador V. acompañante -- V. máximos -- V. mínimos -- V. Altruista -- V. Ayuda mutua Fuente: Elaboración propia VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES A pesar del intento de definición y clasifi- cación del voluntariado, éste puede llegar a mostrarse tan impreciso y ambivalente como aquellos órdenes de mayor magnitud, dígase Tercer Sector y sociedad civil, con los que tiende a identificarse. Pero no sólo la vague- dad y flexibilidad conceptual son rasgos que caracterizan al voluntariado actual. Como acertadamente apunta García Inda (1999, p 132-133), además puede estar asistiendo a un proceso de «desideologización y tecnifica- ción», donde la acción ideológica se ha visto desplazada por la acción asistencial a través de la delegación de sus responsabilidades a la organización en la que actúan, y que bien po- dría traducirse en una participación sin vin- culación personal donde los voluntarios, a modo de «francotiradores» 1 altruistas, incu- rren en lo que García Inda (García Inda, 1999, pág. 135) define como «militancia sin pertenencia. En definitiva, un voluntariado que se preocupa por remediar el problema en el efecto en vez de en la causa, y que prefiere actuar colaborando en la oferta de servicios más que reivindicando derechos (Rodríguez Cabrero y Ortí, 1996) como demuestra que una de cada dos ONGs españolas desarrolle principalmente tareas de tipo asistencial (VV. AA., 1997, Plataforma para la promo- ción del voluntariado). Cabría preguntarse porqué entre tantos voluntarios, especialmente los más jóvenes, el factor reivindicativo ha perdido empuje a favor de la actuación en campos concretos de la realidad social. Sería respuesta fácil y posiblemente equivocada, alegar falta de compromiso o de sacrificio de la juventud española, o que ésta no se enfrente en la ac- tualidad a cuestiones susceptibles de de- mandar un alto componente reivindicativo, a excepción de aspectos que les atañe muy di- rectamente. Probablemente una de las respuestas po- damos encontrarla en que el voluntariado no reivindicativo y desideologizado es el que me- jor sirve a «intereses claramente funcionales, compatibles con los objetivos culturales y polí- ticos actualmente dominantes» (Zubero, 1999, pág. 95). Interesa que un sistema capitalista no sea todo competitividad, individualismo o propie- dad privada máxime cuando la actividad eco- nómica es crecientemente mercantil. Al igual que éste intentó humanizarse cediendo inte- resadamente ciertas parcelas al Estado de Bienestar en materia de protección de dere- chos del trabajador, en especial por la amena- za y triunfo de la clase obrera en la antigua URSS, en los últimos años estamos asistien- do a otro proceso de humanización de una ciudadanía descontenta con la frialdad con la que el mercado trata a sus «perdedores» a través de la creación de estructuras de volun- tariado por medio de las cuales se pretende conseguir un «tres por el precio de uno». Por una parte, porque humaniza el mercado sua- vizando las fricciones del sistema capitalista inculcando, a través de las asociaciones de voluntariado, el hábito de trabajo necesario para desarrollar productivas labores de equi- po (Zubero,1999) 2 . Por otra parte, porque in- teresa un voluntariado asistencial y no reivindicativo que «descongestione» al sector público de su supuesta ineficacia, y así justi- ficar una subsidiariedad que finalmente po- dría traducirse en el surgimiento de «nuevos yacimientos de empleo» a través de entidades «privadas» no lucrativas y «no gubernamen- tales». En tercer lugar, porque bajo estas de- 56 ESTUDIOS 2 Incluso podríamos estar asistiendo a una «laborali- zación», en vez de una diferenciación, de las actividades de los voluntarios con respecto a los profesionales como demuestran tanto determinados derechos del voluntario regulados en la Ley 6/96 (el derecho a un seguro, la aper- tura de resolución de conflictos entre las organizaciones y los voluntarios a la vía jurisdiccional, o el registro de al- tas y bajas del personal voluntario), como determinados deberes (el compromiso de adhesión, confidencialidad y participación en actividades voluntarias). 1 DEMETRIO CASADO los denomina así en referencia a los voluntarios autónomos desvinculados de una organi- zación concreta y difícilmente cuantificables (CASADO 1999, p. 94). REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES nominaciones se vincularían dichas fuentes de empleo al triunfo de la lógica de lo «priva- do» y no a una razonable apuesta hacia la complementariedad por parte del sector pú- blico. En definitiva, un voluntariado de gran «utilidad» para el capitalismo por humanizar el mercado, justificar la subsidiariedad del sector público, y generar mayor empleo «no público», la cual podría acentuarse si moneti- zamos la propia actividad voluntaria tradu- ciéndola a empleo remunerado 3 . Ciertamente, no todo es fruto de los objeti- vos culturales y políticos dominantes. El vo- luntariado tiene su parte de responsabilidad pero también su parte de mérito. Responsabi- lidad, porque por sí mismo puede cambiar las cosas y no lo hace debido a la excesiva ideali- zación y descoordinación de sus acciones. Mérito, porque es mejor un voluntariado impuro y a dedicación parcial que ningún voluntariado, porque facilita la emancipación del individuo frente a la tiranía tecnológica y mediática, y fomenta la cercanía y la respon- sabilidad hacia los más desfavorecidos, sen- tando las bases de un altruismo transversal que contagia todos los órdenes de la esfera so- cial. Igualmente, el voluntariado podría su- poner una rampa de lanzamiento de un buen número de «ciudadanos precarios» (Moreno, 2000) (emigrantes, gitanos, drogadictos, re- clusos, etc) que inicialmente son los benefi- ciarios de sus acciones altruistas y que posteriormente se integran en la organiza- ción como voluntarios, paralelamente con el voluntariado convencional, con resultados hacia su posterior integración laboral. Así, esta «internalización» de la experiencia de aquellos que inicialmente fueron receptores de ayuda y su integración dentro de una es- tructura de voluntariado podría permitirles desarrollarse profesionalmente en un contex- to participativo y organizativo que no les es ajeno, adquiriendo algo que se ha criticado anteriormente pero que podría ser útil en es- tos casos como es la adquisición del hábito de trabajo necesario para desarrollar labores de equipo. Este proceso únicamente sería posible si las ONGs disfrutan de una estructura for- mativa y gerencial autónoma, eficiente y ágil capaz de facilitar el tránsito beneficia- rio-voluntario-empleado hacia dentro o fue- ra de la propia ONG. A este respecto, sirva de ejemplo nuestro análisis de la entidades de acción social en España confirmando el inte- rés de la labor formativa de las ONGs si tene- mos en cuenta que aproximadamente un 32% de los voluntarios de la organización son for- mados dentro de la propia entidad. 3. LAAPORTACIÓN DEL VOLUNTARIADO ALA PARTICIPACIÓN CIUDADANAY A LA ECONOMÍA El voluntariado se convierte en una pieza clave dentro de las entidades que integran el Tercer Sector así como en un signo de revita- lización de la misma sociedad civil. Tal revi- talización viene respaldada por numerosas investigaciones centradas en el análisis del voluntariado en sus vertientes cualitativas y cuantitativas que no hacen sino constatar que es un fenómeno en crecimiento. En ade- lante se presentará un síntesis de tales inves- tigaciones a la que añadimos una propia centrada en el subsector de la acción social, constatable como uno de los más significati- vos en cuestión de voluntariado. Repre- sentando a este subsector se han analizado las entidades subvencionadas del 0,52 del IRPF 1997 a través de los expedientes de so- licitud concedidos, complementando los re- sultados con una encuesta postal enviada a 57 3 A este respecto puede parecer excesivo poner un precio a una actividad voluntaria pero no menos me lo parece aprovechar una actividad altruista para desempe- ñar funciones que deberían ser remuneradas. Así, en pá- ginas posteriores se ha procedido a tal equivalencia, no con la intención de racionalizar la actividad voluntaria sino con el objetivo de estimar cuánto empleo se podría estar generando si el trabajo del voluntario fuese aprove- chado indebidamente por aquellas ONGs que, de al- truistas, sólo tienen el nombre. VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES aquellas que fueron subvencionadas en la convocatoria de 1998 4 . 3.1. El voluntario y la participación ciudadana En una primera aproximación al volunta- riado, suele ser frecuente compararlo con el volumen de personas asociadas o afiliadas a alguna organización no lucrativa. En tal com- paración, los porcentajes de afiliación, en tor- no al 30% de la población española, tienden a ser superiores a los de voluntariado. Con res- pecto a estos últimos, tanto las referencias ofrecidas en 1990 por DekkeryVanderBroek 5 , que sitúan a España como unos de los países desarrollados con menores porcentajes de vo- luntariado 6 , como los resultados del Institu- to de la Juventud para 1995 (AA.VV,1996), coinciden en cifrar la dedicación de los espa- ñoles a algún tipo de actividad voluntaria so- lidaria en torno al 12% 7 . En cuanto al voluntariado de servicios sociales nuestro trabajo apunta a que éste vendría a repre- sentar aproximadamente el 4% la población española 8 ; una cifra razonable comparada con el 12% anterior para todo el Tercer Sec- tor si tenemos en cuenta que las entidades de servicios sociales se configuran como uno de los principales núcleos de la acción volun- taria. No obstante, a pesar de la preeminen- cia cuantitativa de la afiliación sobre el voluntariado, éste parece disfrutar de un mayor reconocimiento social por razones como su novedad, ser considerados la expre- sión «más pura e inteligible de la solidaridad altruista» y la mayor publicidad otorgada a éstos para «halagarlos y motivarlos» (Casado, 1999, pp. 93-94). El perfil sociológico del voluntario es otro de los factores que más interés ha suscitado en la literatura al analizar el fenómeno del voluntariado. Según los estudios revisados se caracterizaría por su juventud, con una edad media comprendida entre 36 y 37 años (Gon- zález Blasco y Gutiérrez Resa, 1997), sólida formación (sólo un 4% carece de estudios y la mayoría posee estudios secundarios y univer- sitarios), una dedicación media entre 14 (Ro- dríguez Cabrero y Montserrat, 1996) y 20 horas al mes (González Blasco y Gutiérrez Resa, 1997, González Blasco, 1999, VV.AA., 1997.) y cuyas principales motivaciones esta- rían fundamentalmente relacionadas con el deber, la obligación moral y la satisfacción personal (Dekker y Van der Broek, 1998). Por 58 ESTUDIOS 4 Sirva reseñar que el número de organizaciones so- ciales analizadas únicamente en la convocatoria IRPF 97 ascendió a 6049, que suponen algo más del 30% de las 19498 registradas en 1997 (Ministerio de Interior, 1997; CABRA DE LUNA, 1998, 2000) sobre un total de entidades del Tercer Sector de 214.000 aproximadamente según nuestras estimaciones. Asimismo, añadir que las entida- des subvencionadas en esta convocatoria, aunque sólo fueron 273, muchas de ellas son confederaciones y fede- raciones de asociaciones, con lo que la cifra real aproxi- mada de asociaciones sobre las que disponemos de información sería la ya citada de 6049. Esta cifra se ha conseguido realizando una encuesta telefónica entre las 53 Federaciones y Confederaciones subvencionadas en la convocatoria IRPF 1997 a través de un listado telefóni- co suministrado por el Ministerio de Asuntos Sociales. Con respecto a la fiabilidad de esta cifra, podríamos aña- dir que se presenta muy próxima a la extraída por el pro- pio Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales que estimó 6799 asociaciones para la convocatoria siguiente (DE LA FUENTE, C.; MONTRAVETA, I. y VALLS, R. (1999). Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales). 5 Estos autores clasificaban a la sociedad civil espa- ñola dentro de la que denominaban sociedad civil «parro- quial», caracterizada por tener bajos índices de afiliados (23%) con muchos voluntarios entre ellos (el 53% aprox.), especialmente en cuestiones relacionadas con el medio ambiente, el tercer mundo, la política y la religión. 6 Apoyados en las encuestas sobre Valores de los Eu- ropeos (HALMAN y VLOET,1994) y Valores mundiales (IN- GLEHART, 1990). Ambas obras: HALMAN, L. y VLOET, A. (1994). Measuring and Comparing Values in 16 Countries of the Western World, Tilburg University (WORC), TIL- BURG y INGLEHART, R. (1990). Culture Shift in Advanced In- dustrial Society, Princeton University Press, Princeton, New Yersey, citadas en DEKKER y VAN DER BrOEK (1998). 7 Por su parte, RUIZ OLABUÉNAGA (2000), tras revisar una serie de investigaciones y sondeos entre 1995 y 1998, concluye que estos porcentajes de voluntariado en España no bajan del 9,5% ni exceden el 15%. 8 Obviamente, entre éstos no figuran los que CASA- DO (1999, p. 94) denomina como «francotiradores», en referencia a los voluntarios autónomos desvinculados de una organización concreta y difícilmente cuantificables. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES clase social, mientras que las clases medias- altas tienden a participar en asociaciones re- creativas (fundamentalmente deportivas y culturales), a medida que se desciende en la escala adquisitiva aumenta la propensión a asociarse en asociaciones religiosas y cívico- sociales (FOESSA,1994). El perfil del voluntario de servicios socia- les se corresponde en las entidades sociales del 0,52 con una persona próxima a los 34 años, con predominio de las mujeres (57%) sobre los varones (43%), titulado medio y comprometido continua y regularmente con la ONG. A este respecto, conviene resaltar que el 55,5 % de las entidades encuestadas afirmaron contar con voluntarios cuya per- manencia fue continuada y superior al año, con un promedio de 4,3 y 4,8 horas semanales de dedicación en los meses de marzo y no- viembre respectivamente (Tabla I). 59 TABLA I. PERFIL SOCIOLÓGICO DEL VOLUNTARIADO EN LAS ENTIDADES DE SERVICIOS SOCIALES Edad media del voluntario 33.8 AÑOS Voluntarios en intervalos de edad: Porcentaje * De 18 a 30 años * De 31 a 45 años * De 46 a 65 años * Más de 65 años TOTAL 27,0% 45,5% 20,0% 7,5% 100,0% Género Porcentaje * Varones * Mujeres 43,0% 57,0% Estudios Porcentaje * Primarios * Secundarios * Superiores * Sin estudios 24,0% 43,0% 23,0% 10,0% Permanencia Porcentaje * Continuada superior al año * Continuada inferior al año * Esporádica * Sin clasificar TOTAL 55,5% 6,5% 1,9% 36,0% 100,0% Dedicación Media * Promedio de horas semanales en marzo * Promedio de horas semanales en noviembre * Promedio de horas semanales marzo-noviembre 4,3% 4,8% 4,5% Fuente: Encuesta 0,52, 1998 VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES Adicionalmente cabría señalar que el pre- dominio de las mujeres voluntarias sobre los varones se produce en la mayor parte de las entidades salvo en aquellas que cuentan con menos de 10 voluntarios. Por lo que respecta a la edad, no parece existir una vinculación clara entre el número de voluntarios de la or- ganización y la edad media de los mismos, siendo mayor en las entidades que cuentan entre 11 y 20 voluntarios y las que superan los 250 (Tabla II). No obstante, la edad si parece guardar cierta relación con el número de personas em- pleadas en las entidades de servicios sociales ya que, como puede observarse en la tabla III, el voluntariado más joven tiende a concen- trarse en las entidades más intensivas en personal remunerado. Si bien por una parte, esto podría deberse a las mayores posibilida- des que tienen los voluntarios más jóvenes de adquirir más experiencia y formación laboral en aquellas entidades más profesionalizadas, por otra, estaríamos tratando de una edad próxima a los 30 años en la cual el voluntario ya suele estar integrado en el mercado labo- ral y por lo tanto no necesitaría satisfacer esas carencias a través de una ONG. Enlazando con el contrapeso que la activi- dad voluntaria ejerce en las entidades con menores recursos, hemos comprobado en nuestro trabajo que la proporción de volunta- rios por empleado es especialmente alta en los tramos de entidades que cuentan con poco personal remunerado. También observamos que el voluntariado de gestión dedica un ma- yor número de horas en las entidades con me- nores ingresos, sin embargo, los resultados de la Tabla III no confirman que los voluntarios dediquen más horas en las entidades que cuen- tan con menor número de empleados, con lo que podría apuntarse que las carencias del personal remunerado en las entidades menos intensivas en mano de obra tienden a complementarse con una mayor proporción de voluntarios por em- pleado más que con un mayor número de horas de dedicación altruista. El perfil sociológico del voluntariado de ser- vicios sociales podría completarse atendiendo a su estructura motivacional. Según la encuesta realizada, éste asigna su preferencia de donar tiempo libre a necesidades expresivas como la satisfacción personal (38%), o el deber u obliga- ción moral (33%), por encima de intereses ins- trumentales como la adquisición de experiencia y formación en la ONG (28%) (Tabla IV). 60 ESTUDIOS TABLA II. GÉNERO Y EDAD MEDIADEL VOLUNTARIADO POR NÚMERO DE VOLUNTARIOS Voluntarios en intervalos Género Edad media del voluntariado % Varones % Mujeres 250 39 61 34,9 TOTAL 43 57 33,8 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES Igualmente importante resulta el recluta- miento y la formación del voluntario dentro de la propia organización. Respecto a la for- ma de reclutamiento, son las propias entida- des sociales las que captan a sus voluntarios (61%), relegando a las entidades especializa- das y a las campañas publicitarias a valores meramente testimoniales (2,2% respectiva- mente) (tabla V). Por su parte, el 65% de los voluntarios conoció la organización a través de amigos y familiares, y tan solo un 6,7 % lo hizo a través de medios de comunicación de masas. Así mismo, las entidades de servicios sociales también son una fuente importante de formación de voluntarios orientada a la gestión eficiente y coordinada de sus accio- nes. Esta formación se concreta en un 32 % de voluntarios formados dentro de la propia organización con una media de 38 volunta- rios formados por curso. La vertiente voluntaria de las labores di- rectivas completa el análisis de este trabajo en cuanto al perfil de la cúpula organizativa. Los directivos en su mayoría son titulados su- periores (68,5%), con una estabilidad laboral relativamente alta, tanto por permanecer en el cargo una media de 8 años y por disfrutar 61 TABLA III. DEDICACIÓN Y EDAD MEDIADEL VOLUNTARIADO POR NÚMERO DE EMPLEADOS Empleados en intervalos Promedio de horas semanales de los Voluntarios en marzo Promedio de horas semanales de los voluntarios en noviembre Edad media del voluntariado 100 4 5 29,9 TOTAL 4,3 4,8 33,8 Fuente: Encuesta 0,52, 1998 TABLA IV. MOTIVACIÓN PRINCIPAL PARAPARTICIPAR COMO VOLUNTARIOS Tipo de motivación Porcentaje * Experiencia y formación 28 % * Deber u obligación moral 33 % * Compasión 1 % * Satisfacción personal 38 % TOTAL 100 % Fuente: Encuesta 0,52, 1998 VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES de un contrato fijo en el 40% de los casos, como por contar con bajos porcentajes de con- tratos temporales (12%). El carácter altruista de estos cargos se vería representado por algo más del 21% de directivos que desempeñan funciones gerenciales de forma voluntaria, y cuya actitud es más frecuente cuanto mayor es su nivel educativo (Tabla VI, gráfico I) y menor el número de empleados remunerados en la entidad (Tabla VII). En este sentido, la Tabla VII refleja como a medida que la entidad aumenta su tamaño, el cargo ejecutivo va perdiendo su naturaleza voluntaria en favor de una mayor estabilidad laboral. Esta afirmación estaría en consonan- cia con la importancia que las tareas volunta- rias tienen para la supervivencia de las pe- queñas entidades, en las cuales la labor del personal remunerado puede acabar siendo suplantada por personal voluntario. 62 TABLAV. FORMADE RECLUTAMIENTO DEL VOLUNTARIADO Forma de reclutamiento Porcentaje * Directamente por la entidad 60,7% * Por una entidad de voluntariado 2,2% * Por campañas publicitarias 2,2% * Directamente y por campañas 9,0% * Directamente y por una entidad de voluntariado 9,0% * Directamente , por otra entidad y por campañas 6,7% * No contesta 10,1% TOTAL 100,0 % Fuente: Encuesta 0,52, 1998. TABLA VI. TIPO DE CONTRATO DEL CARGO EJECUTIVO POR NIVEL DE ESTUDIOS, 1998 Nivel de estudios del Cargo Ejecutivo Tipo de contrato del Cargo Ejecutivo TOTAL Porcentaje Fijo Temporal Voluntario No contesta Primarios 0 1 2 1 4 4,5% Medios 4 2 4 2 12 13,5% Superiores 31 6 11 13 61 68,5% No contesta 1 2 2 7 12 13,5% TOTAL 36 11 19 23 89 100,0% Porcentaje 40,5% 12,4% 21,3% 25,8% 100% --- Fuente: Encuesta 0,52, 1998. ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES 3.2. Aportación del voluntariado a la economía El análisis de la aportación del voluntaria- do a la economía tiende a enfrentarse a no po- cas reticencias al entenderse que el altruismo no puede equipararse con cuestiones más re- lacionadas con el lucro o la remuneración de actividades cuando estas no son su principal fin. No es este el objetivo de estas páginas sino plantear su aportación con cifras, susci- tando una cuestión de fondo latente sobre si el voluntario acaba desempeñando tareas que no pretendía y que podrían ser remune- radas. Así mismo se pretende reforzar el va- lor del voluntariado reseñando que la acción altruista, aunque voluntaria, también genera un valor añadido a la economía que no se re- gistra en la contabilidad nacional y que no debe menospreciarse. 63 GRÁFICO I. TIPO DE CONTRATO Y NIVEL DE ESTUDIOS DEL CARGO EJECUTIVO, 1998 Estudios del cargo ejecutivo superiores medios primarios 40 30 20 10 0 Contrato c.ejecutiv fijo temporal voluntario 4 11 4 2 2 6 31 Fuente: Encuesta 0,52, 1998. TABLAVII. TIPO DE CONTRATO DEL CARGO EJECUTIVO POR INTERVALOS DE PERSONAL, 1998 Tipo de contrato del cargo ejecutivo Intervalos de empleados Fijo Eventual Voluntario No contesta Total 100 12 0 1 3 16 TOTAL 36 11 19 23 89 Fuente: Encuesta 0,52, 1998. VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES Anteriormente se apuntó que el volunta- riado de servicios sociales suele complementar las carencias de personal remunerado en las en- tidades sociales de menor dimensión. Este tipo de conclusiones más o menos contrastadas, pero siempre latentes, han promovido traba- jos como la investigación coordinada por Ruiz Olabuénaga (2000) a través de la Fundación BBV e integrada en un estudio comparativo conjunto con la Universidad Johns Hopkins (Salamon, Anheier y asociados, 1998), del que se desprende que en 1995 existían alrededor de 250.000 entidades no lucrativas que apor- taban cerca de 475.000 asalariados a jornada completa (4,5% del empleo total no agrícola español), un millón de voluntarios aproxima- damente (253.000 empleos voluntarios equi- valentes), y una contribución al PIB en torno al 4,6%. Así mismo, se confirma en este estudio que, del conjunto de dichas en- tidades, las orientadas a los servicios socia- les se configuran como las más intensivas en factor trabajo ya que a pesar de repre- sentar tan solo el 3,1% (7.922 entidades), ab- sorben el 32% de los empleos totales del sector (151.000). Otra buena muestra es la investigación realizada por Rodríguez Cabrero y Montse- rrat (1996), para quienes las entidades volun- tarias de servicios sociales representaron en 1992, el 0,59% del PIB y el 1,41% del empleo del sector servicios (100.000 empleos remu- nerados y 25.000 empleos voluntarios a jor- nada completa), movilizando a su vez a cerca de 300.000 voluntarios cuya dedicación me- dia rondaría las 14 horas de trabajo al mes. En línea con este estudio, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales presentó a finales de 1999 (De la Fuente, C.; Montraveta, I. y Valls, R., 1999) una breve referencia al núme- ro de voluntarios y empleos derivados de las entidades del 0,52, situándolos en 552.824 y 15.213 respectivamente. La Fundación Tomillo (VV.AA, 2000), por su parte, como resultado de una muestra de 201 entrevistas personales basada en un Di- rectorio propio con más de 11.000 entidades de acción social, confirma la alta temporalidad, de- pendencia financiera (53% de subvenciones pú- blicas, 11% de donaciones) y significación del empleo generado en éstas. En este sentido, 64 CUADRO II. SÍNTESIS DE ANÁLISIS EMPÍRICOS SOBRE LADIMENSIÓN DEL VOLUNTARIADO ESPAÑOL Fuente bibliográfica Nº / tipo de organizaciones %/PIB % empleo Voluntarios/socios -- Ruiz-Olabuénaga (2000) -- 253.507 Entidades (1995) 4,60% 4,5 % (475.179 remunerados) * 1.000.000 voluntarios -- Rodríguez Cabrero y Montserrat (1996) Aprox 1.000 Entidades sociales (0,52%, ONCE, Cajas de Ahorro) (1992) 0,59% 1,41 % ** (100.000 remunerados) 286.000 voluntarios dedicación media: 12-14 h/mes -- De la Fuente, C.; Montraveta, I. y Valls, R. (1999) Entidades 0,52 (6799 asociaciones sociales) 15.213 empleos 552.821 voluntarios -- Fundación Tomillo (VV.AA, 2000) -- 11.043 Entidades sociales 450.000 (215.000 remunerados) 1.070.000 voluntarios Fuente: Elaboración propia. * Porcentaje calculado sobre el total del empleo no agrícola. Los 475.179 empleos son remunerados y a tiempo completo, sin incluir a los voluntarios. Si se incluyera a éstos últimos la cifra ascendería a 700.000 empleos. ** Calculado sobre el empleo del sector servicios. ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES han estimado en torno a 450.000 empleos a jornada completa, de los cuales algo menos de la mitad serían asalariados (215.000) y el res- to voluntarios, cuya cifra total de éstos últi- mos sin equivalencias a tiempo completo ascendería a 1.070.000. Así mismo, son rele- vantes las estimaciones de creación de em- pleos para un futuro cuyas previsiones superarían los 170.000 trabajadores en los dos próximos años. En una línea similar, en nuestro trabajo hemos traducido a jornada completa la activi- dad de los 497.926 voluntarios cuantificados de la convocatoria del IRPF 1997, tomando como referencia de horas de trabajo a la se- mana las 4,5 horas reseñadas en la encuesta realizada. Los resultados se han extrapolado al conjunto de entidades sociales registradas en 1997 cuyos resultados se han presentado en la siguiente tabla VIII (Tabla VIII). De este análisis puede desprenderse que los voluntarios inmersos en las entidades so- ciales del 0,52 representan algo más del 1% de la población española, con una actividad equivalente a la jornada completa que podría sobrepasar los 50.000 empleos hasta generar 0,7 empleos de cada 100 en el sector servicios. Adicionalmente, la actividad desarrollada por el personal voluntario en el conjunto de las entidades sociales españolas equivaldría al 2,3% del empleo del sector servicios con algo más 180.000 puestos de trabajo a jorna- da completa. Si lo comparásemos con el nú- mero de empleos remunerados a tiempo completo en las entidades sociales estimado en nuestra investigación (en torno a 77.795) podríamos añadir que la proporción de profe- sionales con respecto al personal voluntario equivalente es de 2,3 voluntarios por cada profesional. En definitiva, aún a sabiendas de que la gratuidad de los voluntarios y la remunera- ción de los profesionales implican análisis muy diferentes, debemos ser conscientes de que también los primeros generan riqueza so- bre todo si tenemos en cuenta que puede lle- gar a ser algo más del doble de la que aportan los segundos. 4. SOBRE EL FUTURO DE LA ACCIÓN VOLUNTARIA: ALGUNOS PROBLEMAS INMEDIATOS La acción voluntaria es tan necesaria so- cialmente como funcionalmente eficaz en la ac- tual fase de cambio en el Estado de Bienestar y en la propia dinámica de la sociedad civil. El al- truismo societario, canalizado a través de enti- dades voluntarias o simplemente expresado 65 TABLAVIII. REPRESENTATIVIDAD DEL PERSONAL VOLUNTARIO DE LAS ENTIDADES SOCIALES EN 1997 Tipo de entidad Voluntarios % / población española 1997 Media horas semanales (encuesta 0,52,1998) Personal Voluntario equivalente a jornada completa % personal voluntario equivalente sobre empleos sector servicios 1997 -- Entidades sociales 0,52 IRPF 97 497.926 1,25% 4,5 56.017 0,7 % -- Entidades sociales españolas en 1997 1.604.986 4% 4,5 180.560 2,3 % Fuente: Expedientes 0,52 IRPF 1997. VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES en prácticas individuales y grupales desarro- lla importantes funciones, como hemos visto, de solidaridad, cohesión social y de gestión del conflicto pero, tambien, afrontan impor- tantes servidumbres, recordadas por diferen- tes autores (Giner y Sarasa, 1997, pág.217 y ss.), que tienen que ver con su propia natura- leza de entidades dependientes economica- mente del Estado y con una posición social e ideológica compleja al estar situadas entre la acción estatal y la actividad mercantil. Cuatro son los problemas básicos que afrontan las entidades voluntarias, que no agotan el posible listado de los mismos, y que afectan directa o indirectamente a las prácti- cas del voluntariado que, insistimos, puede estar canalizado a través de una entidad o movimiento social o puede desarrollarse de manera individual o grupal-informal. Tales problemas son: la tensión mercantil, el dua- lismo profesional/voluntario, la ordenación del sector social y la revalorización de la na- turaleza movilizadora. a) En primer lugar, las entidades sociales afrontan una doble tensión de naturaleza mercantil. Por una parte, en la medida en que gestionan servicios se ven obligadas a adoptar prácticas y técnicas propias del sec- tor mercantil que, siendo necesarias para de- sarrollar una gestión eficiente y efectiva, conducen a veces a la confusión entre lo que son los objetivos sociales y los de tipo mercan- til. Por otra parte, y creemos que es más im- portante, las entidades sociales asisten a un cierto y selectivo desplazamiento por parte de las empresas privadas en aquellas activida- des sociales de prestación de servicios que son o pueden ser rentables. Este desplaza- miento, justificado en nombre de la supuesta superioridad gestora de la empresa privada, debe ser objeto de atención en la medida en que sería necesario evitar un reparto del «mercado» de los servicios sociales en función de criterios de estricta rentabilidad de mane- ra que las ONGs queden desplazadas hacia actividades o lugares en los que no existan economías de escala o no se produzcan már- genes de rentabilidad económica. b) La tensión entre profesionales y volun- tarios ha sido destacada por diferentes auto- res (Cachón, 1999, pág. 41 y ss.). En muchos sentidos es una falsa contradicción. Más bien se trata de la tensión propia del crecimiento de las entidades sociales y de la transforma- ción de muchas de ellas en organizaciones prestadoras de servicios. El paso de los movi- mientos sociales a asociaciones y de estas a organizaciones de servicios genera cambios en la división social y técnica del trabajo de las entidades sociales. Son dos prácticas so- ciales que, como señala el citado autor, no cabe contraponer ya que no solo son dos fe- nómenos complementarios sino dependien- tes. El trabajo profesional organiza el voluntariado y su actividad solidaria y, a su vez, el voluntariado es directa o indirecta- mente ---según el tipo de entidad--- el que da sentido a la actividad profesional. Es más, la mayoría de los profesionales son al mismo tiempo voluntarios como demuestran multi- ples estudios, del mismo modo que muchos voluntarios se convertirán con el tiempo en profesionales a través de un proceso de inser- ción laboral. Al final se trata de un campo motivacional que recorre un continuo en el que puede haber diferentes tipos de práctica social. Este dualismo, en todo caso, aparece hoy en el debate sobre la naturaleza de las ongs y debe ser abordado no como contradic- ción sino como tensión enriquecedora en el desarrollo de la división social del trabajo so- lidario. c) Un tercer problema que afrontan las entidades sociales es el referente a la ordena- ción del sector, es decir, a la necesaria supera- ción de la fragmentación del sector social. La mejora de la coordinación interasociativa es un reto para las ONGs. En general las gran- des entidades han creado sus mecanismos de cordinación y negociación, no así el universo fragmentado que constituye el grueso de las entidades sociales. Crear mecanismos de apoyo, aprendizaje y programas compartidos 66 ESTUDIOS REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO YASUNTOS SOCIALES es una linea de racionalización de la activi- dad absolutamente necesaria con el fín de multiplicar los recursos de las entidades. No se trata tanto de fomentar la creación de oli- gopolios sociales cuanto de vertebrar el sector mediante agrupamientos de entidades y ges- tión de actividades compartidas. d) Finalmente, las entidades sociales tie- nen como doble objetivo, en su inmensa ma- yoría, la reivindicación y defensa de derechos humanos y sociales y la prestación de servi- cios. El proceso de concertación de servicios por parte del Estado ha supuesto, sin duda, un desarrollo de la faceta «empresarial» de las entidades sociales. Acercar los servicios a los ciudadanos, abaratar costes, descargarse de compromisos laborales, aprovechar la fle- xibilidad y capacidad innovadora de muchas ongs, son algunas de las razones que están detrás del papel creciente de las entidades so- ciales en la prestación de servicios. Este desa- rrollo supone, por otra parte, un freno a la actividad revindicativa de dichas entidades cuya naturaleza económica se ve reforzada en detrimento de la naturaleza de tipo social. En la medida en que las entidades voluntarias se consolidan como instrumentos o extensión del Estado en la producción de servicios se produce un desplazamiento de la actividad reivindicativa y movilizadora. En este senti- do cabe recordar que las entidades sociales canalizan demandas colectivas, amplian el campo de la democracia y abren nuevos fren- tes de revindicación en favor de los derechos sociales. BIBLIOGRAFÍA AA.VV. (1996): España,1995. Una interpretación de su realidad social. Madrid, Fundación En- cuentro, citado en García Inda (1999). ALONSO BENITO, L.E. (1999): La juventud en el ter- cer sector: redefinición del bienestar, redefini- ción de la ciudadanía. Revista Estudios de Juventud nº 45/1999. ARIÑO, A. Y OTROS (1999): La rosa de las solidarida- des. Necesidades sociales y voluntariado en la Comunidad Valenciana. Valencia, Bancaja. CABRA DE LUNA, M.A (1998): El Tercer Sector y las Fundaciones de España. Hacia el nuevo mile- nio. 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En este sentido, y sin prescindir del análisis de las ambivalencias que genera tal protagonismo sirviendo tanto a intereses claramente instrumentales como a otros más expresivos y altruistas, este trabajo persigue reflejar este fenómeno con datos y perfiles con el fin de aproximar en cuánto y cómo está actuando la acción voluntaria, así como analizar cuál es su aportación a nuestra riqueza y bienestar. Para ello el trabajo contextualiza la acción voluntaria en el marco de los cambios y transfor- maciones en el Estado de Bienestar así como en el marco específico del Estado de Bienestar en España en cuanto modelo o patrón latino de sociedad civil. Adoptando una perspectiva institucional y sociohistórica se ha pretendido definir la naturaleza sociomaterial de la ac- ción voluntaria teniendo en cuenta los cambios en el mercado de trabajo, el uso de los tiem- pos sociales y la nueva dinámica de la acción pública. En base a este contexto se han analizado los modelos prácticos de voluntariado y realizado una valoración económica de la acción voluntaria con diferentes trabajos ya realizados y propios. 69 VICENTE MARBÁN GALLEGO Y GREGORIO RODRÍGUEZ CABRERO REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

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